Tiempo muerto

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Luego de atravesar el portal y terminar en la puerta de entrada al Aquerrale nos dirigimos a la cocina a pedido de Misty. Rogaba por que no nos cruzaramos a nadie durante el trayecto y así poder llegar al jardín donde estaríamos más tranquilas para hablar.

Ya había empezado a oscurecer cuando dejamos a Myrtle, pero en ese momento no tenía noción del tiempo que había trancurrido desde que me fui del Aquerrale.

Misty recorría rápido los cuartos sorteando sillones y mesas, yo seguí sus pasos intentando alcanzarla. Pasando por el living le eche una mirada al antiguo reloj de pie, no podía creerlo: ya era medianoche. Frené en seco y me acerqué para ver mejor, claramente: ya habían tocado las campanillas de medianoche. Quizás el portal no era un atajo tan veloz.

Al entrar a la cocina me encontre a una Misty revolviendo la cocina. Entre gruñidos la escuché decir que no había nada y observe que tenía razón. Nada en la alacena. Nada en el dispencer. Nada en la heladera. Nada en las latas sobre la mesada. Ningún plato en el lavabo. Ni siquiera una miga en la mesa. Todo tan pulcro, como si nunca hubiese sido usado.

Sin embargo, la comida no era de mi interes en ese momento. Evan... si Evan estaba consumiendo mis pensamientos. Sobre él pensaba, preguntaba, y sobre quién esperaba escuchar -aunque parecia se la única dispuesta a hablar de este asunto-.

Todos guardan silencio respecto a este asunto. Deberían haberme dicho algo apenas asumí mi papel como Suprema. Quizás Misty... ¿Adónde va?

Salió de la habitación, la seguí repitiendo su nombre lo más bajo posible. Alcanze a tomar una de sus mangas cuando empezaba a subir las escaleras al segundo piso. Su mirada estaba fija, expectante por algo, algún sonido quizás hasta que yo le hable:

-Vamos Misty, no quiero encontrar a ninguna de las demás chicas. No quiero interrogatorios por parte de Fiona o Cordelia- y tiré de su manga.

No tomo en cuenta mi petición. Se deshizo de mi amarre y subio impaciente las escaleras al segundo piso. La perseguí, como venía haciendo desde que llegamos al Aquelarre.

El segundo piso se dividia en varios pasillos casi laberínticos para quien desconociera el lugar. Como eramos pocas las que viviamos allí, los pasillos más apartados se escontraban es desuso y con habitaciones cerradas.

Al subir las escaleras, el trayecto se dividia en dos corredores, uno a la izquierda y otro a la derecha. Las habitaciones que utilizabamos se encontraban a la derecha, por el primer pasillo que en su final se dividía en otros dos pasillos más. A la izquierda, por el primer pasillo se encontraba el cuarto de Cordelia. Por su parte, Fiona tenía su habitación un tanto más apartado.

Misty tomó el trayecto hacia la derecha y se abrieron todas las puertas allí.

-¿Por qué hiciste eso?- le increpé, sorprendida y, a la vez, atónita.

-Espera- dijo

Espere unos segundos pero nada pasaba: absoluto silencio. Me acerqué a la primer puerta, la habitación de Queenie. Miré el interior, oscuro y silencioso. Encendí la luz y no la encontré allí. Repetí lo mismo con la siguente puerta, la habitación de Nan, con el mismo resultado.

-No hay nadie- dijo Misty- lo sabía, de seguro Fiona tampoco está.

-Fiona siempre sale- repliqué- no es usual econtrarla a esta hora, quizás más tarde

-Pero Cordelia de seguro está.

Su mirada perpicáz anunciaba lo que iba a hacer a continuación: dirigirse al cuarto de Cordelia. Sin embargo tampoco se encontraba. No era posible que no se encontrara nadie en la escuela.

Pensé en Spalding y en Madem LaLaurie. Me detuve antes de bajar las escaleras. Algo en el ambiente había cambiado. La penumbra se había acentuado. Baje uno a uno los escalones, relentizando mis movimientos a cada paso que daba. A medida que llegaba al primer piso, un eco que provenia de el choque de la suela de mi zapato con la madera de los escalones iba en aumento. El sonido, cada vez más pausado y ritmico, llenaba el espacio. El hálito indicaba el descenso de temperatura, el frio se hacia presente. El tétrico ambiente que se había formado hizo que me invadiera una sombria sensación. Algo andaba mal, era fácil adivinarlo.

Estaba parada en el último escalón. Tanto el suelo como las paredes eran de un blanco que reflejaban la luz del día iluminando, de forma natural, toda la mansión. Sim embargo, en ese momento, no lograba distingir el blanco. Parecía que había una especie de niebla que lo cubría todo y que generaba aquella densa oscuridad. Aún así, podía distinguir entre la niebla que se acumulaba a mi alrededor.

Baje el último escalon. El toqué de mis zapatos con el suelo fue audible, haciendo un ligero eco que resono por unos segundos. Me dirigí hacia el reloj de pie. La niebla se disipaba a medida que la atravesaba. Por un impulso me acerque al relój. Comprobé lo que estaba sospechando... el tiempo estaba muerto...



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Philomena

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⏰ Última actualización: Mar 19, 2016 ⏰

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