XX

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—¿Cariño? —susurra Kara cuando la mujer se gira para volver a adentrarse en el apartamento.

—¿Quién es, bonita mía? —pregunta Lena de fondo.

—¿Bonita mía? —murmura la rubia entre que escucha sus pasos y abre más los ojos cuando la ve. Porque Lena no está en traje como siempre, lleva puesta una blusa verde y vaqueros negros. Totalmente informal, casual, descuidada.

—¿Kara? —La pelinegra la mira confundida al mismo tiempo que se detiene en la puerta—. ¿Qué haces aquí?

—Yo... Pensé que no cenaste y... —balbucea.

—Nena. —La morena interrumpe volviendo a aparecer, ahora con su bolsa de Prada sobre el hombro—. Tengo que dejarte. —Agarra su abrigo—. Al parecer sí que lo han hecho.

—¿En serio? —se ríe.

—Sí —suspira la morena sin parar de sonreír—. De nuevo, lo siento por lo de la semana que viene, pero te prometo que antes tendremos un día para nosotras. —Le guiña el ojo.

—No te preocupes, ya sabes que lo entiendo.

Y si Kara estuvo desconcertada por los apodos cariñosos y la confiada interacción, ahora no puede explicar con sus propias palabras lo que siente cuando la morena le deposita un pequeño beso en sus labios. La rubia se hace un lado por puro acto reflejo nada más la mujer se despide y no puede evitar seguir mirándola hasta que desaparece totalmente por el pasillo porque encima tuvo el descaro de despedirse de ella también como si la conociera de toda la vida. Oh, lo que sí sabe es que se siente molesta. Muy molesta.

—¿Kara? —La pelinegra vuelve a llamarla.

—¿En serio, Lena? —gruñe la rubia pasando a su apartamento.

—¿Qué pasa? —Frunce el ceño confundida ante su tono y se sorprende que, nada más cerrar la puerta y girarse, la rubia le tire la bolsa del Big Belly Burger al pecho—. ¿Qué demonios haces?

—¿Qué demonios hago? ¡Te has besado con ella delante de mí! —explota Kara sin poder controlarse.

—¿Y?

—¡Soy tu novia!

—Kara... —La mira incrédula—. Ella es Samantha.

—¿Tu nueva fulana? —se burla sin gracia—. O quizá es una de tus antiguas amiguitas porque veo que os conocéis muy bien. Hasta has recordado su nombre.

—Obviamente, es la mujer de Andrea —suelta de manera tajante haciendo que la rubia cerrase la boca ipso facto—. Me ha contado que sus hijas han vuelto a pintar la pared y por eso se ha ido, por no añadir que nos hemos dado los típicos piquitos de despedida como lo hago con Andrea. Hasta ella sabe quién eres, qué es lo que está pasando y no solo por mí.

—Oh... —expresa Kara como si le hubiera arrojado una jarra de agua fría en la cabeza, aunque siente sus mejillas calentarse. Shame.

—No entiendo porque te estoy dando explicaciones, pero mucho menos entiendo tu molestia. —Sacude la cabeza—. Se supone que estamos fingiendo en el trabajo y con Imra y en el exterior actuamos con cautela, pero esta vez estoy en mi propia casa, cosa que daría igual quien fuera.

—¿Quizá pensé que conocía a Imra? —se excusa Kara con una mueca.

—¿Me estás vacilando? —La mira incrédula—. Qué pasa, ¿te has puesto celosa o qué?

—¿Celosa? ¿Tú eres tonta? —Se acerca a ella enfadada para plantarle cara nada más reflejó su sonrisa burlona.

—Eso no contesta a mi pregunta, Danvers. —Recorta la distancia hasta quedarse a centímetros, sin dejarse intimidar.

A tu izquierda  | Supercorp (Lena G¡P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora