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-El castigo por tus crímenes contra el Consejo y contra toda la comunidad de brujas será la muerte. Te quemarás en la hoguera por todos tus pecados. Pero antes, tienes derecho a unas últimas palabras.

-No pueden hacerme esto, yo soy la Suprema. No pueden simplemente quemarme.

-Tu ya no eres nuestra suprema. Has condena a todas tus sucesoras a un problema gravisimo, ya tenemos demasiados enemigos como para que tu añadas otro más. Ahora no solo nuestra supervivencia está en riesgo sino el de nuestra lider. Este será el pago por tus pecados, por haber traicionado a nuestra comunidad.

-Ustedes están perdidas sin mi, me necesitarán.

-Lo unico que has conseguido con tu afán de poder es casi matarnos a todas las bruja...

-¡YO LAS DEFENDI! Lo que hice lo hice por nosotras. Deberiamos ser quienes manejan este maldito mundo, ¡SOMOS PODEROSAS!

-¡Silencio! ya has hecho suficiente.

<Luego de haber dicho eso la principal del Consejo dió la orden de empezar con la quema. La Suprema empezó a arder y gritar, hasta quedar calcinado su esqueleto aún atado con sogas al asta. Luego se acercaron las otras dos brujas del Consejo.>

-¿Qué haremos ahora con ese maldito traidor y el embrujo?- dijo una.

-Primero debemos encontrar a una nueva suprema- dijo la otra- y mantenerla a salvo. El traidor ha desaparecido del mapa, solo nos queda está especie de chico, sea lo que sea.

-Es un embrujo, no un humano, -hablo la primera- una especie de espiritu maligno condensado. El maldito es inmortal, hasta que encontremos como deshacernos de él solo podemos rezar por que las proximas generacion sean más fuertes... y menos locas...."

-... y hasta ahora no se ha podido encontrar una manera de hacerlo desaparecer y por milenios ha logrado dar muerte a incontables de supremas- finalizo Fiona mientras se recostaba en la silla de la pequeña oficina de Cordelia.

- ¿Y es por su culpa que el número de brujas ha descendido?- pregunté

-No, no, tenemos más enemigos de los que te puedes imaginar- responde Fiona mientras encendia un cigarrillo.

-Además- añade Cordelia- el traidor nunca ha vuelto a aparecer y, al parecer, fue quien dio origen a los cazadores de brujas.

-Esperen ¿Quién es el "traidor"?- dije, era una de las muchas preguntas que tenía en mi cabeza.

-El bastardo ese, solo lo creo porque no tenia las pelotas suficientes para enfrentarse cara a cara con una bruja- Fiona caló del cigarrillo y expulsó el humo que se disipaba a medida que salía de su boca.

No había respondido a mi pregunta. Al observar a Cordelia, parecía igual de expectante que yo ante una respuesta ¿Por qué ella no lo sabía?

Antes de poder siquiera volver a formular mi pregunta, Fiona dió por terminado el asunto junto con su cigarrillo. Sin embargo me dejó explicitamente claro que no podría salir de la Academia y que debíamos, todas, prepararnos para tiempos convulsivos.

No fui la única con el toque de queda permanente. Quedarse encerrada en el Aquelarre apestaba, debía haber algo más divertido que quedarnos esperando a que llegara la inevitable calamidad. Y si Fiona no iba a hablar ya sabía de alguien que de muertos sabe mucho: Misty Day.


Philomena

The PsychopathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora