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Llegando a casa papá ordenó que me sacará la bufanda. Al hacerlo se podía notar la base toda corrida por echo de haber estado llorando minutos antes.

Antes de que el me gritará o regañara por mí parte ya me encontraba temblando con unas cuantas lágrimas corriendo por mí rostro. Ante aquél acto papá se acercó a mí poniéndose a mí altura.

—No me gusta que llores— Dijo mientras que con su dedo sacaba las lágrimas. —Ni mucho menos me gusta que lo hagas cuando no estoy yo— Habló con enojó en sus voz. —No creas que no me dí cuenta que has estado llorando, después de todo el maquillaje no se pudo aver corrido solo.—Quiero que me respondas algo, ¿Mikey te vió?— Agaché mí cabeza. —¿Te vió o no?— Volvió a preguntar.

—No— Respondí tartamudeando aún aunque supiera que era mentira.

—Mírame— Lentamente levanté mí cabeza y lo miré. —Pobre de ti que me estés mintiendo, mirá que si no es verdad lo que dices tarde o temprano me daré cuenta, y déjame decirte que no te va a gustar lo que pasará después— Con su mano tomó mí rostro mientras sonreía, después se levantó y se alejó de mí. —Iré a dormir, estoy cansando—

—¡Espera!... Tengo hambre, ¿me podrías hacer algo de comer porfavor?— Pregunté.

—Soy tu padre no tu sirvienta para andar cocinándote. Házlo tú, después de todo tienes que ir aprendiendo para después poder mantener a tu pareja— Dicho eso papá se dió media vuelta y subió las escaleras yéndose a su habitación.

Ante lo que había sucedido lo que hubiera en la heladera era mí única opción. Dentro de la misma solamente había bebidas alcohólicas y unas sustancias que no conocía pero sabía que si tomaba o comía algo de eso me caería mal al estómago. Cerré la heladera y me dirije al sillón para acostarme, después de todo papá nunca quiso que durmiera junto a el.

Me hice bolita en el sillón y cerré mis ojos hasta quedar profundamente dormida.

(...)

A la mañana siguiente fue la primera en despertar, lo más seguro es que papá aún siguiera durmiendo.

«Si le preparo el desayuno y se lo llevo a la cama de seguro se pondrá feliz y me querrá más!»
Pensé.

Feliz me levanté del sillón y me dispuse a hacer el desayuno, tanto para mí como para el. Costó mucho pero valió la pena. Puse la taza de mate cocido y las facturas en un plato, al segundo de hacerlo con una sonrisa subí a su habitación. Antes de entrar golpeé.

—¡Papá, te hice el desayuno!— Sonreí, en se encontraba sentado en la cama consumiendo sus drogas, cómo de costumbre...—Además le agregué unas facturas para que comas! ¿te gusta?— Se acercó a mí y yo lo mire con duda. —¿Papá?— Pregunté confundida mirándolo, el me miró unos segundos para después agarrar la bandeja con su desayuno y tirarla al suelo. Tal acción hizo que la taza la cuál era de vidrio se rompiera—Porque hiciste eso... ¿no te gusto?... ¿hice algo mal?— Nuevamente me miró y me empujó hacia atrás.

—Todo lo que tú hagas estará mal, ahora ve y busca algo para limpiar, ¡ahora!—

—Pero papá... Tengo que desayunar y cambiarme para ir al colegio, y si limpio aquí llegaré tarde...—

—Entonces llegarás tarde porque sin limpiar no te irás— Dijo y salió de la habitación dejándome allí. Antes de ir a buscar las cosas para limpiar primero empecé a juntar los pedazos de la taza con cuidado para no cortarme. Una vez echo eso bajé a la sala. Busque un trapo, una escoba y un basurero, después de eso nuevamente subí a la habitación.

Con el trapo sequé todo el suelo. Después con la escoba junte los pedazos de taza y los coloqué en el basurero. A todo esto no sabía que horas eran, solamente sabía que ya se me había echo tarde. De igual manera me acerqué al armario, saqué mí uniforme, me lo coloque, agarré la mochila y bajé a la sala.

—Adiós papá— Cómo de costumbre el no me hizo caso. Salí de casa y me dirije directo hacia al colegio. Al llegar por obvias razones fui regañada por la profesora por llegar tarde, me disculpé con ella y me senté en mí respectivo lugar, fue entonces que todo empeoró.

El grupito de compañeros que siempre me molestaban empezaron a tirarme bollos de papeles hacía mí banco, los cuales me daban a mí. Respiré hondo y seguí intentando prestar atención a la clase.

—Oye T/n, T/n, T/n... Oye— Seguí sin prestarle atención, pero aún seguían molestando. —Ps T/n, ¿que se siente tener un padre drogadicto que no te hace caso?— Río y me enojé.

—Profe, Mateo anda molestando— Acusé.

—Dios T/n deja de interrumpir mí clase, si sigues así tendré que mandarte a dirección—

—Pero...—

—Pero nada, has silencio y presta atención— Agaché mí cabeza, nuevamente mis lágrimas rogaban por salir, sin embargo me tendría que aguantar no quería llorar frente a todo el curso, ya no quería que se siguieran burlando de mí.

Tocó el timbre, y todos salimos al recreo. No tenía con quién juntarme así que simplemente me fui a sentar a las escaleras esperando a que tocara nuevamente el timbre. Llegué a pensar que podía estar tranquila, pero Mateo y sus amigos no se quedaban atrás.

Por detrás alguien me agarró del pelo fuertemente haciéndome doler, era Mateo, este tenía una sonrisa en su rostro.

—¡Déjame!— Supliqué intentando soltarme de su agarre, cosa que era imposible.

—¿Porque tendría que hacerlo?— Dijo riendo mientras me tiraba más fuerte. —¿Que crees que pasaría si te cayeras?— Yo solamente pude decir un simple “¿he?” antes de que esté me empujara y me hiciera caer de cara contra el piso.

Me toqué mí cara con mis manos y ma largué a llorar, podía oír sus risas, me levanté del suelo y aún llorando corrí hasta el baño, fue entonces que tocó el timbre, sin embargo no fui a clases, me quedé en el baño tirada en el suelo llorando, pensando que había echo mal para merecer esto.

En casa estoy mal, en el colegio estoy mal... En el único lugar que me siento segura es al lado del señor Mikey...

•-Figura paterna•- [Bonten-Mikey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora