Chaper 2

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|Deducciones|

¿Qué significa esto? ¿Qué es lo que está pasando? ¿Quíenes son realmente los Caballeros negros?, miles de preguntas rondaban en mi cabeza. La iglesia había desaparecido y en su lugar estaba aquel castillo oscuro. Veía a la gente a mi alrededor y tal vez para ellos ya era normal ver aquel castillo a lo lejos.

Los Caballeros negros vigilaban en todo el área de la capital, tenía que estar alerta en cualquier momento. Me cubría bien mi cabello con un abrigo, mientras fingía ser normal como todos los que pasaban a mi alrededor. Con cada paso que daba era como si me costara trabajo respirar con todo el asunto y encima la fría nieve que apareció de la nada según los testimonios de los de Rulid.

No muy lejos logré encontrar una Posada para poder descansar. Aquel lugar era helado, pero a la vez era relajante. Puse todas mis cosas y me tiré a la cómoda cama. Me quedaba mirando el techo pálido, solté un suspiro pesado y luego me levanté nuevamente.

Sí quería almenos tener un lugar cómodo para dormir, al menos debía encontrar un deber Sagra para lograr mantenerme y buscar alimento. Salí de aquella Posada y buscaba por todos lados almenos un pequeño deber. Buscaba con la mirada por todos lados.

Al parecer no era la única que buscaba un deber sagrado y no los culpo; todo esto es por esa nieve que no ha parado en estos meses y que cada vez es más intensa.

Una carreta llamó mi atención, de ello caballeros negros iban en ella y se detienen en medio del pueblo, las personas curiosas se acercan, de ello sacan costales de carne fresca con sal en ella y lo empiezan a repartir a la gente de la capital. La fila era enorme, las personas se amontonaban, me era curioso que incluso los nobles quienes la mayor parte del tiempo tenían privilegios ahora es una excepción. Miré nuevamente aquel castillo oscuro que quedaba a lo lejos de la capital... Ahí deba estar la respuesta a la nieve.

Mi intuición siempre me decía que la nieve no fue casualidad ni algo natural, fue provocado por alguien, pero...

¿Por quien?

No conozco a ningún caballero o del Reino oscuro que sepa llevar acabo tal arte sagrada para congelar toda la capital incluyendo los pequeños pueblos.

Mi estómago empezó a rugir de hambre, debía de comer, por ello tuve que hacer la enorme fila, después de tanto recibí mi porción. Por suerte no me reconocieron, debía pasar desapercibida si no quería ocasionar un escándalo completo. Iba caminando rumbo a mi Posada sin conseguir un deber sagrado, cuando de pronto una pequeña niña me arrebata la carne. Voy detrás de ella, esquivaba todo, estaba a unos cuantos centímetros para alcanzarla, con un salto me bastaba, pero debía de mantener discreción, en un movimiento que hice para detenerme, la veía desvanecerse entre las personas, se había ido.


La mayoría de las personas me miraban con algo de intriga; esto no es bueno, no debía de llamar la atención.

—Señorita, ¿todo en orden? —preguntó una voz imponente; un caballero Negro.

Debía mantener la calma para que no me descubrieran o si no ya estaría muerta. No tendría oportunidad entre tantos caballeros que habían en los alrededores.

—Sí, todo en orden.

—Descuide, esa niña pagará.

¿Qué?

—No.

Eso hizo llamar su atención.

—Quiero decir estaba jugando con ella.

—De acuerdo. Perdone las molestias. Cualquier cosa nosotros los caballeros negros estamos a sus servicios.

—Sí, claro lo tendré encuenta.

—Por cierto...

Mi cuerpo se tenso.

—¿La ha visto?

Él me enseña un cartel con mi retracto. Intente relajarme antes de reponder.

—No.

—Es una caballero de la integridad, Alice Síntesis Thirty.

Meneo la cabeza.

—No, no la he visto en mi vida.

—Entiendo señorita...

Debo pensar rápido.

—Alease a secas.

—Entiendo, en ese caso, que tenga lindo día.

Y con ello se va.

¿Qué fue eso? ¿Qué le llegaría hacer?

Solté un pesado suspiro de alivio.

Seguí caminando hasta llegar a la Posada, cuando en ese momento empezaba a recorrer rumores, murmullos se hacían notar.

«Es una lástima para los delicuentes ya que el rey los ejecuta»

¿Rey? ¿De qué Rey hablan?, no deben de estar hablando de la clérigo mayor, si no de otra persona. Me quedé quieta por un momento para escuchar lo que más señoras se decían entre ellas.

—Sí, aunque se lo merecen. Ellos han roto la ley.

—Pero siguen siendo humano, eso es un acto inhumano, además se rumorea que es él quien hizo todo esta nieve.

Con que “el Rey” ejecuta a criminales, es tal y cómo lo era la “orden” de los caballeros de la caballeros de la integridad, ¿eso significa que también a ellos les arrebatan los recuerdos y se convierten en caballeros? Muchas dudas empiezan a carcomerme, debía de averiguar más y adentrarme a ese castillo para detener todo esto.

Aunque también tengo la curiosidad de lo que le habrá sucedido a  y a Kirito, hacia meses que intenté localizarlos de todas las maneras pero desafortunadamente nunca los llegue a ver o tan si quiera un rastro, el único objeto que llegué a encontrar había sido la espada de Kirito. Miré el castillo—eso significa...—mis ojos seguían enfocados en aquel enorme castillo oscuro—... Que Kirito y Eugeo deben de estar ahí.

No podía llegar tan rápido a esa conclusión pero tenía sentido, las señoras decían que ejecutaban a los que rompían la ley, ¿se referirán al índice tabú? ¿Es por eso que ellos me están buscando? Sí mis deduciones están correctas, ellos deben de estar en ese lugar. Sí, deben de estar ahí. Por ahora no debía de ingeniarmelas para adentrarme, pero dudo mucho que pueda yo sola; es cierto soy una caballero de la integridad, pero el número de caballeros negros es inmenso y sin mencionar lo fuertes que son.

Sí tan sólo un compañero o un caballero me acompañaría, no sería algo tan suicida, al menos que seamos dos o tres, con eso debía bastar para burlar su seguridad.

(...)

Cuando llegué a mi Posada, cerré las ventanas para evitar que el frío se apodere más de la habitación. Veía a través de la ventana aquel enorme castillo, miraba a todos lados y la seguridad estaba intacta. Ellos estaban en todos lados.

Hoy fue un día largo, necesito descansar. Me acurruque a la cama y mis preguntas invadían en toda mi mente: ¿qué pasaría si no hubiese mentido? ¿Hubieran matado a esa pobre infanta? ¿En verdad lo harían?

No pienses en eso, Alice›

Mis ojos se cierran y me duermo profundamente.






Rosa marchita ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora