🔅Diciembre 14

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Trabajaron durante siete minutos, y habían recolectado unas ocho piedras, estaban a nada de seguir cuando de repente Erwin cayó en el suelo.


- Erwin! - rápidamente llegó para ayudarlo, al tocarle la cara se dio cuenta que estaba muy caliente. - Ey..! Hace cuanto estás así? - se preocupó.

- Hace un par de minutos, pero no te preocupes, lograré terminar mi trabajo, no me separaré de ti. - le sonrió débilmente.

- No. - levanto la voz. - No estás bien, esto es mi culpa y por eso aceptaré que te alejes de mí, fue suficiente por hoy, regresemos... - se levantó del suelo totalmente desanimado.

- Levi... - le llamó suavemente. - No es tu culpa, ya te lo había dicho, y si eso quieres no me opondré, pero mi decisión es quedarme acá hasta terminar este reto.

- Bien, no te opondrás. - Levi con todo el dolor de su alma ayudó al rubio para sacarlo de la mina. - Gracias por intentarlo...


Ambos salieron de la mina y la cara de Yelena era totalmente de satisfacción, ella estaba segura que no lo lograrían, y así fue, los icho minutos que estuvieron allí abajo fueron en vano, no pudieron cumplir.


- Felicitaciones Smith! Esta totalmente libre de esta mina, acompáñeme a retirar su contrato!
- Lo llamó y comenzó a caminar hacia una carpa.

- Levi, no vienes? - preguntó mirando borroso, la fiebre había subido.

- Terminaré esto, vete a casa. - finalizó sin mirarlo, regresó directo a la mina y volvió al trabajo. - Maldita sea! - gritaba mientras golpeaba la roca. - Maldita sea!! - sus golpes eran más y más fuertes que hacían que la mina comenzara a temblar. - No quiero estar solo!!
- cesó sus golpes y se recostó en una pared, sus manos estaban lastimadas y miraba como la tierra comenzaba a caer, no le dio importancia y solo se quedó ahí sentado. - Si no hubiera sido tan descuidado, todo esto no estaría pasando. - comenzaba a lamentarse, estaba lleno de tierra por todo el polvo que había levantado, ahora sus manos ya no dolían porque había un dolor mucho más fuerte, este provenía de su pecho, sentía cómo se presionaba y le causaba un ardor en la boca de su estómago. - Duele, duele mucho... - su voz comenzaba a quebrarse. - No quiero quedarme solo Erwin, no quiero... - bajo su mirada y ahí, en medio de todo el polvo vió una pequeña piedra verde, al instante recordó el collar que tenía Erwin escondido, la recogió y la miró por unos segundos. - No estoy solo, cierto? - sonrió suavemente y junto sus manos al pecho, el dolor comenzó a disminuir hasta que desapareció; Salió de la mina y fue directo a casa.

- A dónde vas..!? - su camino fue interrumpido por la chica de gran altura. - Tu jornada aún no acaba.

- Cumplí con mi meta diaria, ahora fuera de mi camino. - dijo en tono serio y algo fuerte.

- Incluso hiciste más! - sonrió. - Pero el comandante te llama, así que ve con él, después puedes ir a consolar al rubio, y no te preocupes estará bien.

- No te metas en lo que no te incumbe. - la desafío con la mirada, pero antes de decir algo más el general apareció.


Caminaron hasta su carpa y el comandante le explicó que iba a tener que cambiarlo de mina, esta vez tendría compañía, ese era un trabajo que al menos debían realizar dos personas, por eso lo reubicó.


- Tu compañera será Mikasa Ackerman, que casualidad que tengan el mismo apellido, quizá sean parientes! - lo dijo con un tono hipócrita.
- Bien, creo que eso sería todo, pero antes de que te vayas... - se acercó al pelinegro y golpeó su mejilla con su propio arnés. - No busques problemas y trata mejor a una dama como Yelena.

• 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐠𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐮𝐥𝐜𝐞 • • eruri •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora