12; debe ser una broma

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- Permiso - dijo cortésmente Alexby, luego de darle un gran abrazo a Luzu a modo de saludo y entrar tranquilamente a su casa. Todo ello vistiendo ropa mucho más formal de lo habitual, como todos los invitados alrededor.

Luzu simplemente le sonrió dulcemente a Alexby y cerró la puerta detrás de él, volteándose para atender a los demás presentes.

A veces las cosas no salían como él quería, pero desafortunadamente tendría que empezar a acostumbrarse a eso sin rechistar. Luzu se sentía constantemente ansioso, incapaz de acostumbrarse por completo a estar rodeado de personas o asistir a reuniones importantes. Incapaz de tolerar a sus amigos, pero trabajando en ello, aunque le resultaba insufrible tratar con adultos que se comportaban como críos, con tanto alcohol y estupidez en sus cuerpos que ya parecían salvajes cavernícolas descubriendo el fuego por primera vez.

A Fargan ni siquiera le importó estar en la casa de otra persona, solo sacó algunos cigarrillos de dudosa procedencia de su chaqueta y comenzó a compartirlos con todos los invitados, llenando su casa con un olor vertiginoso y un humo extraño que flotaba en el aire.

Simplemente se quedó allí, quieto junto a la puerta principal y la ventana entreabierta para no marearse por el extraño olor, en medio del caos total mientras a su alrededor voces y risas resonaban con fuerza en las paredes de su dolorido cerebro.

Apenas entendía lo que estaba haciendo allí, apenas podía recordar cuántas personas se habían colado en su casa de la nada. Solo guardaba un vago recuerdo de la figura borrosa de Quackity entrando a la habitación y acostándose a su lado, mientras le hablaba pidiéndole que se pusiera ropa elegante y formal, ya que tendrían visitas por la tarde-noche. Todo mientras él simplemente había estado tratando de dormir y tomar una pequeña siesta después del almuerzo, mirándolo con los ojos entrecerrados y su cabeza confundida tratando de entender.

Se sentía como una roca sin sentimientos o un fantasma invisible que nadie sinceramente notaba ni le importaba. Sabía perfectamente que era una persona aburrida de los pies a la cabeza, que lamentablemente no tenía mucho de qué hablar y compartir con los demás, por lo que sus amigos ni siquiera se tomaron el tiempo de acercarse a él y hablarle. De hecho, todos estaban actuando y mirándolo como si escondieran algo, haciéndolo sentir aún más distante y aislado que antes.

Siempre había querido que alguien se sintiera orgulloso de él con sinceridad genuina, aunque sonaba como un deseo tan simple y cotidiano que varias veces lo hizo sentir como un tonto. Simplemente deseaba que los demás se dieran la oportunidad de conocerlo bien, de verlo como un misterio, como un rompecabezas que hay que resolver, acomodar y comprender con paciencia, aunque ya era una persona tranquila y silenciosa de por sí. Siempre era él quien escuchaba con paciencia y tranquilidad, mientras los demás hablaban y le contaban con emoción sus apasionantes ideas. Pero a veces quería dar la vuelta y ser él el hablante, para que los demás lo tuvieran a su lado y se tomaran el tiempo que nunca dedicaron a escucharlo.

Así que de ahí nació una extraña sensación. Nunca fue capaz de entender en detalle el extraño sentimiento de ira que estaba incrustado en su pecho. Ira hacia los demás, quienes, a pesar de ser sus amigos y quererlos mucho, lamentablemente le albergaba un profundo y abrumador sentimiento de duda, sospecha y resentimiento oculto hacia ellos.

Así que llegó a la conclusión de que, sin duda, nadie voltearía a verlo si no fuera el dueño de la casa, el novio de Quackity y lamentablemente se vieran obligados a convivir todos juntos porque pertenecen al mismo pueblo, porque probablemente sin ninguno de esos factores estaría completamente solo y sin amigos.

Así que cada vez que alguien rompe algo o provoca un desastre acuden a él con miedo y nerviosismo, con el objeto dañado en las manos y una cola imaginaria metida entre las patas, casi pareciendo cachorritos tímidos y asustados, esperando que él arregle todo sin ninguna ayuda. Pero por mucho que ayude a la gente, no lo valoran lo suficiente como para darle y regalarle su tiempo. Entonces, tristemente, sintió que le daba importancia a las personas que no se preocupaban por él, y por eso el resentimiento.

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⏰ Última actualización: Jul 31 ⏰

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BOYFRIENDS › luckity; PAUSADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora