"¿!Cómo que perdiste a tu hermano, Mycky!?." El grito del señor Holmes resonó por toda la estancia. Su hijo mayor había llegado agitado hace unos minutos, exigiendo hablar con él. Era lo único que repetía, pues estaba tan nervioso que no era capaz de formular otra frase. Nadie nunca lo había visto así, pues la realidad era que la mayoría del tiempo este se mantenía sereno. Aunque viendo la situación, hacía bastante sentido.
El chico le explicó los detalles a su padre lo más objetivamente que su angustia le permitía. Le contó que estaban cruzando la avenida principal, donde el carruaje los había dejado, pues planeaban visitar las tiendas del centro. El cumpleaños de su padre se acercaba, por lo que Sherlock le había pedido si podía acompañarlo a comprar un regalo. Al principio su hermano se negó, pues no le parecía buena idea salir sin permiso. Pero al escuchar el argumento de que "si pedían permiso, ya no sería una sorpresa" del pequeño Sherlock, no pudo seguir negándose. Mycroft al ser el próximo cabeza de la familia -además de ser un joven bastante
responsable y atento- no había tenido problemas al solicitar utilizar el transporte de la familia. Tras unas horas de caminata y varias tiendas visitadas, habían logrado encontrar algo que los convenciera. Pero al salir, se habían percatado de que el flujo de gente había aumentado. "Agarra fuerte mi mamo, y no te separes por nada del mundo", le había dicho el mayor, quien llevaba el regalo en una mano y al niño en la otra. Se introdujeron en la multitud después de eso. Mycroft iba abriendo el camino para que su hermano pasara, siendo que era mucho más alto. Al principio no tuvieron muchos problemas, pero a medida que se acercaban al lugar donde habían desembarcado, el mantenerse cerca se hacía más difícil. Cuando por fin llegaron, Mycroft abrió la puerta del carruaje, dispuesto a meter la caja envuelta. Pero para cuando se volteó de nuevo, el pequeño se había esfumado. Lo buscó con la mirada en los alrededores, pero tanta gente le imposibilitaba ver más allá de unos metros. Se adentró en el mar de personas y comenzó a gritar su nombre, desesperado. Caminó por varios minutos, en busca de la característica antenita pelinegra. El tiempo pasaba y su nerviosismo aumentaba, pensando en todss las posibilidades. Finalmente decidió que no sería capaz de hallarlo solo, y se apresuró a llegar a casa.Con la explicación de Mycroft concluida, el señor Holmes no perdió tiempo y departió con dirección a la avenida principal. Sabía que entre más tiempo pasara, encontrar a su hijo sería más difícil.
El sol comenzaba a ocultarse, y aunque ya no estaba solo, Sherlock comenzaba a echar de menos a su familia.- No te preocupes, Sherly. Me aseguraré de que regreses a casa por la mañana, lo prometo. -El rubio al detectar la tristeza en su semblante, trató de consolarlo. Este ya se había hecho a la idea de que el azabache pasaría ahí la noche, así que intentaría hacerlo sentir cómodo. Después de todo, él sabía cómo se sentía estar lejos de casa.
- Es tarde, deberíamos ir a dormir, -propuso William de repente. No pasó mucho antes de que Sherlock sintiera el calor subir por sus mejillas. Sabía que si intentaba hablar, las palabras le saldrían a medias, así que se limitó a asentir y seguir al rubio.
De espaldas en un rincón del suelo, ambos niños yacían sobre algunas mantas. El azabache hubiera preferido dormir separados, aunque debía admitir que el comtacto del cuerpo ajeno aminoraba en gran medida el frío que sentía.
Entre tanto, en el resto de Londres se vivía un alboroto monumental. Medio día había pasado y aún no había señales de Sherlock. Su padre no había esperado mucho antes de agilizar a sus contactos en el ejército; en poco tiempo, varios de ellos estaban buscando al menor. Los Holmes eran conocidos por su hospitalidad y apoyo a cualquiera que lo necesitara, así que nadie dudó en ofrecerles una mano en la búsqueda. No obstante, con cada hora que pasaba sin éxito, los ánimos de todos decaían. Era inusual que un niño se perdiera por tanto tiempo.
La verdad era que en la mente de todos revoloteaba la misma posibilidad: podría tratarse de un secuestro. Fueran como fuesen, el hecho innegable de que la familia tuviera buenos ingresos los hacía blanco de varias extorsiones. Pero desde luego, nadie mencionaría eso en voz alta.
Llegada la madrugada, se tomó la decisión de detener la búsqueda hasta la mañana, pues la falta de luz era un gran impedimento para registrar las zonas más pobres de la ciudad. La familia Holmes estaba devastada, pero no había mucho más que pudieran hacer más que esperar.
- Mycky, ya no llores, mañana seguiremos buscándolo. -La señora Holmes intentaba consolar a su hijo, que ya llevaba un buen rato torturándose por haberle quitado la vista de encima a su hermano.
- Tu madre tiene razón, volvamos a casa y descansemos, mañana seguiremos con esto. -Y de esta manera los equipos comenzaron a disiparse lentamente, y las familias voluntarias regresaron a sus hogares, con la promesa de continuar en otro momento.
Esa noche, Londres se mantuvo tenso. Todos estaban a la espera de que al despertar, hubiera noticias favorables.
Los rayos de sol comenzaron a bañar su rostro, y lo obligaron a abrir los ojos. Una vez que recordó dónde estaba, se dispuso a buscar al pequeño rubio con la mirada. Lo encontró al lado suyo, durmiendo aún hecho un ovillo. Al parecer no era el único el cuál había pasado frío durante la noche, pensó mientras lo contemplaba. Las suaves hebras doradas caían despreocupadas sobre su rostro. Estas se veían incluso más brillantes bajo la cálida luz matinal. Las tupidas pestañas temblaron un poco antes de permitirle a los hermosos rubíes aparecer lentamente.
Sherlock apartó la vista mientras este se incorporaba, no quería que lo atrapara observándolo tan detenidamente.
- Buenos días, -al escuchar esas palabras, el pequeño volvió la vista hacia William, el cual le dedicó una sonrisa.
- Buen día, -las palabras salieron más serias de lo que esperaba. Se levantó de un brinco del tendido de mantas, y ofreció su mano al contrario.
Después de un rato, Louis entró en la habitación. Saludó alegremente a su hermano, antes de reparar en la presencia del azabache.
- ¿Sigues aquí? ¿Es que acaso no tenías prisa por irte? -El mencionado decidió ignorarlo y dedicarse únicamente a ayudar al rubio mayor a ordenar la estancia.
- No va a quedarse mucho tiempo más, anoche le prometí que lo ayudaría a regresar, -dijo mientras le daba una palmada. Sabía que la despedida era inminente. Pensando egoístamente, le hubiera encantado poder conversar más tiempo con él, pues su compañía le había parecido por demás grata.
- Es hora de irnos, todos deben estar buscándote afuera. -Un atisbo de tristeza fue perfectamente percibido por Louis, quien se preguntó qué tenía ese niño que hizo que su hermano le haya tomado cariño en tan poco tiempo. Pensó que tal vez era porque su hermano no tenía muchos amigos, tan sólo personas que se topaba en los alrededores o por el mercado, y que a veces saludaba.
No pasó mucho tiempo antes de que alguien los encontrara. Después de todo, la noticia de la desaparición del hijo menor de los Holnes estaba en todas las primeras planas de los periódicos locales. William observó como su nuevo amigo se reencontraba con los que supuso serían sus padres y hermano. En el tiempo que habían conversado, este le había hablado un poco de ellos. Su insoportable pero querido hermano, su cariñosa madre y su imponente y admirable padre. Después del encuentro, Sherlock volteó su vista nuevamente hacía él, y lo invitó a acercarse.
- ¡Liam! ¡Liam! Mis padres dicen que puedes visitarnos cuando quieras, tú y Louis. Les buscarán un lugar más apropiado para vivir, y así podré visitarlos también. ¿No es genial? -Recitaba Sherlock, los zafiros le brillaban con emoción y se tropezaba con sus palabras. Enseguida William asintió, mostrándose igualmente feliz por la noticia y sonriéndole ampliamente. Mycroft los observaba de lejos y reflexionaba acerca de este comportamiento inusual en su hermano, que siempre solía estar serio y del cual pocas cosas -y personas- eran capaces de captar su interés.
Ambos pequeños se despidieron, prometiendo volver a verse pronto.
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A Sudden Meeting || Sherliam/YnM
FanfictionWilliam encuentra a un pequeño niño que estaba huyendo desesperado de unos hombres en los barrios bajos de Londres. Decide ayudarlo y llevarlo a su pequeño refugio donde habitan él y su hermano menor, mientras descubre cómo llegó a esa zona de la ci...