Esa mañana salió de su hogar un poco... confundido.
No estaba acostumbrado a tener malos días, al menos no desde que su vida floreció como por arte de magia -u obra de los poderes de un psíquico- sin haberlo pedido, y aunque había momentos en los que las nubes grises cubrían gran parte de su panorama, siempre trataba de dar lo mejor de sí con la esperanza de que el sol saldría al menos antes de que terminara el día.
Pero ese día, justo una semana antes, el Sol no había salido por primera vez en mucho tiempo.
Había perdido un paciente justo al empezar su turno, y los casos que tuvo que auxiliar fueron haciéndose más y más pesados, al punto de que ni siquiera sus poderes podían ayudarle al cien por ciento, lo que le había frustrado de sobremanera. Aunque no era nada que no le hubiera sucedido antes, por alguna razón algo en su interior se había despertado con el pie izquierdo esa mañana, y las situaciones no hacían más que empeorar ese algo al punto de optar por abandonar su turno un poco antes de que terminara.
Con una excusa un poco creíble y su cabeza palpitando incluso más fuerte que su corazón dejó atrás el hospital para la que trabajaba, respirando profundamente el aire del exterior para calmar y poner en orden sus pensamientos, y su mirada se giró casi por inercia hacia el sur, cerrando sus ojos y respirando una vez más, sintiendo el leve pero claro aroma a lluvia acercarse hacia él. Siempre había sido así de perceptivo, especialmente con los aromas de la naturaleza, y le guardaba cierto cariño al de la lluvia, porque con este venía el vivo recuerdo de cuando conoció a su Shigeo.
Aquel día había sido... de los mejores de su vida. Fueron demasiadas emociones desbloqueadas en tan solo un par de horas, y el Teruki de ese tiempo tuvo una que otra complicación con ellas, tratando de procesarlas junto al descubrimiento de su debilidad, la cual también contó como otra emoción con la que tenía que lidiar. Pero esa tarde, temblando sobre su cama, preso de la potente fiebre, sus pensamientos se arremolinaron para dar lugar a una sensación tan genuina como la misma existencia del pelinegro, que hacía que su cuerpo vibrara de felicidad, como si hubiera encontrado a la otra parte de su vida que nunca intentó siquiera buscar, puesto que, en lo más profundo de su ser, algo se había encendido mientras intentaba asesinar a quien más tarde se convertiría en el amor de su vida.
Y eso era lo curioso, porque aquello que su alfa le dijo, tan potente que su corazón se detuvo por varios segundos antes de continuar con aquella feroz batalla que solo era el inicio de algo tan precioso que el rubio no pudo verlo en ese mismo instante, fue lo que le llevó a pensar en Shigeo horas más tarde, postrado en su cama con la sensación de que nunca se recuperaría de tal humillante derrota.
Si Shigeo tenía un despertar tardío con la mayoría de las cosas, se podía decir que Teruki estaba acostumbrado a lo contrario.
Ser el primero en tener los mejores juguetes; saber con antelación lo que su profesor les enseñaría cada clase porque ya lo había aprendido; sentir que sus amigos se irían de su lado cuando descubrieran la realidad de sus poderes; encerrar en su habitación todos sus pensamientos porque sentía que sus padres pelearían una vez más por sus poderes; entender mucho antes de que todo explotara que sus padres quizás no estaban más interesados en mantenerse cerca de alguien tan peligroso como su propio hijo, y aun así decepcionarse con la noticia de que ya no seguiría bajo el mismo techo que las personas que, biológicamente, eran sus padres... Esas, y un millón de cosas más, formaban parte de la lista que Teruki había armado con los años, cosas que quizás le habría gustado estar un poco más preparado para afrontarlas, aprendiendo de cada uno de los errores que le acompañaron durante cada momento, recordándole que cada una de ellas formaban parte de quien era él realmente, y que le acompañarían por el resto de su vida.
ESTÁS LEYENDO
the prettiest flowers bloom at night. [TeruMob]
Fanfiction[OMEGAVERSE AU] ⚠️CANON DIVERGENCE⚠️ Su vida siempre había sido... Extraña. Y a él siempre le había gustado eso, porque en el fondo le hacía sentir especial. "Eres especial," le repetían de vez en cuando. "Eres especial porque eres único en un mundo...