10; tazas de té

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No ver a Quackity a su lado al despertar en las mañanas durante esos días era el mismo sentimiento que sintió cuando estuvo un mes sin él, solo que ahora todo era peor.

Quería una respuesta, una justificación para toda la tensión a su alrededor, pero también tenía miedo de saber la verdad detrás de todos los malentendidos, y sabía que Quackity se sentía de la misma manera que él, ya que cada vez que trataban de hablar o sacar el tema, él simplemente huía, daba una excusa tonta o lo ignoraba nerviosamente y no volvía a casa después de unas horas.

Pensó que volver con Quackity arreglaría las cosas, pero no, ahora todo estaba peor que nunca. No se comunicaban ni tenían caricias afectivas como antes, sólo existía la necesidad sexual entre ellos, porque era la única manera en que podían sentirse el uno al otro sin tener que entrar en una charla demasiado profunda, sólo basándose en la estimulación, en los beso, los gemidos necesitado y el roce de sus cuerpos. Luzu quería hablar y aclarar las cosas de una vez por todas, pero cada vez que Quackity llegaba a casa por las noches terminaban follando y entrelazándose de la mano, uno encima del otro. El peli-castaño ni siquiera entendía cómo terminaban así todas las madrugadas, sólo sucedía en un abrir y cerrar de ojos, en un pequeño descuidó al tratar de reanudar la conversación y no poder rechazar la necesidad y la adicción del otro en sus labios, con una mente brumosa y nublada por el placer, dejándose llevar por el calor del momento. Varias veces se preguntaba si era algún tipo de manipulación por parte de Quackity para no hablar del tema o la simple necesidad carnal y sentimental de ambos de tocarse después de un día entero sin contacto físico.

Tenía miedo y se preocupaba por lo que pasaría por la cabeza del otro, teniendo en cuenta los comportamientos erráticos, la falta de tiempo y la distancia que se forjaba entre ellos, volviéndolo loco y enfermo por él. Se había preguntado un millón de veces si Quackity se había sentido igual o peor cuando estaba pasando por sus problemas emocionales, considerando lo duro que todo le afectaba. No se dieron cuenta cuando sus estados de ánimo y situaciones emocionales dependían de ellos, poniendo toda su confianza y accidentalmente la carga de la responsabilidad emocional en los hombros del otro, jodiéndose el uno al otro sin quererlo.

Despertarse cada mañana sabiendo que no volvería a recibir ni un abrazo oun beso mantenía su ánimo bajo todos los días, dando algunas vueltas para finalmente levantarse y empezar su día. La cama siempre estaba vacía en el lado donde dormía Quackity, ya que él salía temprano por la mañana a dar un paseo, con la excusa de querer derramar y despejar su mente. Luzu nunca se habría quejado o molestado por esto, si no fuera por la apretada y tensa situación en la que se encontraban, deseando al menos un día despertarse y encontrarlo a su lado, para poder abrazarlo, pasar la mano a través de la suave curva de su cadera y luego besar su hombro desnudo, susurrándole los buenos días, como siempre lo habían hecho.

Miró por la ventana que estaba al costado de la cama, notando la tenue y suave línea de luz que provenía de la cortina parcialmente entrecerrada, siendo la única línea de iluminación que había en la oscuridad de la habitación a su alrededor. Bostezó exhausto y estiró sus huesos, forzándose a levantarse para hacer los deberes en su hogar, a pesar de las mantas gruesas y cálidas que le decían lo contrario, queriendo dormir y descansar por al menos otros diez minutos más.

Pero finalmente se levantó con esfuerzo, tomando la ropa holgada y cómoda que estaba esparcida por el suelo y poniéndosela calmadamente, protegiendo su cuerpo del frío casi ártico que era a esa hora de la mañana. Su cabello desordenado y las dolorosas marcas de chupetones en su cuello eran lo de menos, al fin y al cabo estaría encerrado en casa todo el día y con la estufa encendida para no morir de frío. Le hizo preguntarse interiormente si Quackity se había protegido y abrigado adecuadamente antes de salir al frío, sacudiendo la cabeza ante aquellos pensamientos invasores de preocupación que aparecían de la nada, sabiendo muy bien que era casi inevitable no preocuparse y sobreprotegerlo, incluso si no estaban en muy buenos términos.

BOYFRIENDS › luckity; PAUSADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora