Tú dejaste caer las primeras lágrimas y aunque llegué a arrepentirme ya eran tres meses muy tarde. Pero seamos sinceros, yo no quería despedirme y tú no querías olvidarme.
Estoy tan arrepentido, porque fui un cobarde que por orgullo no está contigo...
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27 | i'm glad i met you i hope you know that
2 de febrero, 2019. Maranello, Italia.
Charles
Guardo mis manos en los bolsillos de la chamarra que llevo puesta y sigo caminando por las calles de Maranello.
El día está helado.
Aproveche mi fin de semana para ir a ver un papeleo en mi nuevo equipo, las prácticas de este año en el monoplaza de Ferrari iniciarán en un mes exacto, unas semanas antes de mi primer Gran Premio como piloto de Ferrari.
Estoy emocionado, pero algo que inevitablemente pausa mi entusiasmo es mi situación con Gabrielle.
Justo cuando creí que todo sería más fácil para los dos, fue literalmente lo contrario. Todo se volvió aún más complicado.
Y me rompe el corazón el triple de veces que cuando ella estaba con Callum, porque con él al menos notaba que me seguía queriendo, o por lo menos que le seguía importando.
En estos momentos es totalmente distinto, Gabrielle ve con unos ojos diferentes a Norris, con esos ojos con los que alguna vez me vió a mi. Y justamente eso es lo que me mata, que no se si la estoy perdiendo.
No se si es mi culpa por no haber actuado rápido, cuando tuve el tiempo lo desperdicié. Tal y como pasó en el aeropuerto ese día del 2016.
La cobardía siempre me ha ganado, nunca he sido capaz de expresar mis sentimientos sin miedo a lo que pasará.
Suspiro fuertemente y sigo caminando con la mirada en el piso, mi celular vibra en el bolsillo de mi pantalón y me distraigo para sacarlo y revisar quien es.
No alcanzo a responder, pues accidentalmente choco con una chica y la llamada se pierde.
—Disculpa. —su acento italiano que me parece conocido sale a flote y eleva su mirada apenada. Su semblante cambia de inmediato al ver mi rostro, una sonrisa se ensancha en sus labios y ríe sosteniendo su bolso.
—¡Charles! —sus brazos rodean mis hombros por unos leves segundos en forma de saludo.
—¿Gianna? —hablo confundido. —¿Qué haces aquí? —le pregunto con sorpresa.
—Vine a visitar a mi hermana. —me responde con la sonrisa aún pintada en sus labios.
—Que bueno... amm, eh... ¿cómo has estado? —hablo sin saber que decir. Vaya que me tomó de sorpresa encontrar a Gianna por aquí, no es que hayamos quedado mal, para nada, pero lo siento un poco raro.
—Bien, bien. Las cosas siguen igual. —me responde. —Ven!, te invito un café y sirve que platicamos. —me ofrece, mientras señala tan solo unas cuadras delante de donde estamos.
