Introducción

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La brisa soplaba con frescura, el cielo estaba tintado con colores naranjos, rojizos y rosa junto a un mar de nubes blancas o con las mismas tonalidades, el sol cayéndose en el horizonte daba una imagen digna de admirar... Lo que significaba un clima y una tarde agradable para los demás, pero para mí era insignificante.

Ni decir que nos encontrábamos en un lugar muy bonito, como en un parque, en una playa, de campamento, picnic, o lo que se venga a la mente.

Nos encontrábamos en este maldito lugar al que no me interesaba venir, no me interesaba las personas que venían acá a llorarle a una maldita lápida, porque yo no podía visitar estos lugares cuando era yo quien mandaba a las personas a ser enterradas en este lugar.

Y literal, envié a una persona más como era de costumbre, y eso debería de satisfacerme, debería de sentirme bien como siempre lo hacía, pero en este caso era todo lo contrario.

No cuando envié por accidente a la persona que amaba, la primera maldita persona que había llegado a amar.

Pero ahora mi corazón se formó de piedra nuevamente, no estaba dispuesto en abrirme sentimentalmente con otra persona, tenía prohibido para mí mismo el querer a una persona a tal grado de volver a ser vulnerable por ella, además de que no quiero a otra persona que no sea ella.

Tanto tiempo perdido, tantas estupideces vivimos con ella en vida, que ahora me arrepiento tanto de haberme comportado como lo hice y no haber aprovechado el poco tiempo que nos quedaba, como también ahora comenzaba a dudar de si realmente debí secuestrarla, lo mejor hubiera sido dejarla tranquila y no haberme involucrado emocionalmente con ella.

Pero por supuesto mi mente retorcida no iba a hacer eso jamás, ella desde ese punto de vista siempre fue mi víctima, debía matarla o torturarla a como diera lugar, cuando siempre resultó ser mi castigo.

Levanté la mirada de su lápida, el seguir viendo su nombre tallado en ella me tenía fatigado y con ganas de cortarme el cuello, pero no podía dejar a Jay solo, aunque tuviese a una familia; Nina, Slender, Sally, Clock, y los demás, él siempre iba a necesitar de su padre.

Todos se encontraban cabizbajos. A pesar de ser una tarde agradable, para nosotros era gris, y para mí era de un tono oscuro en su totalidad.

Hice el mayor esfuerzo posible por no dejar rodar las aguas saladas de mis ojos, apreté mis puños con fuerzas mientras la brisa sacudía con delicadeza mi cabello. Me daban ganas de sacar su cuerpo, de hacer algún maldito ritual que la trajera a la vida, pero me daba miedo tener la certeza de saber que no iba a poder hacer nada por ella.

Pero una vez que esa loca idea cruzó por mi cabeza, inmediatamente me lancé al suelo y con agresividad comencé a arrancar el césped, nadie a mi alrededor me detenía, nadie decía nada, sólo estaban inertes observando con frialdad lo que yo hacía, y era desenterrar la caja donde ella se encontraba.

Ni siquiera sabía de dónde estaba sacando toda esta maldita fuerza, era algo irreal, algo sobrehumano, algo que incluso me dejaba confuso ya que mi cuerpo reaccionaba como si hubieses presionado un botón y yo estuviese en modo automático, sólo cavaba con mis propias manos con la rabia carcomiéndome por dentro, hasta que finalmente toqué la madera.

No tardé nada en abrirla mientras que mi corazón golpeaba mi pecho con fuerzas, pero lo que vi dentro me dejó estupefacto.

¿Lo que vi? De hecho, lo que NO vi.

Sólo había una caja vacía.

Sin ningún maldito cuerpo.

Ella no estaba.

Levanté con rapidez la cabeza y me di cuenta de que el viento se había detenido, todos seguían cabizbajos, sin notar que la caja estaba vacía, que Tn no estaba dentro de ella y que alguien pudo haber robado su cuerpo con el simple hecho de joderme la paciencia.

Mi Error (Jeff The Killer Y Tú) ~Terminada~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora