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Definitivamente estaba loco.

Estaba completamente consciente de la locura que estaba por realizar, pero a esas alturas ya nada le importaba.

Lo más difícil de llegar a la casa del muñequito era subir por el monte del Olimpo, ya que quedaba muy lejos del inframundo. Tenía que lidiar con muchos panoramas y no todos tan agradables, para poder ver una vez más a ese ser que tenía su corazón sobre sus manos y que al parecer era muy tarde para quitárselo…

Después de aquella intervención por parte de Ares, se había quedado un poco más en el mundo humano, explorando cosas que servirían después para poder mostrárselas al pelirosa. Después de convivir por un tiempo en aquel mundo que nunca terminaba de comprender, decidió regresar a su hogar en el inframundo.

Una vez en el inframundo, se encontró pensando en su cita con el pelirosa. En el momento que habían compartido ahí mismo en el inframundo, uno que rondaba por su mente una y otra vez. Por más que se intentaba concentrar en sus labores, era imposible. Ese beso apasionado que había nacido entre él y el pelirosa era el pensamiento más peligroso que había tenido en toda su vida y no sabía cómo lidiar con el…

Es por eso que justo ahora se encontraba afuera del templo de la familia de JiMin, exactamente donde se encontraba la habitación de JiMin. A punto de realizar la locura más grande de su vida…

Con gran esfuerzo subió por la pared, aún si estuvo a punto de caer de ese enorme edificio, agradecía tener genética inmortal para poder aguantar una caída de ese nivel, lo único que no agradecería sería tener que comenzar desde cero…

Justo cuando llegó ventana de aquella habitación, que para nada era pequeña, se detuvo un momento para poder apreciar desde lejos a un pelirosa que parecía hablar muy emocionado con su hermano mayor.

Así que, se dijo a sí mismo que no haría daño lograr escuchar aunque fuera un poco…

—¡Vamos Minnie! Es la tercera vez que te pregunto y es la cuarta vez que no me dices nada por sonrojarte y esconder tu rostro en esa almohada—insistió SeokJin, el hermano mayor de JiMin, quien se encontraba en una especie de mundo rosa cada que recordaba lo bien que se sentía las mariposas dentro de él cuando el pelinegro lo miraba tan atentamente.

—Lo sé y lo siento mucho, es que no puedo evitar sonrojarme… Fue un día maravilloso—admitió con una sonrisa radiante en sus labios. Cosa que hizo que la curiosidad creciera aún más en el mayor

—¡¿Tuviste tu primer encuentro?!—preguntó SeokJin con incredulidad, pero a la vez con picardía, sin embargo, JiMin rápidamente lo negó.

—¡Por supuesto que no!—hizó un puchero en sus labios. No podía creer que su hermano pensara en esas cosas.

—Bien, lo siento. No quise sonar como nuestros padres, es sólo que me intriga saber que sucedió entre ustedes dos como para que te encuentres muy feliz.

—Pues, una vez que se quedó discutiendo con mamá, ambos salimos, yo me sentí mal y comencé a llorar porque creí que el pensaría que yo era como mi madre, pero en lugar de eso, me consoló y después me llevó a su lugar favorito en el inframundo. Ahí nos besamos… —al recordar ese momento no pudo evitarlo y cubrió su rostro con su pequeña almohada en forma de corazón—, se podría decir que intensamente…—aquello hizo que SeokJin le sonriera con picardía, causando más sonrojo en el menor.

—¡Hyung!—chilló.

—Ja, ja, bueno ya. Continúa.

—Y después…—sonrió con emoción, no obstante su sonrisa se vio apagada al recordar lo que había sucedido después.— Me pidió matrimonio y lo rechacé…

—¡¿Qué?!—exclamó, siendo callado rápidamente por JiMin.—Lo siento, lo siento…—se disculpó por el alboroto, para después mirarlo con sus ojos entrecerrados.—¿Por qué le dijiste que no?

—Porque aún no tengo edad para desposar a alguien. Primero que nada quiero terminar el mandato de Zeus. Además, usted vio como nuestro padre lo trató y lo amenazó. Haría una guerra sin fin si se entera que contraje matrimonio a esta edad y ahora, temo que haga todo lo posible por alejarme de Suga.

—Sigo sin saber que le viste al muchacho, pero algo debe de tener para que te guste.

—¡Hyung!—chilló indignado.

—Ja, ja, lo siento, Minnie, pero tenemos gustos completamente diferentes—compartió, mientras recordaba a aquel chico de piel acaramelada con el que se había besado el día de la fiesta de su madre, mismo que se mantenía rondando por su mente la mayoría del tiempo, pero que por su bien prefería ignorar.

—Puede que parezca ser alguien malo, pero es muy dulce cuando se dirige a mí. Después de visitar el inframundo, fuimos a un restaurante humano donde platicamos por mucho tiempo. Puedo sentir que me habla con sinceridad y que no trata de ilusionarme…

—Más le vale o sino lo mataré por meterse con mi hermanito…—dijo el mayor, con un tono amenazante que por poco hace que un Suga desde la ventana resbalara.

—Gracias, Hyung, pero estaré bien…

—Lo sé, Minnie. Sé que tú puedes cuidarte solo, pero no olvides que para eso tienes a tus hermanos mayores…—le dió un abrazo y un casto beso en su mejilla, para después ponerse de pie—. Me imagino que lo que sucedió después fue que llegamos e interrumpimos su cita…—el pelirosa asintió con un puchero en sus labios—Lamento eso, hermanito. No pude detener a nuestro padre…

—Está bien, Hyung, no se preocupe,  mañana lo volveré a ver…—admitió con un sonrojo en sus rechonchas mejillas.

—¡Mas te vale contarme todo lo que pase o dejarás de ser mi hermano favorito!—le advirtió, y aunque JiMin sabía que bromeaba, no se arriesgaría a perder a su hermano favorito por no contarle sobre su vida romántica, después de todo, era el único que no lo juzgaba…

—No se preocupe, Hyung, yo le contaré…—le dijo con una sonrisa, para después ver cómo se marchaba de su habitación.

Una vez que se encontró solo, se recostó sobre su cama mientras miraba el techo de su habitación irreal. Recopilando y recordando lo que había sucedido ese día con el pelinegro. No sabía en qué momento había pasado de ser un compañero fastidioso al dueño de sus suspiros, sus pensamientos y sus besos… Todo había sido tan rápido, tan inesperado… ¿Así era como se sentía estar enamorado?

De pronto, unos toques en su ventana lo hicieron sobresaltarse en su cama. Con duda, gateó por la misma hasta poder ponerse de pie. Una vez de pie comenzó a caminar con lentitud hacia su ventana, temiendo que algo malo se encontrara fuera de esta. Sin embargo, una sonrisa se esbozó en sus labios sin permiso. Tomó la flor negra con espinas que yacía en su ventana, para después dirigirla a sus fosas nasales y respirar aquel delicioso aroma que desprendía Suga por naturaleza, granada y cenizas…

Como última esperanza de poder encontrar al dueño de aquel aroma familiar, se asomó al exterior de la ventana, sin embargo, no lo encontró por ningún lado y aquello en parte le entristeció. Pero entonces volvió a oler aquella rosa y la alegría volvió a él, porque lo vería mañana…

❦ღAMOR EN EL OLIMPO ღ❦  [MYG & PJM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora