Kara abre los párpados lentamente y gime somnolienta. Se frota rápidamente los ojos al mismo tiempo que frunce el ceño. Siente, raramente, que le duele la cabeza, pero no se encuentra mal. Es una sensación extraña. Sin embargo, no se queda pensando en eso, sino en que Lucky la ha despertado. Fue su perro quien interrumpió su sueño porque saltó bruscamente de la cama.
Se levanta cuando oye sus ladridos de alegría. Raras veces los ha escuchado porque su bordie collie solo lo hace con alguien a quien ama de verdad. Es decir, con su hermana, sus padres y rara vez con ella. Traspasa su habitación y, conforme va avanzando hacia la entrada, frunce más el ceño porque Lucky guarda silencio. Arruga más la frente cuando escucha un reconocible murmullo y se profundiza cuando ve a cierta persona agachada en el suelo acariciando a su perro.
—¿Lena? —pregunta Kara llamando su atención—. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado?
—Me dejaste tus llaves —responde la pelinegra con desdén entre que se levanta y se acerca a ella.
—¿Eh?
—Anoche salimos con Nia y Andrea para celebrar nuestro ascenso, cariño.
—¿Qué? —La rubia frunce más el ceño—. Eso es imposible. Anoche me dejaste en mi casa después del partido de beisbol.
—Vaya... —Suelta un silbido—. Sí que bebiste demasiado. Ni siquiera te has quitado el vestido.
Kara se mira a sí misma y cada vez se siente más confundida porque Lena está en lo cierto. Tiene puesto su vestido favorito azul cielo de tirantes y falda corta y gime internamente. No recuerda absolutamente nada. Debería, por lo menos, acordarse de haber quedado. O de haberse vestido. O de haber vuelto a salir. O incluso de haber pisado el bar. Pero su cabeza solo proyecta a ella metida en la cama después de que la pelinegra le diera las buenas insinuantes noches.
—Me dejaste tu llave —prosigue Lena poniéndose frente a ella—. Me pediste que viniera porque no estabas segura de si te ibas a levantar.
—Antes se lo pediría a Nia —razona la rubia.
—Yo soy tu novia.
—Mi novia falsa —corrige e ignora su ceja interrogativa para darse la vuelta—. Da igual, me voy a vestir. Supongo que desayunaremos en CatCo.
Kara se dirige a su habitación y se masajea las sienes, incapaz de recordar. Siente todavía esa sensación extraña, pero deja de pensarlo porque no quiere llegar tarde a su primer día de editora. Luego le preguntará a Nia para que le cuente los detalles. Suelta un suspiro conforme camina hacia su armario para cambiarse y saca unos vaqueros y una blusa a juego. Se acerca a su cómoda para también agarrar un sostén cuando se da cuenta de que no lleva ninguno puesto. Tira su ropa sobre su cama y se prepara para quitarse el dichoso vestido. Dichoso porque la cremallera está en la espalda.
—¿Quieres que te eche una mano? —ronronea la pelinegra en su oreja izquierda.
—¡Lena! —Kara se sobresalta—. ¡Sal de aquí! —Le empuja, pero su compañera atrapa su muñeca.
—¿Cómo se piden las cosas? —se burla con una sonrisa.
—Lena —gruñe enfadada.
Y de verdad que se llenó de ira por ser siempre igual. Pero se le cortan todos los sentidos porque la pelinegra la suelta para agarrar su cuello con firmeza.
—¿Cómo se piden las cosas, Kara? —repite, esta vez sin una pizca de gracia en su tono de voz.
—Lena... —susurra a la vez que se aferra a su brazo para que la suelte, pero se siente demasiado débil como para intentarlo.
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A tu izquierda | Supercorp (Lena G¡P)
FanfictionKara Danvers, a pesar de todo, tiene una gran vida: un trabajo estable como reportera en CatCo Worldride Media; un apartamento acogedor con el que siempre había soñado; una familia genial que la apoya en todo; Lucky, su fiel compañero border collie...