Tú dejaste caer las primeras lágrimas y aunque llegué a arrepentirme ya eran tres meses muy tarde. Pero seamos sinceros, yo no quería despedirme y tú no querías olvidarme.
Estoy tan arrepentido, porque fui un cobarde que por orgullo no está contigo...
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33 | you have a place in my heart no one else ever could have
3 de marzo, 2019. Monte-Carlo, Mónaco.
Una sonrisa invade mis labios mientras veo los mensajes que me envió Charles hace tan solo unos segundos, son fotografías de él en el monoplaza de Ferrari haciendo sus pre-test para la pretemporada que será tan solo unos días antes de la primera carrera de la temporada de Fórmula 1.
Se supone que yo estaría con él, pero mi aerolínea me cambió totalmente los planes al cancelar mi vuelo y posponerlo hasta el 5 de marzo, intenté contener mi coraje, pero lamentablemente el pobre chico de costumer service del call center de mi aerolínea se llevó mi molestía en una llamada de menos de media hora.
Ahora lo único que me queda es esperar este día y medio para ver el Ferrari de Charles volando en la pista de Fiorano, la verdad es algo que me causa demasiada emoción.
¿Saben?, pude ya haber visto el Ferrari en redes sociales o en alguna de las mil notas que ha sacado la prensa de Charles, pero él no me lo permitió. Me dijo que quería que esperará a verlo en vivo y, aunque impaciente, estoy con ansías esperando ver su monoplaza en persona, el monoplaza de sus sueños.
Estoy apunto de responder su mensaje, cuando escucho dos golpes en la puerta de mi departamento, dos fuertes toquidos que provocan confusión en mi, ¿quién puede ser?, mi hermano está en Austria, Charles en Italia, Isa en Francia y Olivia en Londrés... o es lo que creo.
Dejo mi celular en el sofá de la sala y camino directo a la puerta, la cual abro y me sorprendo demasiado al ver el rostro deprimido de mi amiga, junto con sus maletas a un lado suyo.
—Liv... —murmuro y le abro mis brazos.
Ella no duda ni un segundo y se acerca para abrazarme como si no hubiera un mañana, mientras escucho como solloza en mi hombro.
—Creí que era el indicado, Gi. —me dice cuando nos separamos, limpiando unas lágrimas de su rostro.
—Ve a sentarte, okay?, yo te ayudo con todo esto.
Olivia me da un asentimiento y lentamente va a sentarse a mi sofá, mientras voy por sus maletas y las llevo hasta una de las habitaciones, de regreso saco una botella de agua de los gabinetes y voy hasta ella.
—Dime, ¿qué fue lo que pasó?
Una lágrima baja de sus ojos, da un trago al agua y suspira antes de hablar.
—¿Recuerdas la noche del bar? —me pregunta a lo que yo asiento.
—Las citas con él siguieron, fueron una tras otra, beso tras otro y dedicaciones de amor incondicional que estúpidamente creí. Pero todo se basó en mentiras, nunca lo formalizamos pero yo pensé que era algo real, ¿sabes?, pensé que por fin había encontrado una buena persona para mi y todo se fue a la mierda en cinco minutos.
