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—Nayeonnie, ¿Desde hace cuánto lo sabes? — preguntó Mina, la menor estaba sentada en su regazo, recibiendo mimos en su espalda y en su corto cabello.
Su chica bonita había llorado por mucho rato, una hora o más, y Mina la había consolado y repetido una y otra vez, que no la abandonaría y que la amaba más que todo lo que estás pasando, que era más valiosa que eso y no podía desperdiciar una joya como ella, porque sino, será la más grande de los idiotas.
Después de su última relación, no podía culparla de que tuviera miedo de algo así, por lo que no se lo tomó personal y sólo se encargó de recordarle la verdad.
— Que la quimio no estaba funcionando... Lo sé desde antes de que te operaran, y que ya no había nada que hacer por mí... Unos días antes de que te dieran al alta.
— ¿Y por qué no me dijiste? — murmuró la pelinegra, aunque ya se hacía una idea de la respuesta.
— Porque no quería hacerte mal... Y ya te estabas recuperando, una noticia así iba a hacer que empeores y no quería que siguieras enferma...
Mina acarició sus mejillas.
— Es muy dulce de tu parte, nena. — dijo, haciendo que sonriera—. Eres un amor, Nayeon, desde el primer día que te conocí lo supe.
— ¿Ya te vas a poner sentimental? — dijo Nayeon con una sonrisa penosa—. Guárdalo para el discurso en mi funeral, Mina, no- — el beso del mayor sobre sus labios la hizo callar—. N-Nayeon~ — murmuró contra sus labios.
La mayor insistió hasta que Nayeon siguió el beso, moviéndose suavemente a la par y con tranquilidad, se besaron por largos segundos hasta que consideraron que era suficiente.
— ¿Ya no puedo ponerme sentimental con mi novia?
Nayeon sonrió con algo de pena, el rubor subió a sus mejillas.
— Mina... Eres muy buena y quiero que siempre recuerdes que te mereces esto— tomó su mano y entrelazó sus dedos—. Mereces sanar y mereces vivir y mereces ser feliz.
— Tú también lo mereces, Nayeon.
Nayeon bajó la vista a sus manos unidas, y protegió entre sus manitos la mano de la mayor antes de suspirar de forma pesada y murmurar:
— A veces no siempre tenemos lo que merecemos, y no hay nada que hacer con ello, por eso... Es mejor disfrutar de lo que queda.
