Al mirarse al espejo por la mañana supo que algo andaba mal.
No fue exactamente su reflejo, sino la extravagante cantidad de envases de gel fijador apilada en la repisa del baño. Chifuyu no usaba fijador desde los doce, hace casi cuatro años.
Con el ceño fruncido pensó que tal vez era una broma de Takemichi o Hakkai.
Tomó una rápida ducha y arregló su cabello, escogió una camiseta simple y unos pantalones holgados, era sábado e iría a recoger su moto al taller de Draken. Colocó un poco de delineador negro en sus ojos y cuando volvió su mirada al reloj de la pared soltó una maldición. Draken odiaba las tardanzas.
Garabateo una nota rápida para su mamá, quien debía seguir durmiendo, y ató las agujetas de sus zapatillas.
Una fresca brisa de otoño se colaba por los pasillos del complejo de departamentos y el sol brillaba en lo alto. Mientras corría escaleras abajo revisó si tenía suficiente dinero en su billetera para pagar el servicio de Draken, pero llamó fuertemente su atención la foto de su carnet estudiantil. Ahí aparecía un Chifuyu con copete y cara de pocos amigos, muy distinto a la foto que él recordaba.
Iba a soltar un grito de la impresión cuando trastabillo en un peldaño y su cuerpo al caer impactó con otro. Su mandíbula chocó contra un hombro y por instinto se aferró a los brazos del desconocido que tuvo la desgracia de cruzar camino con él ese día.
— Ey ¿Acaso no sabes caminar?
La sangre de su cerebro descendió a sus pies y un nudo apretó su garganta. Conocía esa voz ronca, aún después de años sin oírla más que en sus sueños.
Debía ser una alucinación.
Su cuerpo no quería soltarse del ignoto de voz conocida. No quería levantar la mirada y encontrarse con la cruda realidad.
— Oye, muévete — áspera e impaciente, seguía sonando como él.
— Perdón — murmuró avergonzado.
Pero al verle el rostro, pensó en desmayarse ahí mismo.
Era Baji Keisuke.
Mismos ojos avellanas. Mismo ceño fruncido.
Solo que el pelo estaba teñido de la mitad para abajo, y su clásica gargantilla había sido reemplazada por un collar simple.
— B-Baji san — susurró incrédulo.
— ¿Eh? ¿Y esa formalidad? — Baji enarcó una ceja — Creí que eras el irreverente del edificio. No tengo tiempo para tus rarezas, Matsuno — esquivó a Chifuyu con las manos en los bolsillos y siguió su camino escaleras arriba.
Sin mirar guardo la billetera en su bolsillo y en modo automático bajó el último tramo de escaleras.
Eso fue demasiado real para un sueño. Esa persona era Baji Keisuke, solo que muy distinto al que conoció. Para empezar, el Baji Keisuke que conocía, llevaba dos años muerto.
Si su presente había cambiado, podía eso significar que algo en el pasado fue alterado, y el único viajero del tiempo que conocía era Takemichi. Pero usualmente, Takemichi venía del futuro y Chifuyu no podía ser consciente de los cambios.
También existía la remita posibilidad de nunca haber conocido a Baji. Y que todo lo que vivió con él en Toman fuera un sueño.
Descartó eso de inmediato.
Existían tantas posibilidades, pero una incontenible alegría saltó en su pecho. Baji estaba vivo. Por un momento podía ignorar todo, incluso la indiferencia del mayor, porque Baji estaba vivo.
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enchanted || Bajifuyu
Hayran KurguChifuyu no sabe mucho de viajes en el tiempo, solo sabe que despertó y el chico del quinto piso que dice ser Baji Keisuke no es como lo recuerda. Para empezar, él no lo recordaba vivo. ♦ Basado en la línea temporal presentada en el capítulo 270 del...