De repente, escuché un fuerte grito emitió por la multitud y cuando se paró para revelar al culpable una anciana marchita se giró hacia el balcón. Sus ropas estaban hechas jirones, con el rostro cansado y arrugado pero desde incluso mi posición podía ver la ira a rodar en ella
—Solo hay un mal en esta tierra y no es la magia, ¡Eres tu! —Estuve de acuerdo con la anciana— ¡Con tu odio y tu ignorancia! Te llevaste a mi hijo. Pero te prometo que antes que termine estas celebraciones, compartirás mis lagrimas ¡Ojo por ojo, diente por diente, hijo por hijo!
—Agárrenla! —pude escuchar su grito atrás de mi, estaba listo para tomar mi daga y clavársela en el cuello, ¿Quién se cree para jugar con algo así? No iba a permitir que la única manera de que el imperio Otomano no tuviera más guerras se fueran al caño.
Pero antes que pudiera hacer algo, observe como aquella anciana tomaba un collar de su cuello y cantar algo en un idioma que no lograba entender, una nube de humo negro broto de la pieza de la joyería seguido de un fuerte viento, haciendo que desapareciera... Reconocí el hechizo; lo había visto antes, pero no dejaba de sorprenderme la forma en que ella lo ejecutó sin esfuerzo aparente. Mi mente bullía con preguntas, pero antes de que pudiera reflexionar más a fondo, decidí adentrarme en el castillo para continuar con mi misión.
Mientras caminaba por los pasillos, me encontré con una hermosa joven de cabellos dorados que parecía ser una sirvienta. Su presencia llamó mi atención, y aunque inicialmente mi objetivo era pasar desapercibido, no pude evitar preguntar:
—Disculpe, ¿puede indicarme la dirección de la sala del medico real? Estoy aquí para presentarme ante Gaius.
La joven me miró con curiosidad antes de señalar la dirección correcta. Agradecí con una sonrisa y continué mi camino, pero algo en la expresión de la joven me hizo sentir que mi presencia no había pasado desapercibida.
Entré en los aposentos de Gaius, el médico real de Camelot. La habitación estaba llena de libros y frascos con ingredientes misteriosos. Al no ver a nadie a simple vista, pregunté:
—¿Hola? ¿Hay alguien aquí?
No obtuve respuesta, así que decidí explorar un poco más. Al levantar la vista, vi a Gaius, un anciano, en la planta superior examinando libros. Me acerqué a las escaleras y, para advertirle de mi presencia, le llamé. Gaius se sobresaltó y giró hacia mí, pero en su distracción, tropezó con la barandilla de madera que resultó ser más débil de lo que parecía.
Vi cómo Gaius caía hacia atrás, y mi instinto mágico se activó. Sin pensarlo dos veces, utilicé mis habilidades para mover la cama más cercana, amortiguando la caída del anciano. La cama se desplazó suavemente hacia la posición correcta, justo a tiempo para recibir a Gaius.
Gaius, aún atónito por lo que acababa de suceder, se levantó con cuidado y me miró con una expresión inquisitiva.
—¿Qué acaba de pasar? ¿Cómo lograste... eso? —preguntó, señalando hacia la cama que había movido para salvarlo de la caída.
Traté de mantener la calma y rápidamente inventé una historia para cubrir mis habilidades mágicas. Sin embargo, Gaius no tardó en exigir la verdad con una intensidad que no podía ignorar.
—Merlin, no me mientas. Necesito saber la verdad. ¿Qué hechizo realizaste?
Suspiré resignado, sabiendo que ya no podía ocultar la realidad. Miré a Gaius con seriedad y finalmente admití:
—No usé ningún hechizo. Solo quise que la cama se movía, y lo hizo.
Gaius frunció el ceño, evidentemente escéptico ante mi explicación. No estaba dispuesto a aceptar mi versión sin más.
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Love in War [Merthur]
Teen FictionEn medio del misterioso y oscuro bosque, encontré a Merlin, un niño perdido y desamparado de tan solo nueve años. Como príncipe, hijo del poderoso Sultán, mi destino parecía trazado, pero mi corazón me instó a llevarlo al palacio y criar a Merlin co...