"Sí, quiero"
Aquellas dos palabras que pronuncié hace poco más de un año y que tanto han estado rondando en mi cabeza. Una decisión precipitada que tomé de un día para otro sin ser consciente de lo que me atenía. Dije que sí, le tendí mi confianza y me acabé convirtiendo en su mujer. ¿Lo quería? No. ¿Él me quería? No, nuevamente. Lo nuestro se solía llamar matrimonio por conveniencia. Él quería la nacionalidad española, yo solamente quería dinero para pagarme el máster. Dinero por dinero, ansias de fama y estabilidad. Casada con un futbolista que de la noche a la mañana dio un giro inesperado en su vida, fichó por FC Barcelona y mi vida se vio envuelta en un mundo lleno de lujos. Una vida que no era para mí, pero que disfrutaba como la que más. El único inconveniente, estaba casada con un hombre y a mí me gustaban las mujeres.
-¿Podrías sonreír un poquito?-me dijo entrelazando su mano con la mía.
Lo miré de reojo, no le contesté. Pude apreciar cómo su cuerpo comenzaba a tensarse. Con mi dedo pulgar acaricié el dorso de su mano tranquilizándolo. Pero de nada servía cuando nuestra relación pendía de un hilo. La tensión siempre se podía notar. No hubo química, nunca hubo complicidad.
-Es que no quiero estar aquí-suspiré.
-Se supone que eres mi mujer-susurró perdiendo su mirada en mis ojos.
-Se supone no, soy tu mujer. Para algo estamos casados-rodé los ojos sin disimular mi descontento-. Matrimonio de conveniencia, te lo recuerdo.
Tragué saliva y desvíe la mirada cansada de las discusiones. Desde que nos convertimos en marido y mujer, nos pasábamos los días discutiendo. No éramos compatibles y a la vista estaba que no nos soportábamos. Discutir fue durante meses nuestro método de escape. No nos soportábamos, pero de alguna forma nos buscábamos a des horas. Por mucho que me negara, él era la mejor compañía que podía tener en Barcelona.
-No me gusta el ambiente. Lo último que me apetece es conocer a tus compañeros con los que te pasas el tiempo dándole pataditas al balón. Tampoco quiero reírle las gracias a tu entrenador mientras bromeais acerca del clásico de la semana que viene.
-Va a estar Alexia Putellas en la cena-comentó con parsimonia, desganado.
Mi cara cambió, se transformó por completo. La sonrisa tonta se instaló en mi rostro, lamí mis labios para acto seguido morder de forma sensual el inferior. Una diosa inalcanzable, la crush que toda mujer podría tener. Simplemente era ella y yo perdía los vientos por la mejor jugadora del mundo y eso que ni la conocía.
-No intentes nada que te conozco. Este matrimonio se va a ir a la mierda-apretó las manos, estrujando la mía.
-¡Memphis!-grité muerta de dolor.
-Lo siento.
-Y tranquilo, que no voy a ligar con ella, bastante tengo con aparentar. Pero que no se me acerque mucho-le advertí.
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La Historia Que Tú Hiciste
RandomSegundo reto de nuestra editorial Participa en nuestro reto de escritura al azar. Escribe una historia corta y deja que otra persona te elija a ti para escribir otra historia. Incluye palabras elegidas al azar y diviértete creando Reto para fomentar...