Capítulo IX

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A la mañana siguiente, todos se levantaron a las ocho de la mañana para desayunar, bañarse, vestirse y salir a la ciudad. Mono conservaba la bolsa de papel en su cabeza para no escuchar las irritantes frecuencias de la torre. Six respiraba por la boca para no oler los horribles olores que emanaba la ciudad.

Para ir, Elisabeth los llevó al metro. Six casi se desmaya al sentir una montaña de olores.

—Huele a humanidad.—comentó Six.—Realmente huele a caca, mezclado con olores corporales humanos. Quiero morirme.

—Ya, Six no es para tanto...—le dijo Seven.

Pero Six ya no podía soportar más, sin previo aviso, vomitó. Era el desayuno. La gente del metro se desfiguró completamente y se alejaron. El tren se detuvo justo donde iban a bajarse. Mono la agarró por la cintura y la levantó, sacándola de inmediato del metro, dejando dentro del vagón el charco de vómito ahí.

—Creo que debiste de quedarte en casa.—le dijo Mono dejándola en el piso. Six sostenía su barriga.—Encontremos un baño.

—Dentro de allí debe de haber un baño.—Regina apuntó a una cafetería decorada con un cartel rosa.

—No, los baños más higiénicos son por aquí.—dijo Elisabeth apuntando a un enorme y angosto edificio con un letrero enorme que decía "Centro comercial".

—Yo creo que ese está bien. —habló Ray apuntando a un baño público donde se podía ver desde leguas que no se había limpiado en unos días.

—No.—dijeron Regina y Elisabeth.

—Bueno, da igual, vamos ahí.—Mono llevó de la mano a Six al llamado Centro Comercial. Por dentro del ancho lugar era totalmente blanco y en función de las tiendas, cambiaban de color. El olor era distinto, olía a perfume, el aire era tibio caliente comparado al frío clima de afuera. Los baños no estaban muy lejos.

Six entró junto a Regina y a Elisabeth.

—Desde ayer te sientes mal, Six.—le habló Regina.—¿No comiste algo que te hizo mal?

Desde afuera se escuchó la voz de Seven comentar la frase de Regina.

—¡Yo leí que a los canes le hacen mal los chocolates!—alzó la voz desde un banco junto a Mono.

—¡Cierra la boca, animal!—le dijo Mono.—Está Elisabeth.—le susurró.

En el baño, Elisabeth se dejó de mirar para ver a las chicas a través del espejo.

—¿Por qué dijo "canes"?

—Nada, está idiota.—le sonrió nerviosa Regina.

Six en el baño se lavó la boca, las manos, su vestimenta y su nariz. Era mucho mejor estar en el centro comercial que afuera. Salieron cuando Six comenzó a sentirse mejor.

Caminaron durante dos horas por el centro comercial, visitaron cada tienda y miraron cada artículo. Mono y Ray se separaron del grupo de chicas al ver una tienda de armas para cazar.

—Woaa, mira esta Mono.—le dijo Seven tomando en sus manos una escopeta moderna. Solo estaban ellos dos en la tienda, el vendedor no estaba.

—Mira estos cartuchos.—le dijo Mono a Ray tomando unos cartuchos de gran tamaño. Mono desvió su vista a una hermosa escopeta, la tomó sin más y miró, observó y analizó cada detalle de ella.

—¡Los niños no deben jugar con armas!—una voz muy vieja hizo que ambos voltearan al ver al hombre muy molesto.—Estas armas son para los mejores cazadores, ¡con licencia!

Mono y Seven simplemente se acercaron y mostraron sus licencias. Pero el hombre no lo creyó.

—Con qué falsificando tarjetas, ¿eh?—el hombre bruscamente les quitó todo lo que ellos tomaron.—¡Largo de mi tienda!

La Caja Musical (Monix).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora