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Aún me mantenía despierta, abría y cerraba los ojos como si de repente despertara. Era como si estuviera en estado de alerta pero algo me arrastraba a un oscuro vacío. Un frio calaba mis huesos y sentía la dura madera con trozos de objetos rotos hincando mi espalda.

Caras difusas alrededor mio, frases inconexa... todo se difuminaba antes mis ojos.

Los murmullos cesaron y alguien tomo mi cara entre sus manos. Fiona, tal vez. Ese cabellos rubio, la voz rasgada, ese perfume, si era ella.

- ¿Me oyes? ¿Me oyes? - repetía.

En realidad, no había escuchado nada de lo que dijo anteriormente. Estaba muy mareada, cansada y dolorida, y solo quería cerrar los ojos para descansar.

Alzo un poco más la voz y ya empezaba a molestarme. Me costaba incorporarme y ella no me ayudaba en nada.

Traté de levantarme pero mis brazos y piernas se movian aleatoreamente y sin fuerza. No solo intente emitir algo con mi voz pero solo salían balbueceos de mi boca. Aún así fue suficiente para que Fiona pudiera entendierme. Acerco sus dedos a mis ojos y cerró mis parpados diciendo:

- Mejor ve a dormir niña.

Y al instante me sumergí en un sueño profundo.

***

La misma imagen se repite, aquel chico aparece una y otra vez, de un lado y del otro, infinitas veces frente a mi, repitiendo:

- Al fin te encontre...

- Al fin te encontre...

- Al fin te encontre...

- Siglos buscandote...

- Siglos buscandote...

- Siglos buscandote...

Como un eco, su voz se repite tantas veces como su cuerpo esté frente a mi.

- ¿Por qué?

Aunque lo había pensado él me respondió:

- Tu solo debes morir... debes morir... debes morir....

El eco de su respuesta era interminable.

Grietas empezaron a aparecer en él, parecía una imagen lisa, como una pared. El sonido de vidrios resquebrajandose se hizo eco y luego todo estalló en mil pedazos. Sentí como llegaban a cortar mi piel y por alguna razón mi garganta ardia como si se estuviera quemandose.

Volví a la realidad y ví mis manos de bordo. Un olor a sangre indundaba mi naríz.

-Eww, eso es desagradable- la voz de Nan.

-Toma cariño, usa esto- Cordelia me acercó un pequeño balde de acero.

Tomo el balde con desesperación y asomo mi boca por él. Pude ver que lo que escupía era un liquido pastoso de color bordo, era sangre pero que tenía algo extraño en sí.

-Te han puesto un embrujo horrible- y empieza a reir Nan- hey, no te enojes conmigo.

Como Nan puede leer los pensamientos supo que la acaba de insultar de una manera no agradable. Esta situación me repugnaba a mi también.

-Mejor callatggg- mis palabras son cortadas por más sangre saliendo por mi boca.

Mientras tanto, Cordelia, la hija de Fiona- Mi madre te puso un conjuro de purificación, pronto estarás mejor.


-Pureza fuctrifus- comenta Nan.

-Exactamente- continua Cordelia - vomitarás toda la sangre afectada por el maleficio que te hayan tirado.

-Que porquería- y realmente lo era.

Al cabo de pocas horas ya había terminado de escupir toda la sangre que se escapaba de mi cuerpo en cortos lapsos de tiempo. Ya me encontraba en mi habitación y había comenzado a sentirme mareada y con desgano. Cordelia me trajo unos de sus mejunjes de hierbas que trague sin chistar. Pueda que ella no tenga algún poder especial pero sabe mucho de herbolaría. Paso a contarme que aún no haban descubierto que era lo que me habia metido en el cuerpo pero que también se trataba de algún hechizo de purificación pero diferente al de las brujas, este requeria de la sangre de quien conjuraba y que a través de ella se comía el poder de quien la recibía. Cuando le pregunte por aquel chico ella no supo contestarme -Creeme, es difícil hacer hablar a Fiona pero te lo dira en su debido momento-. Luego de eso se retiro.

El brebaje que me dió funcionaba, me sentía mejor así que decidi salir de esa oscura habitación que apestaba a sangre. En el pasillo conseguí más iluminación, ya bajando la escalera ví que en uno de los sofas estaba Nan recostada escuchando musica. De la cocina llegaban voces. Encamine hacia allí pero una voz me detuvo.


-Estaban hablando de ti- me di vuelta y mire hacia el sofá.


-¿Quiénes?- la interroge.


-Fiona y Cordelia, sobre algo que deberiía preocuparte.


-Dime todo lo que escuchaste Nan- me acerqué a ella.


-Fiona se niega a hablar-dijo mientras clickeaba algo en su reproductor de musica- al parecer está en algún tipo de shock, ese alguien que te ataco no trae nada bueno entre manos.


-Demonios, eso ya lo sé Nan- ¿pero quién carajos era?, pensé


-No lo sé, eso es todo lo que dijeron. Luego Fiona salió- me dió una sonrisa, volvío a colocarse los auriculares y cerrar sus ojos.

Si Fiona no decia nada debere buscar por mi cuenta. Quizás debería comenzar por alguno de los libros antiguos que hay en este lugar.

Una búsqueda que me resulto inútil. Nada había nada en esos malditos libros, nada, absolutamente nada. Salvo historias de antaño, conjuros, de plantas y de bestias. Debían haber libros ocultos < y de seguro prohibidos > pero ninguno en este lugar, o eso creía. Fiona debe hablar, debe decirme algo.

-¡Fiona, tienes que decirme quien mierda es esa cosa que intenta matarte, y ya!- interrumpí en su cuarto y le exigí sin medir mis palabras.


Philomena

The PsychopathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora