Prólogo

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Hace mucho tiempo atrás, la humanidad y los elfos vivían en paz y armonía junto con la madre naturaleza, los animales se regocijaban de felicidad y convivían entre sí.

El sol se alzaba en lo más alto revelando lo hermoso y verdoso que era el mundo mientras que la luna brillaba tan bellamente mientras que los ríos, lagos y océanos la reflejaban con tanta dulzura, todo parecía ir tan bien que parecía perfecto hasta que un día todo se fue a la mierda, ese día llegó alguien o "algo" ah las afueras de este mundo, lo que sea que fuera pareciera que la oscuridad y la desgracia lo siguieran con tanta ambición como si fuera una parte de él, pero de lo que es seguro es que la maldad se postraba en los alrededores de cualquier lugar en donde este ser se situaba, pasaron los días y de la nada azotó al sol bajándolo unos pedestales de dónde estaba y por la noche opaco a la luna, el sol ya no hacía al mundo brillar y la luna dejó de ser reflejada.

Los días transcurrieron con oscuridad, los humanos y los elfos se encontraban tensos, algunos  señalaban entre si echándole la culpa a la raza que inició esto, no sabían qué hacer, el pánico se desbordaba entre esas dos especies por todas partes, los animales a lo lejos se notaban apagados, la madre naturaleza se observaba débil y sin regozijo pero lo que nunca dejó de hacer fue albergar bajo sí misma a los seres vivos, no pasó mucho tiempo para que el "ser" que llegó de la nada convenciera a algunos humanos y elfos para que se unieran a él, con el tiempo se hizo con un ejército de maldad pura y se adueñó de este mundo que era tan hermoso.

Un día un elfo peculiar que decían veía una luz específica en los seres vivos vestía ropas simples, viajaba con un arco y contaba con una cabellera larga color plateado, se encontró con un humano el cual parecía una especie de guerrero por su vestimenta, era un poco musculoso, tenía ojos verdes como el color de la esperanza, con una mirada tan amable y cálida que pareciera que los días de oscuridad desaparecieran, su pelo era castaño oscuro y al reflejarse la luz en él, la vista del elfo notaba como su luz se tornaba completamente en rojo, algo fuera de lo común ya que la luz que él veía en los humanos normalmente era blanca, eran dos razas completamente diferentes pero tenían algo en común estaban hartos de que el mundo dejará de ser el que conocían, cada uno convocó a sus razas intentando convencerlos de que hicieran un ejército para terminar con la época de oscuridad y resurja la época brillante y feliz que conocían, pero nadie les hizo caso, decían que estaban locos, que preferían mil veces unirse a ese ejército malvado que morir a manos de ese ejército. El humano y el elfo perdían la esperanza de que un día el tiempo volviera a ser el de antes pero en un acto de valentía y estupidez decidieron viajar hacia donde se encontraba el "ser" para matarlo, llegando rápidamente idearon un plan para infiltrarse dentro de su castillo y hacerse pasar como parte del ejército malvado y lo consiguieron, por fin lograron ver de cerca al "ser", según cuentan era joven, vestía ropas largas entre colores tristes y opacos, con un hermoso cabello largo y contaba con una mirada completamente relajada, tan relajada que parecía siniestra, el elfo miró con seriedad y noto algo extraño, algo que nunca había visto, ese "ser" no albergaba ningún tipo de luz como si no tuviera vida o la oscuridad anundara en él, no lo dejaba de ver mientras caminaban lentamente hacia él y cuando casi estaban lo demasiado cerca para tener algún contacto el "ser" los volteo a ver con una mirada retadora mientras el lugar se oscurecía y en un abrir y cerrar de ojos se les nubló la vista, el humano despertó fuera del castillo pero no vio a su acompañante, lastimado busco y busco pero no lo encontró, pensó lo peor, pareciera como si le hubiera perdonado la vida, como si no valiera la pena derramar una gota de sudor y matarlo.

Sin energía alguna caminó sin descanso ni rumbo sintiendo la patética derrota que tuvo, sintió que hubiera preferido morir, camino hasta que llegó a un lago y se recostó a orillas de el, de la nada vio lo caído que estaba el sol pero seguía brillando, comenzó a llorarle al sol por verlo tan caído, hasta que cayó la noche, el humano aprecio a la luna opacada y sin brillo mientras sus lágrimas recorrían y limpiaban sus mejillas, durmió adorando a la luna y despertó al atardecer del día siguiente, pero ese atardecer era diferente, era oscuro, el humano miró hacia donde debería estar el sol y se impactó ante la belleza de lo que había, presenció la unión del sol brillante pero caído y la luna opacada que juntos tenían un aura de luz hermosa y brillante, la luna pareciera brillar nuevamente por un momento y de entre esa unión hubo cuatro destellos el cual dos se dirijian rápidamente hacia el humano, mientras que los otros dos iban directo hacia el otro extremo, el humano no sintió miedo ni terror al ver qué algo desconocido se dirigía hacia el lugar donde se encontraba,  solo espero a que llegara a él, cuando la luz pareciera estrellarse con el humano está se detuvo y vio con rareza a un ave que nunca había visto, le salían llamas de sus alas, pareciera como la legendaria ave fénix, entre sus garras traía una armadura brillante y una espada rojiza, el ave se las dejo, inclinó su cabeza hacia el humano, y dejó caer una lágrima en su cabeza, pareciera como si la luna y el sol le devolvieran las lágrimas que derramó el humano y así como apareció él ave desapareció, el humano dejó de sentir el dolor que le había causado el "ser" y sentía que había entendido el mensaje, la luna y el sol se unieron para levantar de entre las cenizas de la derrota al guerrero humano.

Entreno día y noche con su equipamiento, pasaron los años y cuando se sintió listo regreso al castillo del "ser" oscuro, sin derramar alguna gota de sudor destruyó al ejército malvado, se dirigió a los aposentos el cual ahí lo esperaba, el joven humano lo miró con determinación lleno de esperanza para ponerle fin a esa época oscura mientras que el "ser" oscuro lo miraba seriamente con una sonrisa de oreja a oreja, el lugar era oscuro hasta que el humano blandio su espada rojiza la cual ahora estaba completamente en llamas, de un tajo disperso la oscuridad pero no dejaba de haberla, los dos pelearon duramente como si no hubiera un mañana, el "ser" oscuro terminó arrodillandose estando gravemente herido, el humano lo mira con tristeza y en un instante siente a la oscuridad atravesar su cuerpo como si de una espada se tratase, el "ser" oscuro riendo desaparece debilitado mientras que el humano cae sintiéndose al borde de la muerte, la espada se apaga lentamente y la armadura se opaca, el humano observa al sol estando unos pedestales más arriba, el joven humano se alegra al ver esto mientras sus ojos pierden ese color verde tan esperanzador mientras sonríe, un encapuchado se dirige hacia el humano fallecido, lo sostiene un momento en sus brazos y lo carga dirigiéndose y perdiéndose hacia la espesa neblina del bosque.

Hace mucho tiempo que el sol no se encuentra tan alto y la luna brillaba intensamente, hace mucho tiempo que el mundo no es como antes...

El guerrero fénix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora