Jiang Cheng se desabotonó la camiseta y se quitó los pantalones. Su torso estaba completamente desnudo, era delgado, su piel tersa, los músculos muy ligeramente marcados en un lechoso tono provocador que enmarcaba sobretodo su cintura. Nie MingJue lo miró atentamente cada movimiento que él hiciera, siguiendo las curvas de este, era tan perfecto.
— bien, entonces —se giró a verlo, MingJue subió su mirada y lo vio a la cara— ¿Qué esperas para desnudarte tú? —preguntó Wanyin con una sonrisa en el rostro. El gran hombre se quitó la camiseta luego de desabotonarla y se sacó la camisa que llevaba debajo.
Mientras se desnudaba el Jiang lo iba observando, aunque su mirada estaba más fija en los abdominales de este... Era la primera vez que lo veía tan desnudo y le gustaba mucho lo que veía.
— listo —dijo una vez que solo le quedaba el boxer— ¿Entramos? —preguntó tendiéndole la mano. El menor la tomó y metió una pierna en el agua para luego meter la otra.
Todo olía delicioso, y el agua estaba tibia. Cuando los dos estuvieron dentro se sentaron para dejar la mayoría de su cuerpo bajo el agua, solo los hombros y la cabeza fuera.
Wanyin cerró sus ojos, realmente necesitaba eso, necesitaba la tranquilidad y la relajación de un baño de burbujas.
— Bien, es momento de que pruebes el chocolate —dijo el joven abriendo los ojos y acercándose a MingJue. Quien lo miró un poco nervioso, de cerca era aún más hermoso y en esas condiciones debían darle una medalla por no tomarlo a la fuerza en ese momento.
— vale —sonrió un poco, tomó con sus dedos un trozo de chocolate blanco. Lo metió en su boca y comenzó a probarlo, su boca estaba por completo extasiada de sabor.
— es delicioso, muy dulce —respondió, acto seguido dió un trago a su copa que tenía vino blanco.
— a mi no me gusta —confesó Jiang Cheng, con una sonrisa traviesa— prueba este —dijo ahora dándole en la boca un trozo de chocolate semi amargo, el mayor lo saboreo con una sonrisa.
— este me gusta más, es delicioso —dijo obteniendo del más joven una sonrisa aún más grande, el Jiang le dió una pequeña mordida a la fresa y se recargó en la pared del jacuzzi.
— gracias por esto —dijo con los ojos cerrados, Nie MingJue lo miró desde su altura... Los rasgos tranquilos, finos... Era como un Ángel en el cuerpo de un humano. Era perfecto para él.Se acercó, solo para darle un beso en la mejilla haciendo que este al instante abriera los ojos y lo mirara. Sus caras estaban tan cerca la una de la otra, sus alientos chocaban el uno contra el otro... El demonio miró con detenimiento a aquel inocente joven, se había enamorado de él... No quería solo un hijo, quería algo más. Wanyin lo había hecho sentir, gracias a él es que ahora conocía lo que los humanos llamaban amor...
Sabía que acostarse con el Jiang significaba que tendría un hijo... Y no quería eso, quería disfrutar más tiempo con él.
— Wanyin —susurró con los ojos cerrados y con sus manos a cada lado de los hombros del chico, tan cerca de él— ¿Te parece loco si te confieso que me gustas mucho? —Jiang Wanyin sintió que su respiración se agitaba como loco, por supuesto que le parecía loco, pero le gustaba también.
— Tan loco como que me gustas también —respondió de la misma manera que el otro, MingJue abrió los ojos para conectar sus pupilas con las de el joven, tratando de transmitirle todo el cariño en una mirada.Cómo por inercia, sus labios se unieron en uno solo, se movían como si estuviesen hechos a la medida del otro. Las manos de Wanyin se enredaron en los cabellos de la nuca, metiendo entre sus dedos las hebras negras del chico. Sus cuerpos mojados estaban pegados el uno con el otro pero no había más que ternura en el aire.
— No quiero solo acostarme contigo, Wanyin, te lo juro —dijo luego de separarse del menor un poco, lo abrazó como pudo pegando su pecho con el de Jiang. Le besó la mejilla de nuevo y recargó la cabeza en su hombro.
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Demon - MingCheng
FanfictionAquel hombre esa distinto,era intrigante, era oscuro. Algo tenía seguro y era que no pertenecía a este mundo. Era lo más perfecto que había visto en su vida. Sus ojos castaños eran penetrantes, su sonrisa podía convencerte de hacer cualquier cosa...