¡ nueve !

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Varias horas después llegaron a su destino. Los jóvenes comenzaron a bajar y a tomar sus pertenencias para dirigirse a la casa que habían alquilado.

Era algo grande, lo suficiente para ocho personas. Estaba pintada de un color coral, había algunas decoraciones en esta. Era de dos pisos, contaba con cinco habitaciones, tres baños, la sala de estar y la cocina, la cual tenía una isla de mármol blanco.

En seguida escogieron sus cuartos, y Jeongin estaba seguro que nunca había hecho mejor elección que esa. La habitación se encontraba en el primer piso, era amplia, pintada de un color azul marino, había una cama matrimonial, un tocador de madera, y tenía canceles con una bella vista al mar. El rubio estaba encantado con el dormitorio.

— ¿Te gusta? —habló una voz que reconocería en cualquier lado, haciéndolo saltar un poco, pues seguía viendo cada detalle del cuarto.

Al voltear vio a Hyunjin, quien se encontraba con las valijas en las manos, dejándolas al lado de la puerta. Yang estaba seguro de que él ya había dejado las suyas.

No puede ser, ¿va a quedarse conmigo?; se preguntó Jeongin, esperando que no sean esas las maletas del mayor.

— T-tú... —comenzó algo nervioso, sin mirar al castaño— ¿Vas a dormir aquí?

Hyunjin rió levemente y se acercó al de cabellos rubios, tomándolo por la cintura, lo apegó a él y lo besó. Jeongin no pudo evitar corresponderle.

— ¿No quieres que esté aquí contigo, Innie? —inquirió cuando se hubieron separado, haciendo un leve puchero.

Mierda, quería, pero algo se lo impedía.

Jeongin no supo qué responder, así que sólo agachó la mirada, evitando mirarlo.

— Si no quieres está bien —susurró y depositó un pequeño beso en su frente, listo para darse media vuelta, tomar sus pertenencias y salir. Ya encontraría con quién dormir.

Yang tomó su mano, deteniéndolo, haciendo girar al mayor extrañado. El rubio negó con la cabeza lentamente.

— Quédate conmigo —dijo en un susurro, mirándolo suplicante. Hwang sólo se limitó a reír leve y asintió.

En seguida comenzaron a desempacar sus cosas y cuando acabaron se dirigieron a la cocina, donde estarían los demás chicos, morían de hambre así que decidieron hacer algo de comida. Al terminar, todos se sentaron a comer, de vez en cuando bromeando, provocando risas entre los jóvenes.

— ¿Deberíamos meternos al agua después? —inquirió Minho, mirando a los presentes.

Sin dudarlo dos veces todos asintieron emocionados, por lo que, después de comer y limpiar, fueron a sus dormitorios para cambiarse y usar sus trajes de baño.

Jeongin no quería ni alzar la mirada, estaba demasiado apenado y no entendía cómo es que el mayor estaba tan normal. Literalmente se estaba cambiando en frente del rubio sin pudor alguno.

Yang, por su parte, traía un short de mezclilla y su camisa negra aún, debido a que no quería cambiarse en frente del castaño.

No quiso, mierda, de verdad que no, pero cuando su mirada se poso en el cuerpo de Hwang, tragó duro. Se veía tan jodidamente caliente, que el rubio sintió como si le hubiesen robado el aire, porque, a pesar de que no tenía el abdomen trabajado, se seguía viendo realmente bien.

Hyunjin ya traía su traje de baño y su torso estaba completamente desnudo, podía apreciar aquella linda piel bronceada.

— ¿Te gusta lo que ves? —se burló el castaño en cuanto atrapó al menor viéndolo, sonriendo de lado.

Jeongin en seguida volvió su mirada al suelo mientras jugaba con sus dedos, incómodo, sentía sus mejillas enrojecerse.

Hwang soltó una sonora carcajada, acercándose a su amigo, poniéndose de cuclillas en frente de este, apoyando sus manos en las rodillas del menor.

— Está bien, sólo bromeaba —sonrió levemente, para luego darle un pequeño y corto beso—. ¿No te has a cambiar? —cambió de tema.

Debido al inesperado beso Jeongin se encontraba con la mente en blanco, hasta que se dio cuenta de que el castaño le había hablado. En seguida asintió frenéticamente, provocando risas leves en el más alto.

— C-claro, yo... iré al baño —dijo tomando sus cosas, dispuesto a salir de la habitación, sin embargo, una voz lo detuvo.

— Puedes cambiarte aquí si gustas —sugirió el mayor con descaro.

Yang sintió como todos los colores se le subían a la cara, provocando más risas en el castaño, y sin decir más, salió del dormitorio.

Cuando regresó a la habitación, Hyunjin seguía en la cama, sentado y recargado en la cabecera de esta, mientras revisaba su móvil. No se había dado cuenta de que Jeongin había regresado hasta que el menor dejó caer uno de los ganchos al piso estrepitosamente.

El castaño abrió los ojos y miró al rubio sorprendido.— ¿Cuándo has llegado? —cuestionó.

— Hace un rato, en realidad —admitió el menor.

Jeongin terminó de guardar sus cosas en el armario y sacó el bloqueador para evitar quemarse con los rayos del sol, prosiguió a echarse en el torso, brazos y un poco de la espalda.

Yang estaba tan distraído que lo siguiente que vio fue como el bloqueador le fue arrebatado de sus manos. Cuando se giró, vio a Hyunjin echándose en las manos para después sentir las mismas en su espalda, sintiendo el líquido blanco siendo esparcido por esta.

El menor se sentía algo incómodo, pero se sentía incapaz de decirle a Hyunjin que parase. Además, no alcanzaba bien su espalda y lo último que quería era regresar a casa con la piel roja debido a los rayos solares.

— Gracias —susurró Jeongin cuando el mayor hubo terminado.

Hyunjin se limitó a sonreírle levemente, dándole a entender que estaba bien, para después depositar un pequeño beso en la nariz del más bajo.

— ¿Deberíamos irnos ya? Seguro los chicos ya están afuera —estiró su mano en dirección a Yang, para que así la tomase. El menor asintió frenético, aceptando su mano.

Y así fue, los demás jóvenes se encontraban esperándolos, charlando animadamente, con las cosas que necesitarían, listos para ir a la playa.

── kiss me !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora