EL OLOR A MACHO: DESCUBRIMIENTO

493 46 19
                                    

El lobo salió de la ducha quince minutos después, desnudo y todavía mojado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El lobo salió de la ducha quince minutos después, desnudo y todavía mojado. Le detuve en seco con un grito cuando alcanzó la mitad del salón.

— ¿Qué cojones haces? ¿Por qué no te has secado? — pregunté, mirando el rastro de agua y pisadas que había dejado a su paso. — Pero… ¿eres imbécil? ¡Vuelve al puto baño!

Me levanté del asiento y le acompañé con expresión enfadada al baño. Louis gruñó un poco de esa forma grave y enfadada cuando tiré de su brazo; así que yo solo me enfadé más. Debió ver la pura ira manando de mis ojos, porque levantó cabeza con orgullo y volvió hacia el baño como si me estuviera haciendo un favor enorme. Cogí una de las toallas y se la pasé por el pelo de una forma nada agradable, pero quizá así aprendería a secarse antes de salir. Siguió gruñendo, cada vez un poco más enfadado, y yo me estaba poniendo estúpidamente cachondo por ningún motivo aparente, hasta que le dije con tono serio y frustrado:

— Sigue así y te tiro de puta cabeza por la puerta de incendios… — eso le relajó un poco.

Cuando le sequé como a un niño pequeño, salí del baño y busqué ropa grande que pudiera servirle para que no se volviera a poner la suya mojada. Se la tiré al pecho amplio y musculoso y le solté un rápido:

— No te voy a vestir también. — antes de girarme de vuelta a la cocina.

Me metí la mano en los pantalones para recolocarme la polla dura y algo mojada y que no siguiera haciéndome daño contra el vaquero. Resoplé y saqué los dos burritos de carne calientes del microondas, con tan mala suerte que me quemé los dedos y solté un «¡Su puta madre!» que debió oírse por todo el edificio. Tuve que respirar y tranquilizarme. No podía enfadarme porque el lobo hubiera vuelto, porque yo era quien le había dejado entrar; ni podía molestarme que fuera tan subnormal que me hubiera mojado la mitad el salón; ni tampoco podía frustrarme el hecho de que me excitara con solo mirarle desnudo y estar cerca porque, básicamente, esa era la razón de que estuviera en mi casa en primer lugar. Así que alcé las manos y asentí un par de veces para mí mismo. Le daría de comer, me lo follaría y después buscaría respuestas de por qué seguía volviendo cuando el Celo había terminado y, lo más importante, una forma de evitar que sus feromonas me afectaran y seguir adelante.  

Louis llegó corriendo cuando me oyó gritar, con la camiseta a medio poner y gruñendo con los dientes apretados. Miró a todas partes, como si estuviera esperando ver a alguien más allí al que atacar. Me quedé mirándole y no pude más que cerrar los ojos y negar con la cabeza.  

— Siéntate. — le ordené, cogiendo el plato, esta vez con un trapo, para dejar los dos burritos calientes de carne sobre la barra de madera de la cocina. — Queman. — le advertí.  

El lobo tardó un momento en comprender que mi grito no había sido debido a enemigos inesperados, sino a un accidente. Terminó de ponerse la camiseta, una XL de una tienda de segunda mano que, aun así, le quedaba algo apretada y justa. Así de grande era el cabrón. Se sentó y olfateó los burritos humeantes, se oyó un rugido de tripas y cogió uno para llevárselo a la boca y gritar al darse cuenta de que estaba caliente. Mi frustración solo aumentaba y aumentaba…  

Humano [Larry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora