BOYFRIENDS › luckity; PAUSADO

09; oscuritas

Luzu ordenó, dobló y metió la ropa de Quackity dentro de una mochila, mientras Quackity simplemente lo miraba con los ojos llenos de añoranza y desánimo, sentado en el borde de la cama de la habitación donde se hospedaba en la casa de Staxx.

Quackity lo miraba sin hacer ni decir nada, pero de vez en cuando acariciaba las cicatrices de su cuerpo con sus curiosas manos. Todavía le dolían y le quemaban al tocarlas, a pesar de que podía sentir su piel afiebrada y rota cuando tocaba delicadamente con las yemas de sus dedos mientras comprobaba el calor, pero no le dolían tanto como en el momento en que las hizo, donde su piel estaba expuesta a la carne viva y sangraba profusamente. Actualmente se estaba curando adecuadamente, con una receta para un ungüento para aliviar y curar rápidamente el ardor, junto a unos clips para el cabello que sujetaban los mechones rebeldes derechos para evitar que le molestaran en la cara o se adhirieran a sus heridas.

Probablemente continuar quedándose allí no fue una buena idea, porque aunque Staxx lo ayudó y animó en su peor momento, al parecer no quería la misma ayuda o apoyo de los demás después de la muerte de su preciado hijo, simplemente quería permanecer solo y pensar en silencio, por lo que Quackity y Luzu decidieron que era mejor dejarlo en paz y regresar a su querido y apacible hogar que el menor tanto extrañaba y ansiaba ver.

Luzu simplemente se dedicó a ordenar la ropa que realmente debería ordenar Quackity, pero debido a su condición física decidió hacerlo él mismo, mientras que el contrario se dedicó a observar cada uno de sus pasos, atento a cualquier gesto y movimiento con la mirada clavado en él. El silencio para Quackity era cómodo y acogedor, pero para Luzu era extraño y erizador, normalmente su novio estaría moviéndose como un tornado, hablando, chillando o simplemente comportándose como un niño pequeño y jugando a las pilladas con Titi, pero ahora se veía tan triste, tan callado y tan abatido que se le rompía el corazón con solo verlo, había perdido la fuerza física, moral, la energía y el espíritu, y ese comportamiento tan inusual lo asustaba, claramente estaba triste y afectado por todo, desde su separación y la muerte de su hermano pequeño, hasta sus nuevas cicatrices y su estado físico y mental.

Y Luzu tampoco estaba en su mejor momento, pero Quackity siempre sería de su prioridad ante todo, incluso si su pecho estuviera apretado con fuerza y ​​su tristeza lo consumiera, porque sabía que con la simple presencia del menor lograba sentirse más aliviado y feliz que cuando estuvo allí, solo y desconsolado sin él.

- Quacks...- llamó el más alto, sin apartar la vista de su trabajo doblando y guardando la ropa dentro de la mochila terminada, agitando sus manos entre ellas listo para salir, pero al no recibir una respuesta inmediata levantó la vista preocupado, parpadeó extrañado al ver a Quackity concentrado mirando al suelo, probablemente en lo profundo de sus pensamientos dentro de su cabeza - Quackity - llamó de nuevo, causando que el más bajo saltara asustado, dejando su mente.

-¿Mmh?

-Es hora de ir a casa - comentó con calma. Quackity por fuera solo asentía serenamente hacia él, pero por dentro estaba saltando y gritando felizmente a todo pulmón por finalmente poder regresar a su precioso y hermoso hogar.

Se levantó de la cama y agarró su mochila algo emocionado, pero Luzu terminó por arrebatársela de las manos, alegando que estaba herido y que no podía cargarla, aunque claramente era capaz de hacerlo.

Quackity iba a salir por la puerta de la habitación, con Luzu detrás de él siguiéndolo tranquilamente. Su corazón latía con fuerza contra sus costillas y una emoción erizaba su piel por finalmente regresar a su hogar y continuar con su vida como una pareja perfecta tal y como era, pero terminó chocando con la pared que estaba al lado de la puerta, empujándolo levemente hacia atrás y frotándose la frente, quejándose entre dientes por el dolor.