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Se calmó la respiración una vez estuvo en los baños, se miró al espejo y vio que el hijo de puta le había dejado una marca roja en el cuello. 

— ¿Qué mierda se supone que haga ahora? —dijo para sí mismo cerrando sus ojos un poco... Molesto. 

Odiaba los chupetones, se veían horribles y además eran como marcar territorio y él en definitiva no era territorio de MingJue. 

Se echó agua en la cara, se retocó el maquillaje y salió del baño. 

Se sentó en su escritorio como si nada pasara tratando de tapar con el cuello de la camisa la marca roja que próximamente se haría morada. 

— ¿Estás bien? —preguntó Lan Zhan saliendo de la oficina de MingJue. Wanyin asintió— El Señor Nie me dijo que te necesita ver —el chico asintió y se levantó. Wangji lo detuvo con cuidado y lo miró a los ojos— no hagas nada que no quieras Wanyin, a pesar de su posición no puede obligarte a nada, ¿Bien? —le dijo serio. 

Wangji se caracterizaba por ser un hombre de valores, era correcto, era respetuoso y honesto. Se llevaba de maravilla con el amigo de su novio, y no permitiría que ningún empresario se aprovechara de su situación con su secretario. Y menos si ese secretario era su amigo, no lo permitiría nunca. 

— tranquilo, Lan Zhan, no hemos hecho nada —mintió un poco y sonrió— no te preocupes —dijo para tranquilizarlo. Tenía suficientes problemas en la cabeza como para preocuparse por él. 

Lan Zhan asintió y caminó hasta el elevador para bajar. Wanyin esperó hasta que estuviera lejos para volver a entrar, y para su sorpresa el mayor la esperaba detrás de esta. 

Apenas entró el Nie cerró la puerta y lo acorraló contra la pared. 

— ¿Por qué el interés de Lan Wangji en ti? —dijo serio, molesto, celoso. 

— Wangji es mi amigo —respondió asustado, los ojos del mayor parecían echar llamas y en cierto modo le asustaba mucho. 

— He visto que te llevó a casa la otra noche —seguía aprisionándolo

— Señor, lo siento pero estas preguntas son innecesarias —trató de alejarse. Pero MingJue no se lo permitió, se pegó más a él al punto de que ambos estaban completamente pegados. 

Lo miró desde su altura, que no era mucho más que él, unos cinco centímetros teniendo en cuenta que Wanyin llevaba botas con un ligero tacón.

— ¿Seguimos entonces? —preguntó seductor, se acercó al oído del chico y le mordió el lóbulo muy despacio para provocarlo solamente. Jiang Cheng cerró sus ojos, y suspiró un poquito, luego cayó en razón. 

— no puedo MingJue —lo empujó un poco y se alejó de él unos metros. 

Se limpió la oreja con la mano y se acomodó el cabello, el chico se volvió a acercar a él por detrás, le acarició el hombro y le volvió a besar el cuello. Con sus manos le desabotonó de nuevo el primer botón de la camisa sin pasar de agarrar los pectorales del chico con la otra mano. 

— No, MingJue —claro que el chico disfrutaba, no era de piedra. Pero, ¿Realmente estaba dispuesto a tener una relación meramente sexual con su jefe? Porque no parecía que este quisiera algo serio, romántico y bonito. 

— sabes que lo quieres tanto como yo, Wanyin —murmuró, Wanyin asintió— ¿lo ves? Venga, ayúdame un poco, pon de tu parte —le tomó la mano y lo giró sobre sus talones para tenerlo de frente a él. 

Lo hizo caminar hacia atrás hasta que chocó con su escritorio, lo sentó en el y le besó la boca finalmente. 

Jiang Cheng no podía dejar de pensar en que hacía mal, que estaba haciendo algo malo y que al hacerlo con conocimiento sería peor. Pero no podía detenerse, quería eso, estaba excitado en su totalidad. Era presa de las manos de ese hombre que, con gusto, lo acariciaba por encima de la ropa. 

Demon - MingChengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora