Capítulo 7

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GRACE.

Voy a vomitar, estoy segura de que lo haré en cualquier momento.

—Grace. —escuche a Zoé a lo lejos.

—Déjame sola, quiero que todos se vayan.

—No estás en tu casa. —Jessy dijo a mi lado. 

—Entonces me voy yo. —me levante, decidida.

—Por Dios, Jessy, ayúdame. —le dijo Zoé.

Jessy sonrió divertida.

—Ya, Grace. —me dijo Jessy. —Un idiota no tiene que bajarte la autoestima. 

—Gracias por recordarme la autoestima que no tengo. —me queje. 

—Eres una diosa deseada por cualquier chico, todos pueden estar a tus pies y besarte los zapatos. Ese insecto no te va a venir a arruinar la noche. —Zoé volvió a sentarme en el sillón. 

—Ni siquiera me ha venido a saludar. —me queje, llorando.

—Joder con eso. Haré que te olvides de él, aunque sea por una noche. Te vas a divertir tanto que vomitaras tu alegría.

—Lo dudo.

Bebí un sorbo largo de la botella que sentía mi garganta arder y mis ojos cerrarse con fuerza, tanto que sentía como se apretaban y bajaban mis lágrimas.

Estaba hecha un desastre.

Estoy tan segura de que me engaña, pero ni siquiera he podido hablar con él porque no tiene tiempo para mí.

No tiene tiempo ni siquiera para ver como ando vestida.

No tengo pruebas de que Oliver me engaña, pero ha estado tan distante conmigo y hoy que lo vi en los pasillos intenté hablar con él, pero estaba muy ocupado con sus amigos que me ignoro, luego en la salida no me dijo nada solo me dio un beso corto, no me hablo, no se despidió, solo me beso.

Pero no fue un beso como los que los novios se dan, me beso con desprecio como si alguien lo estuviera observando, me habla sin tener contacto visual, incluso me grito cuando le pregunte si estaba bien.

Me siento tan rota, ni siquiera pude mantener mi relación a flote. No sé qué hice mal, no sé si no soy lo suficientemente bonita para hacer que solo tenga ojos para mí, pero él ya no es el mismo que era hace meses.

—¿Puedes quedarte aquí un momento? —me volvió a hablar Zoé.

—¿Qué? —dije. 

—Jessy, cuídala, que no haga nada estúpido.

—Yo no soy estúpida. —me queje.

—Dije que hacías cosas estúpidas, no que lo fueras.

—Es lo mismo. —dije.

—La rubia tiene razón. —dijo Jessy.

—Cállate, Jessy. Ya no soy rubia. —la señale. 

—¿Pueden sobrevivir sin mí? —Zoé nos miró esperando una respuesta. 

—¿Dónde vas? —pregunto Jessy. 

—¿Recuerdan a Isaac? —ella sonrió.

—¿Isaac? —la miro Jessy —Claro, el maestro de la anatomía, sí. 

El Desastre De DereckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora