Epílogo

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Adoraba sentirse amada. Veía como los invitados la aplaudían cada vez que terminaba el show. Estaba ella sobre el escenario con los brazos extendidos recibiendo la atención de todos, eso era lo único que necesitaba.

Al terminar el show, su madre la recibió en su camerino. Verónica miró a su madre esperando su aprobación, pero recibió todo lo contrario.

—Te equivocaste.—le dijo seca, sin más. Sí, tenía razón, se había equivocado pero había improvisado de manera magistral y nadie se percató de su fallo. Pero ya estaba hecho.—Date la vuelta.—Iba a ser castigada. Su madre le daba latigazos en su espalda. Las gotas de agua solo caían en silencio, le dolía y mucho. Pero no podía hacer nada.

Al terminar de darle 80 latigazos, se vistió cuidadosamente, sin dañar más sus heridas. Salió y fue directo a las cocinas de las fauces. Bajó por el ascensor y apareció en la entrada de la cocina. El olor a comida la embriagó.

—¡Hola Verónica!—le saludó el chef Tedd.—¿Qué quieres que te prepare hoy?

—Cerebro.—dijo sentándose en una pequeña mesa.

—¡Voy!—el chef Tedd era el encargado principal de la cocina junto a su hermano gemelo Todd. Ambos cocinaban para los invitados en las fauces.—Mañana es tu cumpleaños, ¡te haremos un rico pastel de carne humana!

—Si, muchas gracias.—Verónica se la pasaba el resto de sus días haciendo espectáculos para los huéspedes que venían a pasar las vacaciones en las Fauces. Un mundo de ensueños.

Sin embargo, ella no quería ser más parte de ello. Fue hace tres años cuando su madre le dijo que debería de hacer algo más que solo espectáculos. No quería, pero por otro lado lo que más anhelaba era la atención de su madre. Esperaba que algún día ella la abrace y le diga lo mucho que la quiere.

Tedd le sirvió un plato de cerebro, ella agradeció y comenzó a comer. Le encantaba, la carne sabía exquisita para ella. Miró a su izquierda cuando los gnomos salieron de un pequeño agujero. Estos hablaron y Verónica entendió el mensaje. Los gnomos eran pequeños sirvientes, la mayor parte mensajeros. Hablaban su idioma pero en pequeñas frecuencias que solo podían ser oídas por animales. Verónica se levantó ya con el plato vacío, se despidió de Tedd y se fue. Su madre la llamaba en el salón principal. Vendrían visitas.

Al llegar se posó a la derecha del trono de su madre.

—Mira a la pareja que viene por ahí.—Verónica veía como un hombre muy alto y delgado se acercaba, detrás de él, lo acompañaba una mujer, delgada y con un vestido azul marino.—Ellos son Photo Chromo y Poli Chromo. Son nuestros enemigos.—le dijo susurrando.

El alto hombre estuvo lo suficientemente cerca para que Verónica vea su rostro. Tenía unos hermosos ojos azules.

—Diane, hemos venido a...

—¿...A dialogar cómo gente civilizada o te vienes arrastrando hacia mí como lo hacías cuando nos acostabamos?—Diane se levantó de su trono.—¡Ustedes no son bienvenidos aquí!

—Diane, por favor, solo vinimos a arreglar las cosas.—la mujer habló, su voz era muy dulce.—No fue con malas intenciones.

—¡No quiero escuchar tu horrorosa voz! ¡Juraste ser mi mejor amiga y me escupiste en la cara!—Diane empujó a Poli con su poder pero ella en lugar de esquivarlo, lo desvió. Poli procedía también de la misma rama que los Chromo, pero además de tener el poder de la frecuencia, una anomalía en su cuerpo le permitía mover los colores de los objetos a voluntad propia, una habilidad que su hijo no heredó de ella.

—Diane, por favor. No queremos iniciar una guerra como la de hace nueve años.—esta vez fue Photo quién habló.

Verónica no entendía en absoluto la disputa. ¿Por qué estaban discutiendo?¿De qué?¿Por qué ella tenía que estar ahí?

La Caja Musical (Monix).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora