LA MANADA: NI DENTRO NI FUERA

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Me acerqué con mi expresión indiferente de siempre, me quedé a un paso de la ventanilla bajada y miré fijamente a los ojos marrones del hombre con el pelo muy corto y barba muy corta que conducía

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Me acerqué con mi expresión indiferente de siempre, me quedé a un paso de la ventanilla bajada y miré fijamente a los ojos marrones del hombre con el pelo muy corto y barba muy corta que conducía. Podía percibir su Olor a Macho desde esa distancia, denso y algo salado. No le conocía, no era de los Machos solteros ni de los que se habían pasado con Louis por allí mientras me hacía una visita en mitad del trabajo. A quien sí reconocí fue al otro lobo que le acompañaba.

—Dawn —le saludé con una breve mirada.

El lobo rubio y de ojos azules asintió a forma de respuesta, pero fue algo breve antes de apartar la mirada. Era tan solo un Macho Común de la Manada y, probablemente, el otro Macho tuviera más rango que él; así que era al que debía prestarle atención.

—¿Venís a llenar el depósito o a tocarme los cojones? —quise saber.

—Controla esa boca tuya, chico —respondió el lobo con un tono serio después de gruñir con enfado—. No eres quién para hablarnos así.

Ladeé el rostro y mantuve la mirada del lobo, demostrándole que no estaba nada impresionado ni afectado por sus palabras. Tras un par de largos segundos, puso una mueca de disgusto y miró al frente.

—Llena el depósito —ordenó—. Tenemos prisa.

Me pasé la lengua por los dientes y estuve a punto de mandarles a la mierda, pero me controlé. Era la Manada y Louis se enfadaría si supiera que les habían dejado tirados. Si habían venido a mi gasolinera, no podía ser algo casual. Debían estar o muy necesitados de gasolina o… y entonces oí los golpes y los leves gritos en el maletero del coche. Me quedé con la manguera del surtidor en la mano, mirando la chapa gris del Land Rovert, después giré el rostro y vi la mirada del lobo por el retrovisor al lado de la ventanilla. Me estaba observando atentamente y con una expresión muy seria. Sin perder la calma abrí la placa del depósito y activé la manguera, ignorando por completo los golpes y los gruñidos del interior. Al parecer, necesitaban repostar después de un «trabajito» y no habían podido hacerlo en otro sitio, uno donde aquellos golpes y gruñidos hubieran llamado la atención, por ejemplo. Al terminar, saqué la manguera y fui a dejarla en el surtidor. El lobo sacó algunos billetes por la ventanilla y me los ofreció con la misma expresión seria y enfadada que había mantenido durante todo el proceso.

—Ya podéis largaros. —le dije, haciendo una señal con la cabeza hacia la autopista y sin aceptar el dinero que me ofrecía.

El lobo volvió a gruñir, pero metió la mano dentro del coche.

—Esto no cambiará nada. —me aseguró antes de cerrar la ventanilla.

Miré como se alejaban y chasqueé la lengua. Si creían que no les había cobrado para «caerles bien», estaban muy equivocados conmigo. Lo había hecho porque a Louis le hubiera gustado así y porque, realmente, estaba cubriendo unas vacaciones de pocos meses y no me importaba que el gerente de la gasolinera descubriera que estaba regalando carburante. Me iba a mandar a la calle de todas formas tan pronto como llegara Kenni. Aun así, preferí no decir nada a Louis sobre la visita de la Manada, para no darle esperanzas ni confundirle. Era mejor que siguiera convencido de que ellos jamás volverían a aceptarme y que no se hiciera ilusión alguna de que aquel incidente aislado fuera a representar algún cambio en la situación. Confiaba en que los Machos tampoco le dijeran nada, y, por suerte, no lo hicieron. Louis no hizo ninguna referencia ni me habló sobre el tema.

Humano [Larry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora