Leer con «Swin» de Chase Atlántic de fondo.
No iba a ser algo suave. No conociéndola. No cuando la tengo con esa ropa interior de encaje blanco que casi hace que me arrodille al verla. Sus senos amenazan con salirse del sostén y mi boca saliva, sopesando el hecho de quererlos en mi boca ya mismo.
Me mira, sonriendo de lado al ver el bulto creciente en mi entrepierna. Ella sabe el poder que tiene sobre mí y me utiliza. Relame sus labios y no doy para más, acercándome a grandes zancadas.
—¿Do I make you horny, baby?—Murmura, antes de arremeter contra mis labios y yo no tardo medio segundo en responderle. Su boca coaciona con la mía y ya no es normal la forma en la que esta mujer me posee, besándome con vehemencia y poder. Se aleja un poco y la agarro de la nuca, pegándola más a mi pecho.
—Dame esos malditos labios— Ordeno, antes de tomarla de nuevo. Me la llevo encima, enrredando sus piernas en mi cintura. Mi lengua explora toda su boca y siento que en cualquier momento el bulto en mi entrepierna hará explotar mis pantalones.
La depósito en la cama y ella se acomoda, viéndome fijamente.
—Cómo me excita verte todo de negro—Me dice y cierro los ojos, respirando profundamente.
Me deshago de la camisa y cuando estoy a punto de sacarme el cinturón, ella me pide que me quede así. Le hago caso y me acerco a pasos lentos.
—¿Vas a gritar?—Pregunto, arrodillándome ante ella.
—Sólo si tú haces que grite.
Sonrío ante su respuesta y me deshago rápido del interior blanco. Respiro lentamente al ver su sexo latente y notar lo mojada que está para mí.
Ansioso, arremeto con mi lengua y escucho un gemido leve. Me abro paso entre sus labios, prestando atención a ese botoncito que la hace empujar mi cabeza con su mano, pidiendo más. Lamo, chupo y doy lenguetazos a su sexo como si fuera la maldita sangre de Cristo, obteniendo sus gemidos que me hacen later mi pene. Llevo dos de mis dedos hacia su boca y ella los lame con interés por unos minutos. Los saco y los dirijo a su entrado, penetrándola con mis dedos mientras lamo su sexo. Tiembla y no puedo estar más satisfecho de su reacción. Me levanto y saco mi miembro, posicionándome en su entrada.
—¿Lista?—Cuestiono.
—Siempre— Es su respuesta.
Arremeto y está tan cerrada que mi pene palmita a gusto. Ejerzo más fuerza de a poco hasta que logro colarme dentro de ella, sintiendo su calor. Dejo que pasen unos segundos para que se acostumbre a mi tamaño, antes de comenzar a embestir.
Una, cuatro, doce embestidas y sus gemidos llenan toda la habitación, pidiendo más. Me llevo sus piernas a mis hombros, logrando más profundidad y la veo retorcerse. Mi mano se estrella en su mejilla, y sonrío brevemente, sabiendo que esto es lo que le gusta.
—¡Más!—pide agitada y la complazco.
—¡Más! ¡Joder que rico!—Grita exasperada y yo hago acopio de todas mis fuerzas para no venirme ante su reacción.
Es lo que le gusta y me excita tanto, ¡Joder! El hecho de que ella se excite con las breves bofetadas me da a entender que podría hacerle de todo y ella solo querría más, porque no se sacia, al contrario, siempre quiere más.
Embisto unas cuantas veces más hasta correrme y me detengo por unos minutos. Su cuerpo tiembla y me voy directamente hacia su entrepierna, lamiendo todo, mordisqueando y chupiendo, hasta que la oigo gritar que se va a correr.
Me levanto, encontrando sus ojos fijos en los míos, dándome a entender que esto a penas comienza.
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HISTORIAS PARA LEER EN EL FIN DEL MUNDO
De TodoLa vida en sí no tiene un significado complementario que demuestre la objetividad de esta, simplemente se debe proceder a construir un estilo para confrontarla y conformarse con lo que esta dispone. Sé feliz sin importar qué, cada quien sabe de que...