III. Travesía

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Ya habían pasado unos meses desde aquel inusual evento. Las fiestas se acercaban cada vez más, y según lo prometido, Sherlock no había dejado de frecuentar a los hermanos. Sus visitas ya eran algo rutinario; el siempre encontraría tiempo para verlos y llevarles una que otra cosa que necesitaran. Tal como le había dicho aquella mañana de otoño, sus padres buscaban diariamente un orfanato que tuviera cupo suficiente para ambos. Uno de tantos días, Sherlock había llevado una gran caja de juguetes como regalo por las festividades. Ambos estaban muy entretenidos, pero la curiosidad de Holmes le impedía olvidarse de cierta cuestión que le intrigaba.

- Liam, ¿puedo hacerte una pregunta? –Dijo mientras derribaba la fortaleza de bloques que el rubio había construido.

- Mhm –El rubio asintió mientras jugaba con el muñeco que Sherlock había traído consigo hace unas horas– ¿Qué sucede?

- Me preguntaba... ¿Qué pasó con tus padres? ¿Hace cuánto están solos Louis y tú? –No se le daba muy bien eso de ser discreto. Cuando vió que William se detenía para mirarlo, supo que no había sido una idea muy inteligente.– Es decir, no tienes que responder si no quieres, yo sólo...

- Yo tampoco lo sé; desde que tengo memoria hemos sido sólo nosotros. Me he ocupado de él desde pequeños. –Su rostro, más que incomodidad, reflejaba nostalgia.

El silencio se hizo en la habitación. Ambos pequeños siguieron jugando, sin emitir ningún ruido. Sherlock quería saber más, pero no seguiría indagando; al menos no por ahora.

Al cabo de unas horas el pelinegro decidió despedirse y regresar, pues el sol comenzaba a ocultarse. Mycroft llegaría a recogerlo pronto.

- Prometo que vendré pronto –Sherlock lo abrazó, antes de acercarse a la puerta y despedirse con la mano una última vez.


El menor no dejaba de ver por la ventana mientras el carruaje se alejaba de aquella zona. Myceoft al notar lo pensativo que estaba, intentó preguntar.

- ¿Pasó algo mientras estabas con William? –El pequeño se sorprendió un poco al escuchar la pregunta; el trayecto a casa usualmente era silencioso.

- No, nada. ¿Por qué la pregunta?

- No has dejado de ver por la ventana desde que subiste. Siempre que vengo por ti tienes una sonrisa imborrable y no paras de hablar como un lunático, es por eso que pregunto. –Sabía que su hermano no estaba muy de acuerdo con que él fuera a esos barrios. Decía que era muy inseguro –en lo cual tenía razón–, así que insistía en dejarlo y recogerlo siempre a la misma hora, lo cual en el fondo agradecía.

- Creo que pregunté algo incorrecto hoy, e hice sentir incómodo a Liam. –Mycroft podía notar lo arrepentido que estaba, y eso lo sorprendía. El pelinegro no solía preocuparse mucho por los demás, o cómo podrían sentirse respecto a él.

- No creo que Liam se lo tome personal. Él te aprecia mucho, es fácil darse cuenta. Se alegra mucho cuando te ve llegar, y cuando voy por ti, se queda mirando mientras nos alejamos. Tal vez no te des cuenta, pero así es. –Intentó reconfortarlo, aunque fuera malo haciéndolo. Sherlock lo apreciaba.

El pequeño lo pensó por unos minutos, pero se convenció de que lo que decía era verdad. Su amistad con Liam le era especial, y esperaba que para él fuera lo mismo.

Esa noche, Sherlock cuestionó a su padre acerca de la búsqueda de orfanatos. La situación de su mejor amigo le preocupaba, pues se habían pronosticado lluvias intensas dentro de unos días. Él sabía que esos hermanos ya deberían haber pasado cosas peores dentro de ese pequeño refugio, pero ahora que eran amigos, haría lo posible para mejorar la calidad de vida de ambos.

- De verdad te preocupas por él, ¿no, hijo? –Su padre le acarició el cabello suavemente– Estoy orgulloso de ti, me sorprende que seas tan humanitario a pesar de tu edad.

- Lo hago porque es mi amigo, papá. La noche que pasé con él me hizo darme cuenta de muchas cosas. En general, siento que sste tiempo juntos me ha hecho una mejor persona.

- Me alegra escuchar eso. –El mayor le sonrió al pequeño.– No te preocupes Sherly, te prometo que tu amigo no pasará otra navidad en ese lugar.


- Hola Louis, ¿dónde está Liam? –Saludó sonriente, mientras le daba una bolsa.– Ten, les traje esto.

- Mi hermano salió a comprar unas cosas hace  rato, no debe tardar. –Respondió mientras colocaba la bolsa sobre la mesa.– Puedes esperarlo afuera, si quieres.

- Oh vamos Louis, hace frío. A Liam no le gustará que me dejes esperando aquí. –Se quejó el mayor, tiritando y temblando. El rubio no tuvo más remedio que hacerse a un lado.

- Deja de llorar y entra rápido, o la nieve se meterá. –Lo jaló hacia adentro bruscamenre y cerró la compuerta.

- Loulou, eres muy brusco. –El pelinegro lo riñó, sobándose el brazo levemente.– Podrías ser más amable.

El contrario sólo carraspeó y se retiró a guardar el contenido de la bolsa. Sherlock se sentó frente a la compuerta, esperando que esta fuera abierta en cualquier momento. Había visto a William hace sólo dos días, pero lo extrañaba como si llevara una semana sin saber de él. Después de un rato, el rubio menor regresó, visiblemente confundido.

- ¿Mi hermano aún no llega?

- No, se está demorando mucho. –Contestó algo irritado, meciéndose en la silla. De repente, una idea descompuso su cara en preocupación– Liam no suele tardar tanto en regresar, ¿habrá pasado algo? ¿Deberíamos ir a buscarlo?

- No, no deberíamos. Iré solo, tú te quedas aquí por si regresa. Además, te recuerdo que no tienes permiso para salir antes de que tu hermano llegue a recogerte. –Debía admitir que también se estaba asustando. El peligro en esos barrios era inminente, pero no había mucho que pudieran hacer.

- Pero Lou, no puedo dejar que vayas solo. Yo soy el mayor, debo acompañarte. Además, si Mychy no se entera de que salí, no habrá problema.

Louis lo pensó un momento.– Bueno, está bien. Puedes venir, pero camina rápido y no te quejes del frío, o juro que hago que regreses solo. –Finalizó, suspirando.

Ambos pequeños abandonaron el fuerte, y se adentraron en los callejones entrelazados de aquella zona.

A Sudden Meeting || Sherliam/YnMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora