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El pelirosa seguía al pelinegro con pasos apresurados, ya que este caminaba muy rápido y ni siquiera sabía a dónde se dirigían. Ya había pasado tiempo desde que habían salido de las instalaciones y ahora se estaban dirigiéndo a un lugar que Jimin desconocida completamente.

—¿A dónde vamos?—Se quejo Jimin, con su respiración agitada y mejillas rojas.—No recibió contestación, pero no se rendiría.—¿Ya vamos a llegar?—Min, Min, Min...—El pelinegro se arto y paró en seco, para después darse la vuelta y encarar al pelirosa.

—¿Ya llegamos?

—¡No!

—¿Entonces podemos regresar a la preparatoria?

—¡No, en primer lugar no sé por qué me seguiste! Y en segunda ¡Eres una princesita muy insoportable!

—¡Yo no soy una princesita!—Gritó Jimin con sus puños apretados, estaba enojado con el sujeto, él solamente quería entablar una amistad con el pelinegro, pero tal parecía que este era lo que menos quería.—¡Y tú me caes mal!—Le gritó molesto, para después alejarse de allí, dejando atrás al pelinegro.

—¡¿A dónde crees que vas?!—Grito molesto al ver cómo se alejaba.

—¡Regresaré a la preparatoria!—Le contestó furioso sin mirar atrás.

Caminaba sin saber a dónde ir, pero no le importaba, lo único que quería era alejarse del pelinegro que tanto le desagradaba. Era atractivo, no lo iba a negar, pero con esa actitud alejaba a cualquiera que deseara pretenderlo.

—¡Quién se creé que es para gritarme y decirme princesita!—Caminaba molesto, pateando todo lo que encontraba a su paso.—¡Ahg si no estuvieras tan guapo ya te habría odiado desde hace mucho!—Mientras iba discutiendo con sigo mismo no pudo percatarse de que ya había oscurecido y estaba entrando a una zona peligrosa. Aún no podía acostumbrarse al horario humano y a que el cielo se tornaba negro una vez llegaba la llamada "noche", así que continuó caminando, esperando ver en cualquier momento algún lugar conocido, pero simplemente no conocía absolutamente nada.

Se abrazó así mismo al sentir la fresca brisa golpear la piel descubierta de sus brazos, mientras escuchaba como las lechuzas cantaban en medio del tenebroso silencio. El miedo comenzó a invadirlo y se maldijo por haberse alejado del pelinegro, era grosero, amargado, desagradable y sarcástico, pero al menos lo hubiera llevado de vuelta a casa, o tal vez no, pero al menos lo hubiera protegido.

Siguió caminando lo más rápido posible, hasta que sintió como alguien jaló de su mochila, haciéndole perder el equilibrio y cayendo al suelo. Inmediatamente comenzó a retroceder ahí mismo en el suelo. A lo que pudo ver, era un hombre, este traía un cuchillo con sigo y se acercaba peligrosamente hasta Jimin. Jimin estaba aterrado, no sabía que hacer, puede que tuviera los genes inmortales de sus padres, pero eso no le quitaba lo macabro que sería pensar en todas las cosas que podía hacer el humano con él.

Jimin continuaba retrocediendo cómo podía, logró alejarse unos centímetros del perverso hombre para poder levantarse y correr. Corrió por su vida, corrió como tanto sus piernas le permitieran, pero no era suficiente, él hombre estaba detrás de él, a nada de alcanzarlo.

Cuándo Jimin sintió cómo lo empujaban contra el suelo creyó que su fin había llegado. Se mantenía llorando silenciosamente, con su mejilla y manos pegadas al pavimento, tenía miedo, porque tal vez no volvería a ver a su familia, ni volvería a estudiar, ni volvería a sonreír.

Justo cuando el hombre tomó su cabellera y la jaló hacia atrás, pudo ver esa sonrisa perversa y llena de lacividad.

—P-por favor...—Las lágrimas escurrieron sobre sus rechonchas mejillas, cerró sus ojos, dándose por vencido y aceptando su destino, pero antes de que este llegara el suelo comenzó a temblar.

Tanto Jimin como el desgraciado estaban confundidos. De pronto el pavimento se agrieto, permitiendo que de aquellas grietas salieran almas en pena. En medio del humo verde aquellas almas estaban arrastrando al perverso hasta las grietas, pero por más que ponía resistencia este no podía contra ellas. Antes de entrar por completo soltó un grito perturbador, el cual Jimin recordaría por el resto de su vida...y entonces se cerró. Y toda aquella escena que había presenciado hace unos momentos, se fue, junto con el hombre, pero ¿cómo?

—¿Estas bien?—Esas palabras le hicieron darse la vuelta inmediatamente. Reconocería esa voz gruesa y grave donde fuera, pero ¿qué acaso no se había ido sin él?

—¿N-no te habías ido ya?

—Ja, ¿esa es tu forma de agradecer después de que te salvaron?—Rio irónicamente.

—¿Fuiste tú?—Preguntó sorprendido, aquello tenía mucho sentido.

—¿Quién más controla el inframundo, niño sabe lo todo?

—¿El tío Hades?—Aquello sonó más como una pregunta que como una respuesta. Suga rodó sus ojos para después bufar.

—Si no me vas agradecer no lo hagas, pero no te quedes ahí parado y mueve tu enorme trasero.—Comenzó a caminar, a lo que Jimin con sus mejillas enrojecidas lo siguió.

—¡M-mi trasero no es enorme!—Corrigió aún con el sonrojo sobre sus mejillas.

—Por supuesto que si.

—N-no, es normal, como el de cualquiera.—El pelinegro se detuvo para encarar a Jimin.

—Aquí los dos sabemos que no es verdad, cualquiera moriría por tus glúteos.—Las mejillas de Jimin hervían y se venian rojas, pero el color se intensificó cuando sintió que el contrario impacto su larga y venosa mano en uno de ellos.

—¿Ves?, no son comunes y corrientes, los tuyos son muy rechonchos y redondos, son irreales.—Habló descaradamente, para después soltar una risa burlesca mientras era correteado por Jimin.

—¡Sin vergüenza, le diré a mi padre!

—Ja, ja, ja, ¡mira como tiemblo!

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Después de haberlo correteado fueron a parar en su hogar, no podía negar que se había divertido con el pelinegro, pero la cara de este al llegar la hora de irse era igual a la de hace unas horas antes de conocerse.

—Y-yo...gracias.—Se asincero y agradeció con una radiante sonrisa.

—Mjm.—Asintió, aceptando su agradecimiento.

—Amh...¿Amigos?—Extendió su mano, esperando que el pálido pudiera tomarla, pero ese apretón de manos nunca llegó, ya que nunca sacó sus manos de la chaqueta de cuero que traía puesta. En vez de eso, se dio la vuela, dispuesto a irse.

—Puedes decirme Suga.—Respondió de manera seca pero agradable, a lo que Jimin asintió, para después observar como se alejaba.

Se supone que Jimin debería estar odiandolo en ese momento por su actitud pesimista y por haberlo nalgueado, pero era muy extraño, no sentía eso, sentía un gran agradecimiento por haberlo salvado y justo ahora lo tenía suspirando como a un tonto enamorado.

❦ღAMOR EN EL OLIMPO ღ❦  [MYG & PJM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora