Extra: El primer hijo del fuego.

107 10 18
                                    

Me presento, soy Kyomi. Trabajo desde los 7 años en la casa Rengoku.
Mis padres eran personas que trabajaban de servicio en la casa de la familia, y, por ende, al ser su hija, tengo que trabajar en lo mismo para poder pagar nuestro alimento y protección de los samurai sin honor en los pueblos y casas que se encuentran entre los caminos olvidados.

Se preguntarán, ¿Que tienes de importante en ésta historia que nos deba interesar? En primera, pido una disculpa si soy muy cortés a la hora de hablar y hablo de manera sofisticada, pero así te educan para referirte a tus superiores, en segunda, pido perdón por tomar el protagonismo en una historia que no es mía, pero deben saber el pasado de Ichiro-sama y yo.

Cuando tenía 7 años, era una niña menuda que no destacaba de entre los demás. Mi cabello era largo, negro, mis ojos color verde jade no eran normal, así que a mis padres les dijeron que era un mal augurio, pero ellos jamás le hicieron caso a tal advertencia...

La finca Rengoku, era un gran lugar con varias zonas: zashiki, la sala de estar. Los dormitorios para la familia y la servidumbre, la sala de entrenamiento (dónde por las noches me escabullía para poder entrenar, honestamente), la sala de reuniones (que usaban para celebrar los cumpleaños y aniversarios de la familia y amigos). Podría continuar, pero es una pérdida de tiempo y no puedo tener ese lujo.

Recuerdo que al llegar, ese día en concreto, estaba lloviendo y mis padres me cubrieron con sus ropas pidiendo que nos dejaran entrar, ya que nuestra casa había sido atacada por un samurai y por poco mataba a mis padres de no ser por la guardia que estaba pasando en ese instante.

La familia Rengoku, compuesta por el Amo Tetsuo, un hombre fuerte, pero gentil y compasivo. La señora Kaori, hermosa y justa. Podía parecer fría, pero en el fondo era amable y muy tierna. Por último, tenemos a Ichiro, hijo único de la familia Rengoku.

A pesar de tener sus escasos 10 años en ese entonces, era un niño bastante maduro y atento.

Recuerdo que al llegar, sus padres nos recibieron en el zashiki con comida y té caliente. Estaba nerviosa al ver un lugar tan enorme. Mis padres y los señores Rengoku estaban hablando, cuando él llamó mi atención. Salí a escondidas del lugar y me sonrió extendiendo su mano.

¡Hola! ¡Soy Rengoku Ichiro, señorita! ¡Es un gusto conocerla! Extendí mi mano y creí que iba a moverla de abajo hacia arriba, pero depositó un tierno beso y sonreí.

Yo... Yo soy Kyomi... Fujiwara Kyomi. Sonreí y al notar que mi ropa estaba húmeda, me tomó de la mano y me llevó a la cocina donde estaban los demás.

Yamada-san, ¿Puedo pedirle un favor? Una señora no tan mayor, se giró para vernos y sonrió.

Rengoku-kun, ¿Una nueva amiga?

Si, se llama Kyomi-chan, pero está empapada por la lluvia. ¿Podría darme ropa seca?

La señora puso sus manos en nuestros hombros acompañen a ésta amable mujer a buscar ropa seca para tu amiga, ¿Si?

Ichiro asintió y nos guió por varios pasillos. Llegamos a uno de los baños y empezó a calentar agua mientras la señora Yamada me ayudaba a quitarme la ropa que traía encima. Ichiro esperaba al otro lado de un pequeño biombo de madera.

A ver Yamada-san tocaba el agua y me sonríe me voltearé para no verte, ¿De acuerdo?

¡Si! Me giraba y quitaba mi ropa para entrar al agua y me sumergía para mojar mi cabello.

Lo que recuerdo es que Yamada-san lavó mi cabello, talló mi espalda y brazos, yo terminé con lo demás y al salir, me sequé con una tela muy suave y Yamada-san me dió ropa interior limpia y ropa que parecía un pantalón color rojo y una yukata blanca: era ropa de entrenamiento.

En Mi Otra Vida: Hasta encontrarte (Kyōjurō x Lectora) 2ª parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora