07

1.5K 182 72
                                    

Suaves ronquidos se escuchaban en aquella habitación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Suaves ronquidos se escuchaban en aquella habitación. El dueño de la misma yacía profundamente dormido en su esponjosa y cómoda cama, sin ninguna preocupación de por medio, hasta que unas palmaditas aterrizaron en una de sus mejillas, que a duras penas lo consiguieron despertar.

¿Uhm...?

Todavía adormecido, estiró su mano hacia el buró al costado derecho de su cama para tomar sus amados lentes y colocárselos, a la par que se sentaba en el colchón, quitándose su cálida manta de encima y sentándose al borde de la cama, meciendo un poco sus pies. Soltó un no tan prolongado bostezó, después fijó su vista hacia la cosa o persona o lo que sea que fuese que lo había despertado, resultando ser... alguien conocido.

Oh, eres tú, DreamXD—. Murmuró para nada sorprendido. Después de todo, ese tipo de situaciones le eran tan comunes que ya no le extrañaban para nada.

Lo miró más detenidamente, y no pudo evitar reír al verlo, pues estaba de pie justo frente a él, pero lo gracioso era que, debido a su gran tamaño, se veía obligado a estar encorvado o de lo contrario su nuca y cabeza chocarían contra el techo de la habitación.

Saludos, George—. Le saludó, con ese característico eco en su voz profunda.

¿Qué te trae por aquí, eh? Si es que se puede saber.

Nada en especial. Sólo vine a proponerte dar un paseo por alguna pradera cerca de aquí, ¿Qué dices?

El castaño sonrió encantado ante la propuesta.

Por supuesto, suena bien.

Sin perder el tiempo, George se empezó a prepararse para salir, siempre bajo la atenta pero perceptible mirada de la deidad oculta bajo aquella máscara que la misma portaba, que para esas alturas, ya ni le molestaba al castaño; su relación con el ente divino era algo rara, pero se tenían confianza el uno al otro en muchos sentidos.
Una vez el joven se terminó de arreglar, ambos salieron de la vivienda del más bajo y comenzaron a pasear por los alrededores de la Community House y  el extenso Prime Path mientras conversaban amenamente, y en eso desviaron su camino hacia el bosque más cercano a su alrededor para tener mayor privacidad—a pesar de que no había absolutamente nadie cerca—. Siguieron caminando mientras hablaban, pero en cierto punto decidieron sentarse a los pies de un gran árbol para así continuar con sus triviales pláticas.

Y así siguieron durante horas y horas, las risas se hicieron presentas en todo momento, una clara señal de disfrute por parte de ambos individuos, dignas de tan pacífico momento.

¿En serio hiciste eso?—. Preguntó suave el joven.

Sí, lloraron por piedad después de cometer la estupidez de desafiarme—. Dijo, sin mostrar ni una pizca de arrepentimiento por acciones pasadas.

Las Cosas Que MerezcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora