90 días. 23 horas. 4 minutos.
Y no cuento los segundos porque ya me parecería más patético si cabe. Ruedo por la cama, cual balón de fútbol. Pienso en que pudo pasar. En que pude hacer para perderte. Me diste de tiempo hasta que terminara el Mundial. Hasta que volvieras de cumplir tu sueño. Pero cuando te vi ir directo a portería, y marcar ese gol que sabía que cambiaría tu vida, lo comprendí, lo nuestro tenía fecha de caducidad. Y lo peor es que yo fui quien le puso la etiqueta.
No quise ser ese punto y aparte en su vida. La que quizás lo retendría de hacer aquellas cosas que más le gustarán. No quise que por mi culpa él no creciera y fuera esa persona destinada a ser. Yo era una chica normalita. Él, toda una estrella emergente.
Me levanto de la cama y camino arrastrando mis pies hacia la ducha. Debo estar en media hora en mi trabajo. Sonreír. Hablar cuando me preguntan y mantenerme afable, cuando en realidad estoy muriendo por dentro. Cuando tu ausencia duele y quema mi piel como si los rayos de sol impactaran directamente en mi cuerpo.
Ya no me importa aparentar que estoy bien. Sólo lo hago cuando sé que voy a verlo. Intento hacerme la fuerte delante suya aunque nuestras miradas no tiendan a cruzarse. Minutos después, llego a mi destino.
A veces no sé ni como llego hasta aquí. Como aparco mi coche en mi plaza designada y soy capaz de socializar cuando lo único que quiero es volver a casa y tirarme de nuevo en la cama dejando que las horas pasen de nuevo.
90 días. 24 horas.
Entro en la sala y recibo las instrucciones de mi superior. Azares del destino, él es el primero a quien tengo que atender. Nunca me negué a hacerlo, y él nunca se negó a que yo lo hiciera. Lo veo entrar por la puerta y muerdo mis labios intentando no llorar. Me doy la vuelta y hago como si viera su ficha, cuando la realidad es que me la sé de memoria.
- ¿Athena? -su voz aún provoca escalofríos en mi cuerpo. Aún hace que quiera suplicarle que me perdone y que me acepte a su lado. Me giro y le doy una medio sonrisa que él no corresponde
- Lucas -le contesto- es el gemelo otra vez, ¿verdad?
- Si, lo es -me contesta sentándose en la camilla- desde el golpe que me dieron en aquel partido con la selección, me sigue molestando
- Vamos a echarle un vistazo pues
Me pongo gel en las manos mientras él se recuesta en la camilla. Mi corazón palpita en mi pecho y me grita que haga algo. Si no lo hice antes, no sirve de nada hacerlo ahora. Dicen que ésta con otras. Dicen que tiene novia, y si, me duele.
- No estoy con nadie Athena -miro a Lucas algo desconcertada y él me devuelve una media sonrisa
- Yo no te he preguntado nada -le afirmo poniendo mi mano en su muslo. Empiezo a hacerle un masaje sintiendo su familiar piel en mis manos, esa que tantas veces recorrí con mi boca. Él suelta una carcajada que me hace fruncir el ceño
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La Historia Que Tú Hiciste
AcakSegundo reto de nuestra editorial Participa en nuestro reto de escritura al azar. Escribe una historia corta y deja que otra persona te elija a ti para escribir otra historia. Incluye palabras elegidas al azar y diviértete creando Reto para fomentar...