Parte 3

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Flashback

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La manta de picnic que gracias a un hechizo simulaba las constelaciones del cielo nocturno estaba colocada bajo un frondoso árbol, la luz del sol se colaba entre las hojas y la brisa rozaba sus rostros brindando la temperatura perfecta para estar al aire libre.

El aroma de las flores se colaba en sus fosas nasales y a lo lejos el sonido de las aguas del río generaba la sensación de calma.

Ambos descansaban sobre la manta con los ojos cerrados y los brazos fungiendo como almohada detrás de la nuca. La canasta con comida preparada por Albus reposaba en el centro de la misma esperando el momento en que los magos decidieran abrirla para comer.

—¿Por qué rayos alguien le pondría chocolate a la fruta? Los muggles en verdad son extraños, Albus. Y tú les sigues la corriente. No pienso comer eso, la próxima vez me toca preparar la comida.

—Oh vamos, Gellert, no lo has probado, te prometo que las fresas son deliciosas, pero el chocolate las hace exquisitas. No te vas a arrepentir. Además al menos yo me esforcé, tú compraste la primera botella de vino espumoso que viste en la tienda.

—En mi defensa agregaré que cuando intenté preparar la limonada algo salió mal, estaba horrible. Creo que confundí la sal con azúcar. No podía hacerte probar eso.

El de rizos castaño rojizos ríe y gira colocándose sobre su hombro derecho para observar al rubio que descansa a su lado, quién lo imita y suelta una ruidosa carcajada.

—No es justo que no me dejaras usar magia, de no ser así lo habría conseguido. Debes admitir que sin esa chica rubia tú tampoco lo habrías logrado, Albus. Además creo que te sobre esforzaste, ve esa canasta. Parece un regalo para el primer ministro de magia. —Frunce los labios con molestia llevando su mirada a la del castaño—. Sabes, creo que esa chica gusta de ti, se le veía muy emocionada mientras acomodaban la fruta en la canasta. —El rubio vuelve a recostarse sobre su espalda y cierra los ojos respirando pesadamente, el mayor observa en silencio mientras una maraña de pensamientos inunda su mente—. Tal vez deberías invitarla a salir.

 Tal vez deberías invitarla a salir

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—¿En... en verdad piensas eso? —responde con un ligero tartamudeo después de unos segundos de silencio—. Creí que solo estaba siendo amable, me gusta comprar cosas ahí, pero esta era una ocasión especial. —Murmura lo último casi para sí mismo, y al darse cuenta de que el de ojos heterocromáticos lo escuchó las mejillas se tornan ligeramente carmesíes—. Bueno, porque no fue fácil convencerte de hacer el picnic, Gellert; además dudo que ella guste de mí, estás exagerando —carraspea tratando de cambiar el rumbo de la conversación.

—Eso es porque no prestas la suficiente atención, o tu crees que ella abrace a todos sus clientes, porque de ser así, vaya que es amable. —Abre los ojos, levanta una ceja y lleva la mirada al castaño que de pronto se sienta sobre la manta.

Strawberries & Whisky - GrindeldoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora