fight back! ━━ cobra kai

𝗗𝗢𝗦

¿ cómo sobrevivir a los
prejuicios de un sensei ?

Con el Internet en la palma de su mano, no había nada que las personas hoy en día no pudieran acceder. Por ello no le fue difícil a Cassidy investigar sobre distintos movimientos y técnicas del karate, eso una vez escapó de las miradas del comedor. Durante el resto de la hora de almuerzo se preparó en la sala que siempre estaba vacía, no fue fácil. No como creyó. Los golpes requerían de más fuerza de la que tenía, por eso se concentró en patadas, sus piernas eran su mejor arma, eso lo sabía.

Cuando las clases terminaron, Cassidy no fue directamente al dojo, había decidido asistir por última vez a su clase de ballet. Disfrutó de la elegancia y sencillez del baile, y de la calma que le transmitía. Lo extrañaría sin duda, pero sabía bien cuando las cosas debían tomar un rumbo diferente. Supo que hacia lo correcto cuando en su camino al dojo se encontró, no con uno sino con varios volantes sobre el dojo: "Cobra Kai". Estaba claro, su destino la estaba llamando. O eso le gustaba creer. Se trataba una oportunidad, su oportunidad.

Se acomodó el bolso mientras caminaba hacia el que parecía ser el dojo, no lo reconoció por su llamativo exterior, sino porque identifico a Miguel Diaz esperando en la entrada. Siguió acercándose lentamente, observando a un hombre de cabellos rubios ir hacia su compañero de clase.

—Sensei, me dijo que viniera a las cinco, ¿no? —le dijo el chico al que parecía ser su Sensei, que llegaba tarde.

—Sí, pero se cancela el entrenamiento.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Porque yo lo digo.

—Es una pena —habló Cassidy, plantándose frente a la entrada—. Creí que podría comenzar a entrenar hoy.

Miguel la reconoció de inmediato y se entusiasmó de ver que alguien quería unirse al dojo, sus esfuerzos estaban dando resultado. Sin embargo, el Sensei no se veía igual de contento. Sus labios formaron una mueca y observó a Cassidy de abajo hacia arriba.

—¿Entrenar qué? ¿Pilates? —se burló el hombre.

—¿Esto no es un dojo de karate? —cuestionó Cassidy, cruzándose de brazos.

—Lo es, pero aquí no hay chicas —dijo el hombre—. Gracias por venir.

—¿Y eso por qué? ¿sus estudiantes no pueden controlar sus hormonas?

—Por la misma razón que en el ejército —respondió el hombre con seriedad—. No tiene sentido.

La chica soltó una carcajada—. Sabe que levantaron la prohibición de combate para las mujeres en el 2015, ¿no? Por lo que, sus palabras son las que no tienen sentido.

—Sensei... —dijo Miguel, intentando hacerle notar que estaba cometiendo un error.

—Tal vez —siguió Cassidy, acercándose un poco más—, tiene miedo de darse cuenta de que, en realidad, las mujeres son igual de fuertes que los hombres.