Capítulo 9: Cicatrices

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A la hora de la cena, Lumiere y Din Don fueron los últimos en llegar, con una gran sonrisa y tomados de la mano. Todos en la sala se quedaron callados al verlos, aguardando a que dijeran algo.

Los dos hombres se miraron con complicidad y comenzaron a reír de pura felicidad.

- Bueno, - Din Don asintió y Lumiere levantó sus manos unidas -, supongo que ya es oficial - declaró el hechicero.

El rostro de todos se iluminó. Adam se levantó de la silla y corrió a abrazarlos entusiasmado.

- Estoy tan feliz - dijo emocionado -. Me alegro mucho por vosotros.

Cuando se separaron, los más mayores pudieron apreciar la alegría en los brillantes ojos de Adam.

- Gracias, Adam - le dijo Din Don.

- En serio, gracias - reitero Lumiere.

- Mamá, no entiendo. ¿Ya son novios? - pregunto Chip, inocente.

Todos se echaron a reír, y Potts espero a que contestaran ellos.

- Sí, Chip. Din Don y yo ahora somos pareja - afirmó Lumiere.

- ¡Al fin! - exclamó Potts muy contenta.

- ¡Al fin! - repitió Chip junto a Cory, provocando la risa de todos.

- Vamos a cenar - declaró Kalet.

Lumiere y Kalet se miraron y el muchacho le sonrió. Aún mantenían algo de distancia; normalmente ellos se sentaban a los lados de Adam, pero ahora Lumiere se colocaba a varias sillas de distancia junto a Din Don, que le hacía compañía. Era un poco incómodo tener que permanecer alejados, pero Kalet necesitaba tiempo, y lo estaba intentando, para Lumiere eso era suficiente.


Kalet entró en el cuarto de baño para ponerse el pijama. Podía parecer extraño que Adam y él se hubieran tocado el uno al otro, y Kalet no fuese capaz de quitarse la camiseta frente a él, pero no era un tema de pudor. Siempre que entraba en el baño para cambiarse, tapaba el espejo. No quería verse. No quería ver las marcas que habían dejado en él. Algunas heridas habían desaparecido de su piel, pero otras permanecían allí, recordándole heridas más profundas que nunca terminarían de sanar.

Antes de ponerse la camiseta se detuvo. Miro hacia abajo para contemplar su abdomen. Tenía una cicatriz mal curada en el costado. La herida le provocó una infección en su momento, por poco y no lo cuenta. Esto le había dejado una fea marca. Cerró los ojos y deslizó los dedos por su cuerpo, mientras el labio le temblaba y los ojos se le humedecían. Dejar los recuerdos atrás era difícil, cuando todo su cuerpo se los recordaba. Se abrazó a sí mismo y las lágrimas escaparon por sus mejillas.

"¿Cuándo dejaran de atormentarme?", se preguntaba. Era algo que había preguntado a Din Don cuando comenzaron la terapia, y este no pudo darle una respuesta clara. La sanación no tiene fecha, no hay un tiempo estimado. Cada persona cicatriza a su manera, algunas incluso nunca lo consiguen del todo. Pero, poco a poco, y con mucho esfuerzo y apoyo, puedes conseguir que no frene tu vida.

Kalet respiró hondo varias veces y trató de calmarse. "No dejaré que me controlen" se dijo. Miro hacia el espejo, tapado por una toalla, y la quito. Hacía mucho que no se miraba su reflejo con el pecho al descubierto. Apretó la toalla en su mano con fuerza y aprecio su rostro, las marcas de este habían desaparecido hace tiempo, junto con las ojeras y aquella desnutrida palidez. Una pequeña sonrisa surcó sus labios inocentemente. "Ya no soy ese niño" se percató. De repente, recordó las manos de Adam tocando su cuerpo. Aquella calidez tan dulce, tocándolo con tanta delicadeza y amor. "Lo amo. Y él me ama" se repitió.

Kalet y la Bestia: La sombra [LRDN #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora