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—¡Eres una niña hermosa, Yeri!

—Por supuesto que lo es, mira a quién tiene de padre.

Lisa comenzó a reírse cuando Hueningkai dijo aquello como si nada, ordenando la mochila de la niña ya que pasaría esos días con él luego de que volviera de su viaje de negocios. Rosé, en tanto, estaba arreglando la televisión -o trataba de hacerlo-, mientras Jisoo cocinaba algo para la cena.

—¿Tienes todo, Yerime? —le preguntó Hueningkai tomándole la mano.

—¡Sí, papá!

—Entonces ve a despedirte de tu madre, ¿Dónde están tus modales? —bromeó refiriéndose al gorrito que llevaba puesto.

Yeri le sacó la lengua a su padre, ganándose un pellizco en la nariz, y luego corrió a despedirse de Jisoo y Lisa, dejando a Rosé para el final.

—¡Adiós, mami! —se despidió Yeri —¡te voy a extrañar mucho!

Rosé sonrió.

—Pásala bien con tu papá, cariño —se despidió dándole un beso en la frente. —Nos vemos en unos días.

Segundos después, la puerta de la casa fue cerrada, quedando sólo ellas tres en el pequeño hogar de Jisoo y Rosé.

—Oye, Lis... —dijo Jisoo desde la cocina —, ven, quiero darte algo en tu día especial.

Lisa arrugó el ceño, negando con la cabeza, y entró a la habitación, quedándose quieta mientras una sonrisa enorme se extendía por su rostro.

Unas pantuflas de gatito estaban sobre la mesa con una cinta de regalo, así que comenzó a reírse por la ternura para luego abrazar a su mejor amiga, dándole un beso en la mejilla.

—¿Y para mí qué? Jisoo gastó mi dinero —se quejó Rosé entrando.

Lisa volvió a carcajearse, abrazando también a Rosé por la emoción, agradeciéndole el bonito y simple presente, tratando de olvidar la acongojante sensación en su pecho porque ese día cumplía veintinueve años y Jennie no la había felicitado en la mañana.

Aunque tampoco es como si lo hubiera esperado, porque Jennie nunca solía ser la primera persona en desearle un feliz cumpleaños: por el contrario, prefería ser la última, que cuando era eses día se juntaban luego del trabajo para ir a cenar sólo las dos y pasar una maravillosa noche sin nadie que las molestara.

Así que Lisa estaba preparada, estaba lista, pues ya tenía la reserva del restaurante al que iban siempre, y esperaba con mucha anticipación esa noche, porque si todo salía bien, tal vez podría finalizar con ellas dos haciendo el amor y recuperando esa magia que las rodeaba cuando estaban juntas.

Lisa confiaba en Jennie para ese día, porque nunca antes la había decepcionado en su cumpleaños.

—¿No quieres cenar con nosotras? —preguntó Jisoo con expresión preocupada —. Puedes invitar a Jennie si quieres.

Lisa sacudió la cabeza, emocionada.

—¡Las cosas están bien! —dijo sonriendo — Jennie me besó, Chu, ¡ella tomó la iniciativa! No pensé que fuera a hacerlo, pero me agarró de sorpresa, y estos días ha estado más cariñosa y dulce conmigo.

Lisa sonrió débilmente, casi a regañadientes, pero no le tomó demasiada importancia porque sabía cuál era la opinión de Jisoo acerca de todo eso. Seguía doliéndole, sin embargo, sabía que no podía hacer mucho al respecto, sólo le quedaba asumir que su mejor amiga no la apoyaba por completo.

—¿Cuánto tiempo te queda?

Y por supuesto, su novia tampoco estaba de acuerdo con ella.

Lisa miró a Rosé, mordiendo su labio inferior.

Apego. - JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora