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Wanyin se perdió en la pantalla de su ordenador, desde una semana atrás, cuando MingJue le había ofrecido su apartamento era un tema recurrente en su cabeza.

Sus jefes le habían felicitado por el buen trato y se había hablado de un posible asenso... Dejar de ser secretario y empezar a ser encargado de las juntas con los empresarios. Pero ni siquiera eso podía hacerlo pensar tanto como aquella propuesta.

— Wanyin —habló la voz a través del comunicador. El menor sacudió la cabeza saliendo del trance, miró al aparato y habló de vuelta.
— ¿Necesita algo? —preguntó, se escuchó una risa tras de la máquina y luego, el silencio.
— te decía que ya es tu hora de salida, puedes ir a casa —el Jiang asintió, colgó la llamada y tomó sus cosas.

No quería ir a casa, porque se sentía solo, pero tampoco quería ir a molestar a Wei Wuxian en su nueva vida.

Salió del edificio un poco en otro mundo y se echó a andar por la calle en dirección a su apartamento. Iba tan concentrado en las rayas del suelo que no escuchó cuando lo llamaban.

— Wanyin, hola —le tomaron del brazo, se asustó y se volteó esperando ver un ladrón o algo, pero no. Era Xichen.
— Hola, dios... —se agarró el pecho— me asustaste
— vas muy distraído, ¿Estás bien? —preguntó, negué.
— Tengo una cosa en la cabeza en la que quiero dejar de pensar ya, te juro que estoy harto —confesó, el Lan sonrió y lo tomó de la mano jalándolo hasta su auto. Lo dejo subir y luego dió la vuelta.

— ¿A dónde vamos? —preguntó el Jiang un poco divertido, le emocionaba esto.

Xichen hizo una seña con su mano y avanzó. Jiang Cheng trató de aprenderse el camino, tratando de al mismo tiempo intentar adivinar a dónde iba. Sorpresivamente, no sabía a dónde iba. Xichen se detuvo luego de unos 30 minutos en un lugar boscoso, con muchos árboles. La luz del sol comenzaba a irse, y les daba un paisaje bastante lindo.

Ambos bajaron y se sentaron sobre la cajuela del coche. Uno al lado del otro sonrientes.

— mejor? —preguntó, el joven asintió y respiró hondo. El aire limpio de aquel lugar le desintoxicaba los pulmones.
— mucho mejor —respondió y lo miró a los ojos— gracias
— no me agradezcas, entiendo ese sentimiento de no poder dejar una idea, o un comentario... Lo molesto que es pensar en eso todo el tiempo, así descubrí este lugar, y ahora es mi lugar de paz. —confesó el Lan, Wanyin sonrió. Le parecía tan lindo, tan lindo todo lo que pasaba. Ambos de quedaron viendo a los ojos, luego Lam Xichen bajó su atención a los labios del menor. Quiso besarlo, pero notó como Wanyin empezaba a incomodarse con su gesto, así que solo apartó la mirada y sonrió resignado.

A Jiang Cheng le tomó por sorpresa no ser besado luego de aquella tensión, pero agradeció que no lo hubiese hecho, porque se habría tenido que apartar de tan cómodo evento, después de todo aún en su cabeza resonaba el nombre de MingJue.



MingJue esperaba preocupado en su auto afuera del edificio donde vivía Jiang Cheng... El chico no había vuelto a casa y ya eran casi las 2 de la madrugada. Dió una calada más al cigarro y miró su teléfono esperando a que él le regresara las llamadas.

Un auto se detuvo frente a la entrada y de ese auto bajó Jiang Cheng con una sonrisa amplia de oreja a oreja, se asomó por la ventana y luego, del otro lado salió Xichen.

El Nie sintió que le dolía el pecho, cosa que jamás había sentido. Cerró sus ojos tratando de calmar su demonio interior que le exigía bajarse del coche y hacer un desastre ahí mismo. No quería asustar a Jiang Cheng, no quería que él se alejara de su lado aún cuando al parecer... El Jiang no quería nada con él.

Demon - MingChengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora