Capítulo 8: Incluso si lleva diez años...

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Lumiere acaricio la espalda desnuda de Din Don, mientras este lo observaba con una sonrisa, abrazado a la almohada.

- ¿Vas a pasarte así todo el día? - preguntó el mayor.

- ¿Acariciándote? ¿Mirándote? - Se acercó a sus labios -. ¿Besándote? - Lo beso -. Sí.

Din Don rio embelesado. Se colocó boca arriba para poder alcanzar mejor los labios de Lumiere.

- Deberíamos bajar ya - mencionó.

- No, ¿por qué? - se quejó Lumiere, haciendo un puchero.

- Al final acabarán subiendo a buscarnos. ¿Cuándo me has visto a mí levantarme después de las diez de la mañana?

- Cuando estuviste enfermo.

- Y aun así me levante...

- A las diez y un minuto - concluyó Lumiere por él.

- Y tú me llevaste de vuelta a la cama, arrastras.

- Tenías fiebre.

- Estaba bien.

- Ya... - Volvió a besar sus labios -. Pero ahora no la tienes, - Lo besó de nuevo -, y pienso tenerte en mi cama todo lo que pueda igualmente.

Lumiere trató de besar su cuello, pero Din Don se incorporó.

- Por suerte o por desgracia, estamos en mi cama, no en la tuya - replicó.

- Rayos.

Din Don rio y le dio un beso en los labios.

- En serio, tenemos cosas de las que ocuparnos. Me toca ayudar en la cocina hoy. No voy a dejar a Potts hacer la comida sola.

- A veces odio que seas tan responsable. - Lumiere resoplo.

- Creía que era algo que amabas de mí.

El hechicero se incorporó y besó su hombro.

- ¿Qué no me gusta de ti? Esa es la eterna pregunta.

Din Don sonrió y lo besó de nuevo, antes de comenzar a mirar a su alrededor en busca de su ropa.

- ¿Dónde está mi ropa interior?

Lumiere volvió a tumbarse.

- No lo sé - mintió.

- Tú me la has quitado, algo sabrás.

El hechicero se rio.

- Igual está entre las sabanas.

- Bien. - Din Don se metió bajo las sábanas y terminó sacando la cabeza por la parte de los pies, haciendo reír a Lumiere -. Aquí no está.

- Espera, a ver si yo la encuentro. - Se metió bajo las sábanas.

- Lumiere - lo advirtió Din Don.

El hechicero se colocó sobre él y comenzó a besar su clavícula y morder su oreja.

- No la he encontrado. - Sus manos acariciaron los brazos de Din Don hasta alcanzar las suyas.

- Lumiere - gimió Din Don. Sus dedos se deslizaron entre sus glúteos, mientras su erección crecía. Podía notarla, ansiosa por volver a entrar. Soltó un ligero gemido -. Bueno, aún es pronto - declaró extasiado.

Las manos de Din Don se aferraron a las sábanas, y las de Lumiere a las suyas, mientras comenzaba a penetrarlo de nuevo.

De repente la puerta de la habitación se abrió. Apenas pudieron reaccionar cuando escucharon el grito de Cory y vieron como Kalet cerraba la puerta de golpe.

Kalet y la Bestia: La sombra [LRDN #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora