LA GUARDIA: UN LUGAR DE DESCANSO

409 34 21
                                    

Louis se terminó su bandeja de carne asada, bebió lo poco que quedaba de su cerveza y soltó un eructo antes de chuparse los dedos, limpiarse los labios con el trapo y levantarse

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Louis se terminó su bandeja de carne asada, bebió lo poco que quedaba de su cerveza y soltó un eructo antes de chuparse los dedos, limpiarse los labios con el trapo y levantarse. Se dejó caer en el sofá y me echó otra mirada por encima del respaldo. Gruñó un poco, un sonido bajo qué sí reconocí. Era el gruñidito de cuando quería atención y caricias, porque yo estaba muy distante con él y eso no le gustaba. Bueno, a mí tampoco me gustaba que me trajera a una banda criminal al trabajo, así que le ignoré, tiré la colilla por la puerta, solté el humo y la cerré antes de ir a recoger la bandeja vacía y grasienta que había dejado. Cuando tuve todo recogido, me lavé las manos y fui a sentarme al sofá. Louis volvió a soltar un gruñidito, pero apartó rápido la vista hacia la televisión cuando vio mi cara seria. Levanté un mano y tiré de la rotura en su cazadora negra.

—Es mejor que te quites esto. —le dije.— Mejor quítatelo todo y lo tiramos.

El lobo miró la rotura y puso una expresión apenada, bajando sus espesas cejas negras.

—A Louis le gusta mucho la cazadora que Harry le ha comprado. —dijo en voz baja.— No importa que esté rota.

—Está hecha una mierda, Louis. —respondí. — Hay que tirarla. —y tras un breve silencio, añadí: — ya te compraré otra.

El lobo soltó un gruñido diferente a los anteriores, más lineal y rápido, y se quitó la cazadora con cuidado. Le ayudé, porque seguía herido y no quería que se hiciera daño. Puse la cazadora destrozada sobre la mesa y después le quité la camiseta negra que apestaba a lobo. El Olor a Louis era intenso después de haber sudado tanto aquella noche y me pilló un poco por sorpresa. Cerré los ojos y sentí cómo la polla se me ponía dura bajo el chándal. Por supuesto, el lobo lo percibió y me miró, empezando a respirar más fuerte y a empalmarse también bajo su vaquero. Todavía seguía molesto, pero no tanto como para castigarle a él —y a mí mismo—, sin sexo. Así que cogí una buena bocanada de aquel aire apestoso, denso e intenso, fui a dejar la camiseta junto a la cazadora sobre la mesa de la cocina, y volví de espaldas a Louis para poner mis manos en sus grandes hombros y, lentamente, descender acariciándole sus enormes pectorales repletos de pelo negro. El lobo no separó la mirada de mí, recostando la cabeza en el respaldo y jadeando. Bajé el rostro y besé sus labios marcados. Se me escapó un gemido de garganta cuando noté la humedad y calidez de su boca, con aquellos colmillos gruesos que sobresalían sobre el resto de dientes.

El lobo empezó a gruñir con excitación; levantando uno de sus fuertes brazos para agarrarme el pelo y hacerme que le besará más y, probablemente, más fuerte. Entonces comenzó a mover la cadera de arriba abajo, cada vez más deprisa, como si ya estuviera follándome.

—No te muevas… —le susurré en los labios, acariciando su pecho abultado y caliente de arriba abajo.— Como se reabran las heridas me enfadaré, Louis.

El lobo gruñó en desacuerdo, tirando más fuerte de mi pelo porque él era el Macho y todas esas gilipolleces. Quizá Louis se creyera muy hombre y muy lobo, pero se deshacía como caramelo derretido cuando le besaba y le acariciaba el pecho y la barriga. Sacó la lengua y comenzó a lamerme, tratando de imitar mis besos. Aquello tan asqueroso, por raro que pueda parecer, había empezado a gustarme. Tanto, que presioné más las manos sobre su cuerpo, como si no fuera capaz de tocarle lo suficiente. Le acaricié la barriga abultada, el pecho duro, los enormes brazos; hasta que no pude más, tragué saliva y fui a ponerme frente a él.

Humano [Larry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora