chemo

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—¿Dónde está la frente, Nayeon? — preguntó Mina, y su novia rió mientras rodaba los ojos, mientras la mayor dejaba un beso en su frente— ¿Dónde está la cien, Nayeonnie? — y dejaba un beso en su cien, llevaba haciendo eso largo rato—. Oh, que sorpresa, nena, hay una cien de cada lado, dos besos, una en la derecha, — dejó un beso en su cien izquierda—. Y una en la izquierda— tomó su barbilla para dejar un beso en su cien derecha, girando su rostro un poco.

— ¿Eres disléxica? Esa no es la derecha y la otra no es la izquierda— dijo Nayeon para molestarla.

— En realidad tengo déficit de atención, a veces se confunde.

— ¿En serio?

Mina asintió haciendo un puchero.

— Oh, mi nena— Nayeon tomó sus rosadas mejillas—. Sigue repasando las partes del rostro, anda— Nayeon cerro sus ojitos y arrugó su nariz, haciendo reír a la mayor.

— ¿Y la nariz, Nayeonnie? — se acercó para frotar su nariz en la de su novia— ¿Sabes dónde está?

Nayeon negó y frotó su nariz levemente contra la de Mina.

— Pues empieza por aquí— dejó un beso casi en el entrecejo de la menor—... Sigue por aquí— besó el puente de su nariz—... Y esta es mi parte favorita— besó la punta de su nariz.

— ¿Por qué es tu favorita?

— No sé, es pequeña y adorable y puedo hacer esto— colocó un dedo en la punta de nariz y presionó levemente como si fuera un botón—. Boop.

— A ver, Mina, los labios, ¿Dónde están? — preguntó Nayeon en tono de burla.

— Aquí— la mayor tomó sus mejillas y con una toco sus labios.

— ¿Y los otros?

— ¡Nayeon! — Mina se preguntaba por qué la pequeña era tan pervertida.

Nayeon comenzó a reír y su rostro se tiñó de rojo, Mina rió con ella.

De esas formas tontas, Mina lograba entretener a Nayeon todo el rato que duraba la quimio, y hasta la motivaba tanto que no salía tan cansada, a pesar de que le dolía el cuerpo, su alma y su corazón estaban cargados de felicidad que podía transformar en energía con la que podía aguantar toda su vida si quería.

Porque Mina era lo que más la llenaba de felicidad, completamente.

Aunque la vez en la que el médico le dijo que habían terminado con la quimioterapia y que iría a su primer trasplante de médula, podía pelear mano a mano con la felicidad de tener una novia como la suya.

Y esperando en una camilla del hospital, de la mano de Mina, la pelinegra habló como una niña pequeña:

— ¿Te cuento algo muy triste?

— De acuerdo, Mina— Nayeon miró el puchero que la mayor cargaba en sus labios.

— No me dejaron donar médula para mi novia maravilla— dijo y exagero su puchero.

Nayeon rió y negó.

— Claro que no, tonta, si apenas sales de estar enferma.

— Bueno... Pero me hacía ilusión.

— Hey, que ya me has donado amor, Mina, ¿Quieres dar más? Ya das mucho por mí, por esto... Eres genial.

— ¿Momento cursi? Mmm... Me gusta.

Nayeon dejó caricias en sus manos, sonriendo totalmente enamorada.

— ¿Sabes que me gusta mucho y que estuve pensando últimamente? — Mina alzó una ceja—. Que al principio... Me necesitabas más de lo que yo te necesitaba a ti, digo, estabas muy mal y estuve yo para apoyarte... Y cuando yo no pude más estabas ahí para mí e hiciste lo mismo por mí. No siempre encuentras a alguien que dé lo mismo que tú.

Mina sonrió algo complacida, como si la hubiera sido reconocido por hacer un buen trabajo.

— Es lo justo, es como debería ser, creo yo.

— Yo también lo creo.

— Funcionamos muy bien, amor— dijo Mina, alzando sus cejas varias veces— El mejor equipo. Hashtag Minayeon.

— ¿Por qué no Nami?— dijo Nayeon, frunciendo el ceño.

— Porque soy mayor y voy primero porque nací primero.

— Excusas, excusas.

— Ixcisis, ixcisis.

— Myoui Mina, quiero golpearte.

— Oh, vamos, pelea, que no tendré piedad, nena.

— Nada de golpes— la puerta de la habitación se abrió y el doctor habló al ver a Mina con los puños al frente y dando puñetazos al aire, haciendo que esta sintiera vergüenza, se ruborizara y bajara la vista, para risas y burlas de la menor.