Los años siguieron corriendo con el paso del tiempo. Taran y Beatrice tenían apenas dieciséis años cuando ocurrió. Una noche todo cambió.
Taran ya no soportaba toda la tensión, todos sus sentimientos. Beatrice tampoco los soportaba, pero había decidido empujarlos a un lado, temerosa por las consecuencias. Taran había decidido lo contrario, esa noche le confesaría a aquella princesa de fuego lo que sentía. Le confesaría, luego de años de verse, que la amaba, que la deseaba, que su corazón era de ella.
Estaba asustado, aterrado, pero eso no lo detuvo. Él tampoco detuvo a Bea cuando lo besó.
—¿Supondré que eso es un "tú también me gustas"? ¿Es mi declaración correcta?
Lo único que hizo la princesa de fuego fue reír.
—¿Acaso pensabas que no lo hacía, príncipe de estrellas?
—Tenía mis dudas, mi princesa de fuego. —Se acercó a ella, y llevó la cabeza de Bea a su pecho. Ambos estaban mirando al negro manto, disfrutando de sus noches, como siempre—. Pero se han esfumado. Todas y cada una. Y es gracias a ti, Beatrice. Tu acallas el ruido, el caos, en mi vida. Tu eres esa melodía que he estado buscando toda mi vida. Eres mi princesa de fuego.
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Una historia de Fuego y Estrellas
Historia CortaCinco Reinos. Una princesa y un príncipe. Un amor prohibido. Un plan.