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El apartamento sigue resonando por los ladridos alegres de Lucky y Kara se agacha apenada para acariciarlo. Cree que va a salir de nuevo cuando la realidad es que está a punto de marcharse para dirigirse al evento. Le susurra una pequeña disculpa, prometiendo que mañana le dará un largo paseo y no tan corto como antes.

El sonido del teléfono llama su atención y no duda en sacar el móvil cuando sabe que es Lena quien le escribe. Sí, también le ha puesto un sonido en concreto para ella, pero su excusa es porque su compañera de trabajo no para de enviarle mensajes absurdos y no quiere alertarse por si se trataba de otra persona quien la buscaba con urgencia.

Lena: Cariño, ¿cuándo vas a venir? Llevo esperándote media hora.

Kara: ¿Eh?

Lena: Kara, el evento ha empezado hace quince minutos. Al final sí que debería haber ido a recogerte.

La rubia se levanta de un salto y mira la hora. Siente pánico porque es verdad y no tarda en llamar a un taxi mientras se dirige fuera de su apartamento. Siendo honesta, no era su culpa. Tuvo que arreglar el vestido que le ha dejado su cuñada porque no quería ir con el negro. De hecho, eligió el prometido: uno de color rosa —aunque no tan fucsia— con detalles florales que abrazaba su cintura, lucía sus piernas y brazos y marcaba su trasero.

Lena: Si me has dejado en leído es porque ni te has enterado.

Kara: Cállate o corto contigo.

Lena: Técnicamente no estoy hablando, así que no puedes cortar conmigo.

Kara: ª.

Lena: Vuelve a ponerme ª y te hago gemirlo.

Kara: ªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªª.

Lena: Te odio.

Kara: Yo más, cariño.

Guarda el móvil y se mira al espejo del ascensor para retocarse, pero se detiene cuando ve su sonrisa. Parpadea y sacude la cabeza incrédula. No se ha dado cuenta de que lo ha hecho. Es cierto que ahora se toma las cosas de otra manera y se burla. Incluso le hace gracia su pobre intento de cortejarla, sus comentarios estúpidos o sus bromas con segundas. Pero conoce el significado de esa curva de sus labios en concreto y vuelve a sacudir la cabeza, alejando cualquier pensamiento.

No le puede estar gustando. No le puede atraer Lena. Se siente enferma solo con imaginarlo. Que ahora sienta que, después de lo sucedido de ayer, podrían llevarse un poquito mejor, no cambia el hecho de que la mire como la repulsiva que es. Sabe cómo es Lena, sabe para que la quiere y sabe que nunca cambiará porque sigue igual desde que la conoció. No, definitivamente no le atrae. Esa idea no le agrada. Además, quiere recuperar a Imra.

Lena se sienta en el taburete alto nada más guardar el móvil y agarra la copa de vino. Le da un par de vueltas antes de darle un sorbo y suspira satisfecha. Ve que el pintalabios se queda marcado y no tarda en sacar su pequeño espejo para retocarse, pero cuando se mira, abre los ojos de par en par. Sigue con una sonrisa estúpida pintada en su rostro y sabe que no es por el delicioso alcohol, sino porque recuerda la conversación. O que dentro de poco se encontrará con su compañera de trabajo.

Guarda el espejo y suspira. Tiene que parar, está llegando lejos. No le puede estar gustando. No puede sentir algo más que una simple atracción por Kara. Se ha dado cuenta de que siempre la está buscando. O lo que realmente quiere decir es que admite que se ha obsesionado. Nunca va detrás de nadie y con ella... Vuelve a suspirar. No quiere llegar a la razón de por qué lo hace. O por qué se detiene cuando se lo pide. O por qué nunca ha abandonado su patético plan de meterla en su saco de conquistas cuando sabe que no se le puede clavar una bandera. Sabe cómo es Kara, sabe para que no la quiere y sabe que nunca cambiará de opinión porque no lo ha hecho durante estos años desde que la conoció. No, definitivamente no quiere saber por qué. Además, le está ayudando a recuperar a Imra.

A tu izquierda  | Supercorp (Lena G¡P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora