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Aquel lugar infestado de un blanco puro y pulcro, imponente a la par que majestuoso y bello, celestial; lo recordaba perfectamente

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Aquel lugar infestado de un blanco puro y pulcro, imponente a la par que majestuoso y bello, celestial; lo recordaba perfectamente. Recuerda cómo despertó desorientado y confundido, sin saber dónde estaba o quién era siquiera, sin memoria alguna. Muy contradictorio de lo que muchos pudiesen pensar sobre no tener recuerdos de una vida pasada, para él, era una inexplicable tranquilidad que acariciaba su corazón, su mente la sentía ligera y libre de cualquier preocupación o malestar, era maravilloso. El simplemente existir sin un peso qué cargar siempre sería y será la mejor experiencia que haya vivido jamás. O así fue hasta que recordó su nombre y un par de imágenes de borrosas siluetas que perturbaron su existencia.

Miró a su alrededor en busca de algo que distrajese su mente después de haber obtenido esos diminutos fragmentos de memoria, hallando a más individuos a la distancia, posicionados en colosales torres de blanco mármol al igual que él, y eso de alguna misteriosa forma le alivió, pues no estaba sólo en ese desolado lugar. Después escuchó un llamado, lo cual le exaltó, miró a la dirección de donde provino el sonido de aquella voz, apreciado a un sujeto de sudadera blanca y de un aparentemente llamativo color platino.

En ese preciso momento, algo en su mente le murmuró entusiasmadamente que quizás ese sería el comienzo de una emocionante e intrigante aventura por venir.

Mas algo en su mente temió y se cuestionó a sí mismo: «¿En verdad sería así?».

Mas algo en su mente temió y se cuestionó a sí mismo: «¿En verdad sería así?»

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Sus ojos reflejaron una genuina sorpresa, el alivio se instaló en su ser. Tras tantas emociones intensas por fin sintió una breve tranquilidad, al menos la suficiente para seguir adelante con lo que fuese a pasar. Giró su vista a sus espaldas, bajó la mirada al lejano suelo y observó por fin a una cara conocida que le hizo sonreír en grande, lleno de dicha.

Era Luzu, en verdad era él, no estaba drogado ni mucho menos estaba viendo una alucinación, su mejor amigo estaba ahí parado junto a... ¿Quién era ese que acompañaba al castaño? Era un... ¿tiburón?

Su momento de confusión se vio opacado al recordar que dos locos psicóticos estaban a menos de 4 metros de distancia a su persona. Volteó nuevamente alterado hacia aquellos hombres, quienes por el grito que pegó su amigo se percataron de los nuevos invitados no deseados.

Las Cosas Que MerezcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora