Chaper 5

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|El amor es... Un dilema|

Eydis desafío a los Caballeros negros usando sus artes sagradas. No podía hacer nada para poder ayudarla, puesto a que no llevo mi espada conmigo, aunque dudo que sean un problema.

Los Caballeros negros utilizaron artes sagradas cómo los Caballeros de la integridad, con la diferencia de que ninguna de sus armas tenía un orígen divino o de un objeto; era el hielo. Ella lo pudo esquivar luego sin ningún problema, deshaciendose de ellos.

—Cuanto tiempo.

Ella se pone en guardia.

—¡¿Quién eres?!

Me quito la capucha revelando mi rostro.

—Alice síntesis thirty-three.

—¿Alice? —sus ojos se llenaron de ilusión y rápidamente me abrazó—Hermanita—me susurro—, sabía que estabas viva.

Resoplo.

—Sí, sí. Por el momento ¿podemos hablar de lo que sucede?

—Pero que arisca—ella deshace el abrazo—. Bien, ahora sí, ¿tú tienes idea de lo que sucede?

—Por el momento sé que la iglesia cayó y van tras los cabelleros de la integridad.

—Entiendo, pero, ¿por qué te quieren a tí? ¿Tienes idea de cuantas veces he visto tu rostro por todos lados de la ciudad diciendo “se busca caballero de la integridad: Alice síntesis thirty-three”?

—Ni siquiera recuerdo lo que sucedió ese día, además de que he estado viviendo aquí para buscar información.

—Bien... Por el momento será mejor tenerte con nosotros.

—¿Nosotros?

Ella asiente.

(...)

Eydis me había llevado a un especie de refugio en donde estaban: Fanatio y Eldrie. 

—¡Alice! —ambos se exaltaron un poco al verme.

Yo buscaba con la mirada a Bercouli quién no logré buscar. Fanatio y Eldrie vienen hacia a mí para poder abrazarme, realmente se nota que estaban preocupados por mí. Eldrie empezaba a derramar lágrimas por la noción.

—Me alegra que esté viva, maestra Alice.

—Amí también me da gusto verlos—les sonrio—. Por cierto, ¿dónde está mi ti-digo Bercouli?

—Él está descansando.

Me sentí aliviada.

—¿Y los demás caballeros?

—Están muertos—responde Eydis con una mirada decaída—... Esos malditos cabelleros negros los mataron.

—Tiene que ser mentira... —caigo de rodillas—... No pueden estar muertos...

—Asíes la realidad, Alice. —me dice Fanatio.

—¿Puedo preguntarles algo?

—¿Qué pasa?

—¿Ustedes saben algo de los dos rebeldes?

Ellos menean la cabeza.

—Perdone, maestra Alice, pero ellos deben de estar...

—¡Claro que no, Kirito no puede estar muerto! —solté.

Un largo silencio se hizo presente.

(...)

Rosa marchita ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora