Cap. 10

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Toga Himiko

Notita: Dolerá.

*Un poco antes del desastre anterior*

Nuestro jefe como nunca había estado más al pendiente de mí, visitó nuestra casa nuevamente, se notaba un poco más contento de poder verme de mejor ánimo, aunque por dentro estaba preocupada por si llegaba a notar que Uraraka estuvo allí.

-Creí que tu Revelación de Instinto se había manifestado-acarició mi cabello con una ligera sonrisa- es un alivio que todavía no haya ocurrido.

-Seré fuerte, lo prometo, no dejaré que me consuma -sonreí.

-Eso espero -me miró por un largo tiempo, cambió un poco su semblante, se podría decir que estaba algo...curioso, ¿De qué? Es algo que me gustaría saber- ¿Te has vuelto a ver con esa buscadora?

-¡Claro que no! -mentí- fuiste muy claro al decirme que me alejara.

-Himiko, eres muy mala mintiendo -soltó una pequeña carcajada, una que no entendía del todo- puedo sentir su aroma todavía, es muy leve, para cualquiera pasaría desapercibido, pero, para mi no.

Me paralicé en un segundo, ¡Sabía que ella estuvo aquí! ¿¡Ahora que!? Tenía que pensar en alguna excusa, algo para que me creyera, quizás podía inventar que tenía alguna prenda de ella, o simplemente había pasado tiempo con ella en el bosque, algo se me tenía que ocurrir. Con una sonrisa calmada, acarició mi mejilla, como un hermano mayor que descubre las travesuras de la menor.

-No estoy enojado -declaró- se ve que ella puede ayudarte para controlar tu situación, además, no ha provocado algún ataque a pesar de que conoce nuestra ubicación. No todos los Banuk son despreciables, ella puede ser la excepción.

Lo abracé por impulso, jamás pensé que podía escuchar esas palabras viniendo de él, creía que siendo líder, odiaría a los Banuk por toda esta guerra innecesaria, pero me dio a entender que no, y eso me generaba una felicidad tremenda.

Conforme pasaba el día, no podía evitar sentirme inquieta, Camie lo notó una vez llegó a casa, daba vueltas como un gato, algo andaba muy mal.

-¿Quieres parar? -resoplaba la pelinaranja- llevas toda la tarde así.

-Algo no está bien -repetía por milésima vez- tengo que ir a verla.

-¿Qué sacas con eso? Solo exponerte. Espera que ella llegue al bosque, como siempre se han reunido.

En parte ella tenía razón, pero mi instinto me decía que tenía que ir de inmediato.

Dejé que el tiempo pasara, estaba anocheciendo, miré hacia el bosque, sentía otra vez esa ansiedad dentro de mí, junto a una rabia que no conocía.

-Está pasando otra vez, Camie.

Mi respiración se había acelerado, sin pensarlo, agudicé todos mis sentidos, mi olfato, mi audición, hasta que la encontré. Ella estaba en el bosque, su aroma se mezclaba con el miedo, pero hubo uno que me hizo perder la cordura. Dios, ¡Estaba llorando! El leve aroma de sus lágrimas me llegó como una bofetada, esa rabia interna podía sentirla a flor de piel, no pensaba con claridad, más cuando Camie se acercó para detenerme. Hice caso omiso y corrí hacia el bosque, me escondería en los árboles, pero necesitaba llegar a su lado.

El fuego de las antorchas iluminaba gran parte de donde estaban, el grupo de buscadores Banuk estaba completo, ese cenizo odioso lideraba al grupo, pero había algo raro, ¿Por qué sus amigas estaban retenidas? Se supone que todas van por la misma causa. Analicé un poco más la situación, hasta que la vi, lloraba mientras aquel tipo la humillaba, gruñí por lo bajo antes de hacer cualquier movimiento, pero, una mano intervino.

"Suertes diferentes" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora