CAPÍTULO VII

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30 de marzo, 2013, New York - Usa

– Si tú cachorro es hombre su nombre debería ser Harry y si es mujer posiblemente Harriet – sonrió el rizado con suficiencia –

No seas ridículo Styles, no voy a ponerle esos nombres a mi cachorrito, sería como un castigo – río la ojiverde

Oh vamos, son los mejores nombres –

– ¿Según quién? –

– Según yo, además tú hijo se debería llamar como tu mejor amigo – bufo indignado –

No sé si Camila quiera ponerle ese nombre – se encogió de hombros –

Oh claro que lo querrá, sólo unos panesillos hechos por mi hermoso Omega y aceptará – sonrió orgulloso de si mismo –

Pareces un niño chiquito – habló Zayn refiriéndose al rizado – además todos sabemos que el nombre de tú cachorro debería ser Zayn –

– El alfa rizado bufo mirando al Omega frente a él – No es como si fuera un gran nombre – dijo restándole importancia –

Oh por favor, mejor que Harry si es – gruño el pelinegro –

Jodida mierda, cierren la boca ambos, mi cachorro no llevará ninguno de los dos nombres, además Camila será quien lo elija – suspiro cansada –

Aburrida – bufo el rizado en un murmuro sacándole un leve gruñido a la alfa – Pensaba en ponerle tu nombre a mi cachorra pero creo que tendré que elegir otro nombre – dramatizo –

La ojiverde rodo los ojos, tomó su celular y dejó un mensaje a su pequeña Omega, deseaba volver a casa lo más rápido posible y poder pasar una tarde completa con su Omega. Aunque le agradaba pasar tiempo con el rizado y el pelinegro odiaba cuando se ponían a discutir como dos niños pequeños.

Desde que tenía memoria, Harry, Zayn, Liam, Louis, Normani y ella habían sido mejores amigos prácticamente desde que nacieron, pero realmente le fastidiaba cuando se comportaban como niños pequeños ¡Por favor! Necesitaba un descanso.

♤♤♤

Lo único que la alfa podía pensar era en llegar a casa y ver a su Omega. Condujo al rededor de veinte minutos de camino a casa en donde encontró a una hermosa Omega durmiendo; amaba admirar la belleza de su rizada, podría pasar horas enteras simplemente observandola y jamás se cansaría de eso, la amaba, vaya que lo hacía, todo el mundo era testigo de su amor por aquella pequeña Omega, aunque a ella no le interesaba nadie más que su Omega, no le interesaba que nadie más que aquella chica supiera cuanto la amaba, no le interesaba absolutamente nada más que su Omega.

Se acosto a su lado y acarició su preciosa y suave carita, sonriendo al admirar cada centímetro de su rostro, parecía hecha por los mismísimos ángeles, se sentía realmente afortunada de tener a alguien como Camila en su vida, estaba orgullosa de poder decir que ella era su Omega y que estaba esperando a su cachorro, estaba feliz, claro que lo estaba, sus ojos tenían un brillo único, el cual sólo aparecía cuando Camila estaba cerca o cuando pensaba en ella; no podría imaginar que sería de su vida sin la rizada.

– ¿Hace cuánto llegaste? – preguntó Camila en un susurro aún adormilada

– No hace mucho cariño, sigue durmiendo – dejó un pequeño beso en su frente –

La Omega ronroneo gustosa mientras volvía a cerrar sus ojitos cayendo nuevamente en los brazos de Morfeo; la ojiverde se sentía demasiado cómoda justo ahí, admirando a su Omega dormir, sabía que ese era su lugar, a donde pertenecía y nadie podía negar nunca el amor que se tenían la una a la otra.

Mi Dulce Omega || Camren Donde viven las historias. Descúbrelo ahora